"Los iraquíes habrán votado el domingo, pero viven en un territorio ocupado y los ocupantes tienen en mente otras cosas que las aspiraciones básicas del pueblo iraquí. Eso no es democracia. Esa es una receta para más guerra, escribió el lunes 31 de enero, el columnista Bob Herbert del NY Times, una de las firmas permanentes en el poderoso periódico norteamericano.

En general, para la opinión pública de EEUU el solo hecho de que hubo elecciones fue un paso positivo. Cuando leyó su discurso del estado de la Unión fue aplaudido de pie por ambos bandos del Congreso cada vez que hizo mención al acto electoral en Irak, el primero después de más de cuatro décadas de dictadura. Visto desde EEUU, el mero acto electoral fue un triunfo de la política de Bush.

"Hay que ser muy cabeza dura para no verse conmovido por el coraje de millones de iraquíes que fueron a las urnas a sabiendas de que podían enfrentar una muerte violenta", escribió el mismo Herbert. Las palabras "libertad" y “seguridad”, tienen un efecto poderoso en la paranoica sociedad norteamericana.

Arrullados por el confort y la bonanza, los norteamericanos no aceptan que su libertad y seguridad pudieran estar en juego y mucho menos, desaparecer. Bush supo aprovechar políticamente esos términos para llevar a cabo su objeivo de castigar a Irak, asunto que de paso servía para satisfacer otra necesidad humana, la venganza. Al manipular hábilmente un Irak islámico con reputación agresiva con el terrorismo musulmán que digitó el ataque terrorista del 11 de setiembre 2001, Bush satisfizo esa otra demanda de la potencia agredida y traumatizada por su vulnerabilidad. Como dijo la revista Time para designar a Bush como el personaje del 2004, el presidente supo alterar las realidades para que se ajusten a sus designios, -o los de su papi.

Para esto, ya es globalmente sabido y ha sido profusamente dicho por los propios medios norteamericanos, Bush lanzó algunos argumentos que, en fin de cuentas, solo se los creyó el primer ministro Tony Blair, que ingenuamente carbonizó sus expectativas de líder europeo el día que visitó el rancho de Crawford, Texas.

Bush, como se sabe, recurrió a algunos argumentos que resultaron falsos, como los stocks de armas de destrucción masiva o los planes nucleares de Saddam Hussein.
Resulta que ahora, con el recuento de los votos, emerge como triunfadora la Alianza de los chiítas que, según medios de prensa de EEUU, habría logrado más del 70 por ciento de la votación. Ahora bien, los chiítas constituyen el sector más radical del Islam y es claramente anti-occidental y fundamentalista. Los chiítas de Irak están muy aliados a la teocracia chiíta de Irán, que supuestamente está en vías de tener poder nuclear. Parafraseando al propio Bush, otra "Victoria catastrófica", como dijo en su peculiar y trabalenguístico lenguaje, al definir el desorden y la violencia que se desató en el país árabe al terminar la guerra que rápidamente ganó el US Army./ BIP