¡Y dale con las Cortes! La política ecuatoriana se ha vuelto un culebrón aburrido, similar a esas telenovelas lloronas que tienen el mismo libreto siempre, con los mismos personajes todos los días, que deambulan de canal en canal, diciendo siempre lo mismo. Sobre todo en dos canales de Quito, que públicamente se declararon actores políticos de primera línea en esta crisis.
Estos personajes proponen alternativas jurídico-políticas para cesar a la actual Corte Suprema de Justicia, que rayan en lo absurdo, y que reflejan la procedencia de clase que tienen sus autores: hablan de nombrar una “comisión de notables”, o una “comisión ética especialísima”, para que designe a los nuevos magistrados, porque según dicen, pocos tienen la calidad moral en el país para hacerlo: ni el Congreso, ni el Tribunal Supremo Electoral, ni la actual Corte, ni la anterior, ni los colegios electorales... ¿ni usted, amigo lector?
“La clase política” es, según su fino discurso, el enemigo a vencer, pero cuando se observa quiénes lideran las marchas que ellos convocan, uno se pregunta ¿de qué renovación hablan, si promueven a viejas figuras de la política nacional como Jaime Nebot, Paco Moncayo, Sixto Durán Ballén, Rodrigo Borja, Fausto Cordovez, etc?
Mientras estos señores continúan inundando la televisión con amenazas de nuevas marchas como la de Guayaquil y Quito, mientras hablan de revocarles el mandato a los diputados que se atrevieron a irrespetar al dueño del país, quitándole las Cortes, Tribunales y el control del Congreso, es hora de que los pueblos hablemos de otras cosas que este tipo de políticos se están pasando por las galletas:
Hablemos de la política neoliberal que impulsa el gobierno y los empresarios poderosos de este país, a través de la denominada “Ley combo” de Gutiérrez, que pretende privatizar el sector eléctrico, petrolero, las telecomunicaciones y la seguridad social, y lo que se nos viene con la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos, que sigue su marcha silenciosamente y de espaldas al pueblo.
Hablemos de la lucha que los médicos del país llevan adelante para que se les pague sus sueldos, de la lucha de los estudiantes secundarios por el carné estudiantil, de la lucha de los servidores públicos en contra del despido de 5 000 de sus compañeros. Hablemos de la no entrega de las rentas a las universidades públicas, así como a los gobiernos seccionales, razón por la cual en Esmeraldas se habla de un posible paro provincial. Hablemos de combatir el Plan Colombia, y de defender las libertades democráticas que están siendo afectadas con una persecución sistemática a dirigentes populares de izquierda, a quienes, al puro estilo Bush, se les acusa de terroristas. No hay que perder de vista el escenario regional actual: la soberanía de los países está siendo violentada impunemente por aparatos de seguridad de los Estados Unidos y de Colombia, para capturar a líderes guerrilleros. En carpeta está la aprobación de la inmunidad de los militares estadounidenses en estos países.
Hablemos de la lucha contra un gobierno que ha traicionado a los pueblos del Ecuador, razón por la que la exigencia de su destitución sigue en pie. También hablemos del proceso unitario que debe retomarse en los sectores populares, en torno a un programa de gobierno unitario, en el que ya se avanzó hace un par de años.
Con esto, sin embargo, no queremos decir que perdamos de vista a la telenovela de los oligarcas. Sobre todo cuando se rumora que se prepara la toma violenta del Congreso Nacional y consecuentemente, un golpe de Estado. Hay que recordar que el golpe de Estado es un mecanismo que está en la agenda del imperialismo, a través de la acción de ONGs como las que en nuestro país llaman a la “restitución del Estado de derecho”.
Son momentos de un hostigamiento por la politiquería de las élites, pero es un escenario intenso que debemos mirarlo con atención, para saber cómo actuar, hacia dónde ir, cómo golpear a nuestros verdaderos enemigos y cómo ir consolidando un proyecto de poder popular en el Ecuador.
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