Con el voto de las dos Cámaras del Congreso y la firma garantizada del presidente, entrará en vigor la ley de reforma de inteligencia y se creará el cargo de director nacional de inteligencia. Esto tendrá aspectos positivos y negativos, pero la conservación de la información táctica por el Pentágono libra al proyecto de muchos problemas. Una cuestión burocrática crítica es decidir dónde radicarán su director y su administración: no puede ser en la CIA, pues esto los vincularía con una cultura responsable de numerosos fracasos. No puede ser en el Pentágono, pues se les acusaría de tener criterios parcializados. No puede ser en la Casa Blanca, pues se correría el riesgo de entrar en confrontación con el consejero para la Seguridad Nacional. Es preciso que cuenten con sus propios locales. Uno de los resultados positivos de la creación de este cargo es que las diversas agencias serán puestas en un plano de igualdad. Pero lo más importante no es la creación de este cargo, sino la reforma interna. Hay que disminuir el peso de la burocracia y aumentar el número de analistas. Hay que cambiar la cultura de la CIA que, con demasiada frecuencia, se niega a compartir sus informaciones, inclusive desde el 11 de septiembre. En la Defense Intelligence Agency (DIA) hay que incrementar el número de analistas regionales en el terreno. El Congreso y la prensa deben también asumir su parte de responsabilidad en lo que ocurre en el mundo de la inteligencia: sus presiones tienden a politizar dicha actividad.

Fuente
Washington Times (Estados Unidos)
Propiedad del reverendo Sun Myung Moon (Iglesia de la Unificación).

«Reform from within», por Darl Stephenson, Washington Times, 15 de diciembre de 2004.