Riga, capital de Letonia, Plaza de la Libertad, miércoles 16 de marzo 2005, manifestantes neonazis conmemoran la memoria de los fascistas y nazis hitlerianos con la bendición del gobierno letón.

Lo que esta ocurriendo actualmente en Letonia es verdaderamente muy lamentable, vergonzoso y peligroso. Aceptar manifestaciones nazis con el apoyo del gobierno democrático letón puede conducir a los peores extremos y es al mismo tiempo una bofetada e insulto a los Derechos Humanos y a la memoria de millones de personas asesinadas en la Segunda Guerra Mundial por esta ideología. Pero para comprender la actual situación política, es necesario recurrir a la historia para poder neutralizar las falaces justificaciones de los fascistas letones y otros extremistas.

El presente texto de Alfred Koch [1] recoge una polémica reacción a las declaraciones de carácter historiográfico de la actual presidenta de la República de Letonia, Sra Vaira Vike-Freibergui, que se ha negado a reconocer las festividades del 9 de mayo 2005 (Victoria sobre el nazismo, el fascismo y el final de la Segunda Guerra Mundial) y que ha expresado opiniones peyorativas con respecto al grado de civilización y desarrollo de la democracia en Rusia, así como ha proferido otros criterios semejantes.

La presidenta letona Sra. Vaira Vike-Freibergui con une medalla, foto izquierda, a la derecha hablando en la ONU. Esta mujer apoya a los nazis y ha ordenado a las fuerzas policiales de Letonia de proteger y autorizar la manifestación nazi.

Vaira Vike-Freibergui había declarado recientemente: Es claro que no podemos cambiar la conciencia de aquellos rusos ancianos, que el 9 de mayo van a festejar con pescado, vodka y coplas populares, recordando la forma heroica en que conquistaron los países bálticos, declaró, asimismo la presidenta.

Los fascistas letones y sus demás «socios» baltas (Estonia, Lituania) pretenden manipular la historia pretextando ser víctimas del comunismo, del comunismo soviético, para validar sus comportamientos neonazis.

Por tal razón, a pesar del tono irónico y sarcástico de este artículo y al cual la «Red Voltaire» no adhiere favorablemente, consideramos que el contenido y la investigación histórica efectuada por su autor, Alfred Koch, nos ayuda a esclarecer y comprender la problemática letona y su actual comportamiento extremista, el cual no tiene ningún sustento histórico para declararse víctima del comunismo soviético ni de la amenaza rusa, a la cual aborrecen con un odio propio a los nazis.

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Video mostrando el desfile conmemorativo de los veteranos SS nazis en Estonia y en las calles de Riga, capital de Letonia.


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Nosotros consideramos de veras, que el nivel de reconocimiento de la culpa histórica, está proporcionalmente relacionado con el nivel de las ambiciones políticas: las grandes naciones, más que otras, deben saber disculparse por sus acciones y recordar su historia. Es preciso saber debatir el tema, sin necesidad de pelear con los vecinos y de saber aceptar nuestras culpas y nuestras responsabilidades históricas.

Emblemas, recordatorios nazis depositados por los fascistas letones en la manifestación en Riga

Un miembro más de la familia de naciones civilizadas de la Unión Europea

En las costas del mar Báltico, donde se encuentran sus aguas con las del río Dviná (Daugava), vive un pueblo, conocido como los letones. Éste, recién ingresó en la armoniosa familia de pueblos europeos (“naturalmente, muy superiores a Rusia”), lo cual significa que ha sido reconocido, por un riguroso jurado, también europeo, como un pueblo civilizado. Siempre he tenido una inquietud ¿de qué modo, esta o aquella nación pueden ser consideradas civilizadas y otras bárbaras? Sea el que sea, ha sucedido ahora, los letones, han sido identificados como un pueblo civilizado y fueron incluidos en la Unión Europea, mientras que Rusia, no.

Estudiemos esta nación civilizada con más detalles. Es posible que entonces veamos a partir del contraste con esta bella y humanitaria cultura, nuestra ignorancia y nos avergonzaremos de la simple idea de creernos dignos de ingresar como miembros de la Europa unida. Y bien, comencemos...

“Livonia - bajo el apelativo de Livonia se conocían en la edad media las tres comarcas que se encuentran hacia el oriente de la costa báltica, es decir, las antiguas Liflandia, Estlandia y Kurlandia (Lituania, Estonia, Letonia). Livonia fue poblada por cuatro grupos étnicos: los livos, los estos (de una tribu finlandesa), los latgalos y letones (de tribus lituanas). Hasta el siglo XIII es imposible hablar de una organización política común de Livonia. Algunas tribus vivían totalmente independientes unas de las otras; el nivel cultural de estos era bajo.

