Conocemos que el aire de la atmósfera de la Tierra tiene un peso que lo ejerce sobre la superficie terrestre. El peso del aire crea la llamada ‘presión atmosférica’ la cual disminuye con la altura. Precisamente uno de los principios básicos que establece la ciencia del clima dice que la presión atmosférica está determinada por el peso del aire o gas existente sobre cualquier lugar o región del mundo.

Sabemos que desde hace 145 años (1860) y principalmente en las últimas décadas del siglo anterior (a partir de 1980) el hombre de manera irresponsable está arrojando hacia la atmósfera terrestre los llamados gases de Efecto Invernadero (E.I.) como el bióxido de carbono, el metano y otros en cantidades alarmantes. En la actualidad tenemos por lo menos seis mil millones de toneladas de estos gases en la atmósfera de la Tierra, los cuales están produciendo el calentamiento climático global de nuestro planeta.

Es conocido que el proceso de dicho calentamiento consiste en que los gases de E.I. no dejan escapar la radiación solar que devuelve la superficie terrestre convertida en la radiación infrarroja térmica de onda larga que la envía de vuelta al espacio sideral, la cual choca contra aquellos gases presentes en la atmósfera y regresa para caer al suelo recalentando la superficie terrestre.

Es verdad que la Tierra ha logrado salir del frío de la última glaciación mundial de hace doce mil años a base de cierta cantidad necesaria de gases de E.I., que los obtiene por medio de erupciones volcánicas y otros mecanismos naturales, lo que ha permitido conservar una temperatura media general de unos 15 grados centígrados que la hacen habitable para todos los seres vivos. Lo grave está en la emisión a la atmósfera de los gases contaminantes artificiales, que son residuos de las fábricas industriales, de los automotores, etc.

De hecho, la atmósfera de la Tierra no es estática sino dinámica. Por eso existe movimiento de grandes masas de aire que constituyen los sistemas de vientos mundiales, como los vientos cálidos de la región ecuatorial del planeta, que se elevan para avanzar hasta las regiones de los polos terrestres (Norte y Sur, respectivamente). Al mismo tiempo, los vientos fríos de los polos bajan por cerca de la superficie terrestre con dirección hacia la región ecuatorial. Otros vientos de menor escala pero no menos importantes son los denominados vientos alisios, los monzones y los vientos dominantes de occidente.

Todos estos sistemas de grandes vientos continentales que crean Frentes de Vientos Fríos y Calientes, así como áreas de altas y bajas presiones atmosféricas, son los que determinan el clima de las diferentes regiones de la Tierra.

Todos tenemos conocimiento de que en los tiempos actuales se están presentando alrededor del mundo una serie de fenómenos atmosféricos que nunca antes se los ha visto, y que han traído desastres materiales, pérdidas humanas y económicas. Por ejemplo, los intensos calores ambientales (olas de calor) en las regiones templadas del planeta donde no deben ocurrir, al igual que las lluvias de nieve en las regiones cálidas ecuatoriales. También los poderosos tornados y huracanes que se forman unos seguidos de otros en ambos casos en zonas en que nunca lo han hecho, como el huracán del Brasil.

El desprendimiento de gigantescos icebergs en el Polo Ártico y en el Antártico. En fin, la ciencia del clima trata de encontrar una explicación acertada a esta problemática ambiental planetaria.
En mi concepto, los gases de E.I. debido al peso que tienen están ejerciendo una presión atmosférica adicional o extra, principalmente sobre los llamados anticiclones o sea de las masas de aire de alta presión atmosférica con relación a la superficie terrestre, lo cual también influye en las masas de aire de baja presión llamadas ‘borrascas’.

Normalmente la radiación solar calienta la superficie de la tierra haciendo que en cualquier lugar se produzca una elevación en la temperatura del aire, el cual sube hacia las regiones altas de la atmósfera. La presión adicional de los gases de EI elevan más la temperatura del aire.

Los anticiclones son de frío y de calor. En la actualidad, los anticiclones de calor están aumentando su intensidad en número y en potencia. En cambio, los anticiclones de frío han disminuido. Por influencia del calentamiento global, las tempestades de nieve se convierten en lluvias diluviales llamadas ‘gotas frías’ meteorológicas, las cuales inundan enormes extensiones de territorio en los países europeos.
Uno de los síntomas más notorios del calentamiento global, a más de la reducción de los casquetes polares y la subida del nivel de agua oceánica, que en el futuro inundará muchas ciudades costeras en el mundo, es la prolongación de los anticiclones de calor que antes permanecían inmóviles en determinada región durante algunos días o pocas semanas, pero que ahora lo hacen quedándose dos o tres meses en el mismo lugar.

Debo indicar que la ciencia conoce que los maremotos que forman a los tsunamis (olas gigantes) se producen por el deslizamiento de las placas tectónicas submarinas, pero por existir una relación mutua entre la atmósfera, la superficie terrestre y el agua de los mares y océanos, la alta presión de los anticiclones de calor provoca de manera indirecta aquellos sismos marítimos como el reciente acaecido en el sudeste asiático.

Además, en el tiempo actual la superficie terrestre se estaría calentando más rápidamente y en mayor grado que todo lo antes conocido, sin duda debido a la presión extra que ejercen los gases de E.I. Esto origina un considerable incremento en las diferencias de presión (altas y bajas) que tienen las masas de aire, lo que trae como consecuencia una nueva alteración en todos los sistemas de vientos mundiales y en los patrones climáticos de la Tierra.

Ahora en Europa y Asia el invierno dura menos que el verano, pues el deshielo de los ríos ocurre muchos días antes de lo normal. En América y África hay también serios desajustes climáticos. Por ello se están secando los grandes lagos y los ríos reducen su caudal. Es preocupante la falta de agua para los cultivos en todos los continentes.

En nuestro país la sequía se prolonga porque no llegan a tiempo las lluvias del invierno a inicios de año en la Costa ecuatoriana. En la Sierra el clima cambia cada vez con mayor tendencia a las temperaturas ambientales altas. En la región Oriental amazónica por el aumento continuo de la temperatura en fracciones de grados centígrados hay más humedad, es decir vapor de agua, lo que engendra lluvias torrenciales. El clima de las Islas Galápagos fluctúa con el comportamiento de la atmósfera y de las corrientes marinas del Océano Pacífico, aunque sigue poco a poco elevándose la temperatura ambiental.

Realmente, el problema del cambio climático en el Ecuador y en los demás países de América y el mundo, cada año se agudiza más. Por eso es necesario hacer nuevos llamados de atención a los gobiernos de los países más industrializados del planeta. Lo que está produciendo el calentamiento global es muy perjudicial para todo lo viviente que habita sobre la faz de la Tierra. Los seres humanos debemos estar conscientes de que si no hacemos lo necesario para frenar la emisión desmedida de los gases de efecto invernadero, nos puede llevar a una peligrosa condición de la Naturaleza que podría dificultar la realización normal de la vida en todas sus manifestaciones.

En colaboración con Alfredo E. Romo Medina
Científico ecuatoriano.