- López Obrador, en el centro del escenario político mexicano, sigue al frente en sondeos de carrera presidencial.
- Llamado a movilización nacional: “se busca hacer valer la democracia de manera pacífica”.
- “No hay parecidos” con el presidente Hugo Chávez.
Andrés Manuel López Obrador está en el
centro del escenario político mexicano. En torno de él se montan escenarios,
merodean fuerzas, se mueven otros protagonistas, se levantan y bajan
escenografías. Parece poseer un fuerza gravitacional que hace que todo
vaya hacia él o pase por él. Aunque no lo desee. Menos si dos de las
principales colectividades políticas, el octogenario Partido Revolucionario
Institucional (PRI) y el gubernamental y conservador Partido Acción
Nacional (PAN) lo quieren sacar del escenario concretando su desafuero y
destitución como jefe de gobierno de la capital -Distrito Federal- y
enviarlo a la cárcel para procesarlo por un supuesto desacato judicial y
así, en definitiva, impedirle ser candidato a la Presidencia de la
República pese a ir hace un par de años al frente de cualquier tipo de
sondeo que se realice.
Quizá, como lo señaló un periodista español, porque la situación ya se
puso color hormiga, López Obrador accedió a conversar con
corresponsales extranjeros después de cuatro años de negarse. Reconoció que quería
explicar qué está pasando con las lanzas que le apuntan y disparan y que
su voz llegue al exterior del país.
También se dio espacio para comentar temas internacionales
probablemente como no lo había hecho nunca ante los medios extranjeros este
político de 51 años, proveniente del PRI y que de presidente del Partido de la
Revolución Democrática (PRD) pasó a jefe de gobierno del Distrito
Federal (al ganar las elecciones para ese puesto) y ahora es un virtual
precandidato a la presidencia de México, también por el PRD...si no lo
inhabilitan.
A la pregunta de si su situación pudiera llevar a un estado de
desestabilización o descrédito del sistema político mexicano contestó con un
“no creo”. Sin embargo, reconoce que en su país “no ha cambiado la forma
de hacer política, por eso no se puede hablar de normalidad política,
de normalidad democrática” y que pese a que el PAN sacó al PRI del
gobierno, “siguen las mismas prácticas”, es decir, las prácticas
autoritarias y enrarecidas. Precisamente en función del proceso en su contra,
dice, “lo que se va a poner en juego es qué tanto esa estructura política
tradicional puede imponerse contra la voluntad mayoritaria de la gente”.
Porque, cuenta, el 70 por ciento de la población dice en las encuestas
que está en contra del desafuero.
Indica que la actitud del gobierno de Vicente Fox, del PAN, del PRI y
de otros sectores y personajes, es “una provocación” a la sociedad
mexicana. Se trata nada más y nada menos de inhabilitar y sacar de la
contienda al más popular. López Obrador precisa: “no vamos a aceptar la
provocación”.
Promete, asegura, que no habrá violencia, ni situaciones límite. “Vamos
a actuar de manera responsable. Estamos apostando a la fuerza de la
opinión pública”. Aclara que la movilización a la que están convocando
- para defenderlo, para defender la opción que representa- “es pacífica”.
“La gente no quiere la confrontación -dice- se busca hacer valer la
democracia de manera pacífica”. Añade que “no es con la política de la
fuerza sino con la fuerza de la política como se sale adelante”. Cerrada
para López Obrador la posibilidad de que vengan tiempos de
estremecimiento y de agotamiento de la institucionalidad.
Dice que apelará a la ley internacional. Específicamente a la Carta
Interamericana. Ella sostiene -como otras constituciones nativas- que a
ningún ciudadano le pueden arrebatar sus derechos políticos si no es
sentenciado. Y aunque según la ley mexicana una persona presa no puede ser
candidato a la Presidencia de la República, López Obrador indica que él
recurrirá a esa ley internacional que, recuerda, fue aprobada por el
Senado mexicano y por lo tanto es ley en México. Además, avisa que irá
ante los jueces para que, aunque esté detenido, lo dejen postular a la
primera magistratura de México.
La mochila de El Encino
Andrés Manuel López Obrador ganó holgadamente la elección para gobernar
la Ciudad de México, con sus decenas de millones de habitantes y sus
miles de problemas. También, una ciudad imponente, potente, llena de
historia, tradiciones, fuerzas, contrastes. Cuando ganó este hombre que,
contradictoriamente, nació e hizo gran parte de su vida política en la
provincia de Tabasco, el PRD por primera vez tuvo mayoría en la Asamblea
Legislativa local.
Escándalos de corrupción y actos ilegales en que se vieron
comprometidos su ex secretario particular, su secretario de finanzas y la
presidenta de su partido, si bien le significaron golpes y alguna baja en los
sondeos, no lo sacaron de la batalla política y electoral. Demostró que
no tenía nexos con los asuntos ilegales y, mejor todavía, sus
adversarios no pudieron demostrar que él estuviera comprometido en esos asuntos.
Claro, en un país como México, el escepticismo sobre el tema abunda.
Por lo demás, desde la izquierda mexicana, de los sectores rebeldes, más
que escepticismo hay un cuestionamiento a sus políticas en temas tan
sensibles como los derechos humanos, ya que el aparato judicial del DF,
por ejemplo, ha decretado el supuesto suicidio de dos luchadores
sociales y de derechos humanos que, sostienen muchos sectores y analistas,
fueron en realidad asesinados.
