Chimborazo de Sebastião Salgado

La deuda pública ha crecido y el presupuesto se lo diseña en base al elevado pago de su servicio, que absorbe un 45% de los ingresos.

La búsqueda de financiamientos para el presupuesto conduce a aceptar nuevas condicionalidades de los organismos internacionales, que no se corresponden con la crisis del país, ni las prioridades del pueblo ecuatoriano.

La banca, a pesar del multimillonario salvataje, tras el «atraco del siglo», que lo paga el país, mantiene altos los niveles de las tasas de interés; no obstante, ha exportado unos $ 1,500 millones del ahorro captado a sus clientes y limita el crédito para la producción y que han crecido significantemente los depósitos,

Por ello, la deuda externa privada se ha incrementado enormemente, al punto que representa el 53% de la pública; y quien sabe si nos conduce a nuevos «salvatajes» o «sucretizaciones».

La política social es intrascendente y ella se refleja en la pobreza, desempleo, subempleos, emigraciones que se mantienen en altos índices; así como en el descontento popular y mínimos apoyos electorales al partido de gobierno.

El alto costo de la vida, frente a ingresos salariales sustancialmente menores, conduce a un deterioro de las condiciones de existencia de la mayoría de la población; traicionada una y otra vez por quienes desde la política dicen representarla y defenderla.

La economía ha deteriorado su capacidad competitiva, siempre atada a su baja productividad, lo que resulta peligroso y de alto riesgo frente a las exigencias de la economía mundial y a los principales socios comerciales, así como ante la posibilidad de acceder al TLC, en uno de los peores momentos políticos de la historia del Ecuador.

En el país no hay una agenda mínima de gobierno ni están definidos los grandes objetivos nacionales, por ello es imprescindible lograr acuerdos básicos entre los diversos sectores que ahora se confrontan, por circunstancias puntuales.

Hace falta aplicar una nueva política económica, soberana, productiva y socialmente justa y una política internacional que permita recuperar la Soberanía perdida en alto grado, sobre todo por el desempeño oficial de «mejor aliado»; hacia ese objetivo debemos ir los ecuatorianos.

Las proyecciones no son buenas.

Se seguirá aplicando «más, de lo mismo», con un presupuesto encadenado, inmersos en el Plan Colombia y sus duros efectos y enfrentados a una crisis política que las élites buscan resolver, al margen de estos problemas, empatando con «tronchas» y componendas a favor de uno y otros y manipulando a la población con marchas y contramarchas.

En suma, la economía ecuatoriana no va por caminos virtuosos y menos a destinos de beneficio popular.

Exposición de LVI en el Seminario - taller convocado por la Fundación Mercurio.