Me embelesó durante una larga semana, con su encanto tremebundo cuando quiere conseguir clientes para su interminable lista de los que no vuelven. Sabe aprovechar las fiebres y nebulosas que inundan los vacíos desesperantes de quienes están enfermos y alicaídos. Pero, más por inercia y terquedad por la vida, desprecié sus mimos, rechacé sus invitaciones, y le hurté el cuerpo a semejante y poderosa diosa del Averno.
Había escuchado alguna vez que los genios piensan todo el tiempo y los más normales y corrientes como yo, cuando la postración por enfermedad o incapacidad de hacer otra cosa. Y, en efecto, en esta última semana, viendo televisión o películas, oyendo la radio o leyendo diarios, tuve la impresión que uno no es más que una modestísima cuota habitante en el Perú. Entonces, en condiciones así, hasta el vuelo de la más antipática mosca cobra un valor filosófico de gran giro. ¿Por qué vuela tan rápido y por qué se empeña en zumbarle a uno los oídos que ya sufren bastante? Y de repente un perro callejero lanza un ladrido que a uno se le antoja como una de las más horrísonas expresiones que animal alguno pueda lanzar.
Lima se debate en medio de una gran letrina que son sus calles y avenidas, parques, casi sin excepción, en todos los barrios del país. No hay frontera entre baño y calle. Lima hiede. Son pocas las zonas en que las flores y los árboles presiden el contorno con sus aromas vegetales y descontaminadores. Somos una capital con un amplio espectro de enfermedades bronco-pulmonares e infecciones virales que se pescan con tan solo respirar o pasar por lugares poco higiénicos. Tal parece que a mí me tocó en mala suerte caminar por alguna de estas rutas.
Decíame el médico tratante que a otro con una constitución fisica de menor envergadura (¡ni crea el lector que soy un Atlas, en realidad parezco un habitante de Auchwitz con mis actuales 69 kgs.!) o alimentación o hábitos, esta afección le podría haber costado hasta la vida. Amén que las inyecciones, pastillas, consultas, alimentación especial, tienen valores que frisan fácilmente las decenas de soles. Por tanto, hay un hecho incontrovertible: ¡morirse en el Perú es un asunto facilísimo!
La absoluta falta de prevención en torno a las enfermedades en el medio ambiente es un riesgo muy peligroso. En el sur de Lima, investigación que acometeremos en las semanas próximas, una fábrica de cemento, está causando intoxicaciones en menores y madres gestantes. No hay medidas desde las autoridades oficiales y de las municipales ¡ni que se diga! ¿Estaremos creando débiles mentales o minusválidos desde el vientre de las madres? ¡Esos niños nacen ya discapacitados!
Prometo no aburrir más a los lectores con estas crónicas de carácter más bien personal. Pero me burlé de la Parca, la bailé en todos las formas posibles: marinera, salsa, bolero, rock y hasta huayno. En mis sueños enfebrecidos le decía: ¡vete, no te quiero! En mis días de lucidez cavilaba ¡cuánto se aprecia lo que se pierde y la salud es la primera y más indispensable arma de defensa! ¡Aunque no tenga dinero, si tiene salud, lo genera y a vivir más y mejor!
A todos los amigos que tuvieron la gentileza de alentar mi progreso, un saludo cordial y la promesa de la vida que ésta sigue invicta, firme, valiente y por un Perú libre, justo y culto.
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
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