En 1965, cuando Lyndon Johnson envió los Marines a la República Dominicana para proteger a un grupo de ciudadanos norteamericanos de una violenta guerra civil, Charles de Gaulle condenó la intervención pero pidió en secreto al presidente estadounidense que diera protección a la embajada francesa en el país. Johnson lo hizo, pero nunca recibió las gracias. Al contrario, Francia condenó la intervención en Vietnam y finalmente sacó a sus tropas de la OTAN. George W. Bush debió comprender lo que sintió Lyndon Johnson cuando oyó a Jacques Chirac denunciar la intervención estadounidense en Irak y presentar a Donald Rumsfeld como alguien «falto de cultura» después que la Casa Blanca dio su apoyo a la operación en Costa de Marfil.
Muchos creen erróneamente que la hostilidad francesa apunta personalmente al señor Bush cuando en realidad Francia ve en Estados Unidos una especie de amenaza desde hace varios decenios. Las raíces del problema están en el gaullismo, una forma de nacionalismo según la cual Francia debe influir en el destino de toda la humanidad. Francia no se ve ya a sí misma como un árbitro entre los dos bloques, como en la época de la guerra fría, pero quiere continuar conteniendo a «la hiperpotencia». Esto se manifiesta en el plano cultural (a niveles a veces ridículos como cuando una corte de justicia acaba de quitarle a la película Un long dimanche de fiançailles su nacionalidad francesa porque la financió la Warner Bros, aunque todo el equipo es francés y la película fue rodada en francés) pero sobre todo en el campo político. De esa manera, Francia no solamente se opone a la intervención estadounidense en Irak sino que ha tratado de sabotear por todos los medios los objetivos de Estados Unidos. Francia quiere actualmente que los grupos insurgentes que matan norteamericanos e iraquíes estén representados en la conferencia de Egipto.
Francia no puede esperar al fin del mandato de Jacques Chirac para realizar la esperanza de mejorar las relaciones ya que este podría buscar un tercer mandato o bien ser reemplazado por Dominique de Villepin, quien comparte su orientación. Sin embargo, castigar a Francia, como sugirió Condoleezza Rice sería una mala política. Hay que ignorar a Francia.

Fuente
International Herald Tribune (Francia)
El International Herald Tribune es una versión del New York Times adaptada para el público europeo. Trabaja directamente en asociación con Haaretz (Israel), Kathimerini (Grecia), Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania), JoongAng Daily (Corea del Sur), Asahi Shimbun (Japón), The Daily Star (Líbano) y El País (España). Además, a través de su casa matriz, lo hace de manera indirecta con Le Monde (Francia).
New York Sun (Estados Unidos)

«Liberté. Égalité. Absurdité», por John J. Miller, New York Times, 3 de enero de 2005.
«Liberté. Égalité. Absurdité», International Herald Tribune, 4 de enero de 2005.