En ese cuadro, piensa él, Fox, el PAN y el PRI habrían decidido apostar
todo al desafuero. Y luego la cárcel. Y luego quitarle sus derechos
políticos. Y luego sacarlo del escenario. Varios corresponsales tuvieron
en su momento la versión de que el PRI y la Presidencia preferían no ir
por ese camino porque podría “ayudar” a López Obrador o generar una
situación compleja. Pero, sostiene el jefe de gobierno local, finalmente
llegaron a la conclusión de que no había otro camino. Analistas del
gobierno y del priismo estarían considerando que el caso López Obrador
podría durar unos meses y al cabo de ello el desgaste, otra candidatura en
el PRD y la dinámica del país, sacarían del centro al dirigente
perredista. Él mismo cuenta a los corresponsales: “El Presidente tomó la
decisión, lo dijo ante colegas de ustedes, fue ‘off the record’ pero se
difundió, dijo que fue la decisión más difícil del 2004”.
Hay un terreno en el Distrito Federal, propiedad privada, llamado “El
Encino”. Las autoridades estaban construyendo un camino que cruzaba ese
terreno, para dar acceso directo a un nuevo hospital. El dueño recurrió
a un juez y el juez decretó la suspensión de las obras. Según la
Procuraduría General de la República y el gobierno federal -hoy respaldados
por el PRI y el PAN- el gobierno del DF no acató la orden judicial. Y
por ello están acusando judicialmente a López Obrador. “Nadie puede retar
a la autoridad” sentenció Fox.
Ante los corresponsales extranjeros, el dirigente manifiesta: “No hay
delito. Es falso que haya delito. Las obras se suspendieron. Es una cosa
menor porque no hay delito. Imagínense que me quieren destituir e
inhabilitar por intentar ampliar una calle para conectar a un hospital. No
se abrió el camino. Cuando se ordena la detención de la obra se para el
camino y se buscó un camino alternativo (que ya se terminó) pero queda
como constancia la brecha. Si hubiera habido dolo, mala fe, se habría
concluido el camino (original). No fue así, no se desobedeció al juez,
no se violó la ley”. Explica que hay casos análogos en otras provincias
y antes en el mismo DF y nunca se había recurrido a un proceso penal.
Valga señalar que como tal, el delito no está tipificado en las leyes
mexicanas.
El gobernante capitalino no omite recordar que en México se han
producido situaciones mucho más graves como excesos en gastos de campaña, uso
indebido de recursos públicos y sindicales, transferencias de dineros
desde el exterior, uso irregular de aportes para las campañas. “En el
caso de Amigo de Fox -explica- no pasó nada, en el caso del dinero del
sindicato petrolero (con dinero proveniente de la paraestatal PEMEX) para
el PRI no pasó nada, no hay un solo caso de delincuentes de cuello
blanco en la cárcel y a mí, por intentar abrir una calle se me quiere
inhabilitar o destituir”.
Una política exterior mexicana “cautelosa y no protagónica”
Andrés Manuel López Obrador accedió a abordar algunos temas
relacionados con asuntos internacionales. Uno de ellos, que lo estén comparando
con el presidente venezolano Hugo Chávez, que ambos serían populistas.
Dice que “lo de Chávez es muy maniqueo, simplista”. Opina que “cada país
tiene su propia realidad, sus dirigentes, tenemos nuestra historia y
nuestras preocupaciones. No hay parecidos”. Aborda lo del populismo: “Con
esto del populismo hay que tener cuidado porque lo que no les gusta a
quienes están dictando las políticas económicas a nivel mundial, todo lo
que se sale de las recetas, se tacha de populismo. En nuestro caso se
habla de populismo cuando hay programas de apoyo a la gente humilde y
cuando se destinan apoyos a los banqueros se habla de fomento”.
Aprovecha de cuestionar el modelo económico neoliberal imperante en
América Latina que no ha traído bienestar ni soluciones “y eso ha generado
malestar” en el continente. “No funciona la política económica que se
viene aplicando hace 20 años”. Por eso, sostiene, “se están buscando
alternativas, la manera de cambiar” y ahí están los gobiernos de Hugo
Chávez, Néstor Kirchner, Inacio “Lula” Da Silva y Tabaré Vásquez. López
Obrador precisa que “hay gobiernos de izquierda y de derecha, eso sí” y
enfatiza que “lo que distingue a la izquierda en América Latina y en el
mundo es su vocación por la justicia social”.
De Estados Unidos, estratégico para México, habla con concreción. “La
relación tiene que ser de respeto y de cooperación. Es la relación
bilateral más importante en el mundo y tiene que haber acuerdos y respeto”.
Indica que “en el caso de Estados Unidos nos interesa el asunto
migratorio, es el principal tema que tendríamos en la agenda. En migración
fundamentalmente trabajar más en la cooperación”. Recuerda que en los
últimos cuatro años han salido 2 millones de mexicanos hacia territorio
estadounidense y opina que sólo produciendo crecimiento y empleo en México
eso se detendrá. Por ello también, con los vecinos del Norte, dice el
dirigente perredista, “se tiene que buscar un acuerdo más amplio que
vaya más allá del Tratado de Libre Comercio. No sólo el intercambio de
mercancías sino el desarrollo” es lo eficaz.
Hablando como candidato y como posible Presidente, Andrés Manuel López
Obrador, a quien algunos cuestionan su falta de ocupación de asuntos
internacionales, precisa que “la política exterior que nosotros
aplicaríamos sería cautelosa, no protagónica”. Plantea que la fortaleza de una
política exterior es la política interior, lo que se haga adentro del
país; si hay empleo, si hay seguridad pública, si hay crecimiento “vamos
a tener mejor aceptación afuera, nos van a respetar más” e insiste, “no
creo que sea bueno el protagonismo en la política exterior”.
Se muestra partidario de los procesos de integración el Latinoamérica.
Que México se abra más a los países en desarrollo, a los
latinoamericanos. “Hay que mirar hacia el Norte y hacia el Sur -plantea- hay que
buscar la integración con los países del Sur y buscar una buena relación
con los países del Norte”.
Paralelo 21
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