Los tecnócratas vendepatria y los ministros y viceministros ramplones y entreguistas han insinuado o dicho con descaro que el TLC es una herramienta imprescindible para Perú y que, en suma, es la panacea para sus males económicos. Y ocultan que la verdad maciza es al revés: es Estados Unidos el que busca garantizar mercados cautivos para sus productos cada vez más caros (por el costo creciente de su mano de obra y la manipulación usurera de las patentes; materias primas), cariños legales para sus empresas en casos de controversia con arbitrajes sesgados e inclusive basureros industriales para su producción primaria. EEUU ruega por el TLC.

Se pregunta David Lemor, hoy ministro de la Producción: “¿Por qué EEUU quiere un TLC? El Perú es un país y una economía pequeña, inclusive sumando nuestra economía con la de Colombia y Ecuador. Algunas de las razones por las que EEUU buscaría un TLC serían: el querer encapsular a Venezuela para ver si termina a ese régimen y para contrarrestar la fuerza del Brasil en las negociaciones del ALCA. De esta manera, ante el entrampamiento del ALCA causado por la diferencia de objetivos entre Brasil y EEUU (entre otros factores), EEUU optó por tratados bilaterales con Centroamérica y con los países andinos. Estados Unidos tiene razones geopolíticas para la firma del TLC, mientras que las nuestras son razones comerciales y de necesidad económica”. P. 102, El TLC en debate, Red Latinoamericana de Política Comercial, enero 2005.

Por tanto, el ministro del TLC y Asuntos Foráneos, oficialmente de Comercio Exterior, Alfredo Ferrero, su viceministro y “jefe” negociador, Pablo de la Flor, son apenas gonfaloneros interesadísimos en impulsar un TLC que no es prioridad peruana sino norteamericana por más razones que expondremos a continuación. Cuando los felipillos están entre nosotros, no hay sino que esperar traición y dolo.

Como ha resaltado el comentario de un importante embajador peruano, no es que Estados Unidos sea indispensable para el resto del mundo, es al revés. Por eso Estados Unidos necesita succionar capitales foráneos para retroalimentar su crisis sistémica. La reversión de los índices de productividad han hecho que EEUU esté hoy en undécimo puesto a nivel mundial. Y padecen una crisis de seguridad social y del medicare (cuidado médico social), no obstante la enorme ventaja de contar con un flujo migratorio de la mejor calidad (mano de obra joven o altamente calificada). En cincuenta años, EEUU sabe muy bien que no podrá competir con China, India y la consolidación de la Unión Europea.

Dicho en otras palabras, quienes en los países en desarrollo ven en los TLCs la gran oportunidad para las economías empobrecidas, reflejan una visión mediocre y cortoplacista en la evolución de la correlación mundial de fuerzas y deliberadamente se ponen al lado del moribundo. Asimismo, traducen una profunda ignorancia acerca del comportamiento estratégico de los Estados, pues no escatiman en sacrificar de por vida el futuro de sus pueblos que, por definición, son permanentes, para uncirlos de manera desventajosa y precaria en el carro de una economía enferma, la estadounidense, que está condenada a ser menos competitiva y marginal. La fanfarria de amenazas y juegos de guerra de que hace gala EEUU con rivales de poca monta como Irak, Irán o Corea del Norte, no son los mejores ejemplos de poderío, sino patética expresión de un Estado declinante y en disolución progresiva, salvo que encuentre “aliados” y patios traseros tradicionales.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!