Ciudadanos letones han venido a protestar a Riga contra la manifestación nazi, vestidos de reos judíos o con la estrella de David en le pecho para recordar las barbaridades nazis.

Su religión consistía en rendir culto a los fenómenos de la naturaleza. Su deidad principal era el dios del trueno Perkún, al cual consagraban cortando robles seculares. Entre sus costumbres estaban los sacrificios; el caballo se consideraba el más noble de ellos. En las guerras sus habitantes demostraban gran ferocidad y descuartizaban sin piedad a sus prisioneros.

Los difuntos eran cremados; siendo su ceniza conservada en urnas. En tiempos actuales se han encontrado bastantes urnas de este tipo. Junto con el finado frecuentemente se cremaban sus más queridos animales domésticos, caballos y perros; en sus tumbas les colocaban sus armas, pan, miel, monedas, etc.” (Enciclopedia de Brokhaus y Efron, Tomo 34, Pág. 654, Livonia).

La referencia sobre la trucidación (descuartizamiento) sin piedad de sus prisioneros, hace recordar el curso de historia del Mundo Antiguo. ¿Recuerdan como los profesores nos contaban que originalmente los antiguos egipcios no sabían qué hacer con los prisioneros (su alimentación salía cara) y por eso los mataban. Sólo después fue que se les ocurrió utilizarlos como mano de obra gratuita. Incluso eran llamados «ganado parlante».

Así fue que apareció el sistema esclavista y comenzó la civilización. A partir de todo esto se puede deducir que en el siglo XIII vivía en Europa un pueblo que por su nivel de salvajismo, todavía estaba en el siglo V antes de Cristo.

La policía letona no ha permitido que los extremistas nazis sean molestados en su conmemoración y ordenó que los manifestantes anti-nazis sean expulsados. En la foto ciudadanos letones disfrazados de reos judíos de los campos de concentración son evacuados brutalmente por la policía letona.

Sólo para comparar, digamos que en la «bárbara» Rusia, para esa época ya se habían escrito El Relato de los Tiempos Pasados y El Cantar del Ejército de Ígor, lo que obviamente demuestra la existencia de una literatura rusa (no griega) independiente.
¡Qué hablar de los templos de piedra, una artesanía desarrollada y trescientos años de Estado!

En realidad, la etapa histórica de desarrollo de esas tierras no está, en forma alguna, relacionada con los letones, sino con sus colonizadores, los alemanes. Aproximadamente a mediados del siglo XII comienzan a llegar a Letonia de Alemania comerciantes, soldados y misioneros. Paulatinamente los cruzados alemanes fueron superando la resistencia de los livos, fundando la ciudad de Riga en el año 1201 como capital del arzobispado y plaza de armas para la conquistas de nuevas tierras.

Riga durante mucho tiempo fue capital de la Orden de los Caballeros Cruzados Alemanes. Inicialmente se trataba de la Orden de los Caballeros de la Espada y posteriormente, con su fusión con la Orden Teutónica, se transformó en la Orden Teutónico-Livónica. Las tribus letonas se oponían con ahínco a la expansión alemana, pero su dispersión trajo como consecuencia la definitiva conquista de Letonia a finales del siglo XIII.

Hasta fines del siglo XIX la sociedad letona era dominada por una élite alemana. Estos alemanes bálticos conservaron sus privilegios durante la dominación polaca y sueca de la región, en el siglo XVII, así como en los siglo XVIII y XIX, durante el gobierno ruso. Los barones y los burgueses ricos, eran los que detentaban el poder, siendo grandes terratenientes los primeros y ciudadanos predominantes en centros urbanos, tales como Riga y Elgaba.

Para poder entender el grado de abismo cultural entre rusos y alemanes por un lado y letones por otro, es preciso determinar cuándo fue que apareció una versión vernácula de la Biblia en los pueblos respectivos. Es obvio que en el medioevo, cualquier cultura nacional tenía una gran influencia religiosa y la expansión de la escritura y la lectura podía llevarse a cabo, prácticamente de forma exclusiva, basada en los estudios y transcripciones de la Biblia.

La primera traducción de la Biblia al eslavo antiguo (ruso) fue hecha por los monjes griegos Cirilo y Metodio (inventando para tales propósitos una escritura basada en el alfabeto griego, el actual alfabeto cirílico) hacia el año 860, es decir en el siglo. IX. He aquí la ortodoxia.

Las primeras traducciones de la Biblia al alemán se hicieron más o menos por esa misma época (al gótico, fue antes, en el siglo VI); sin embargo, debido a la restricción de los católicos, la primera traducción oficial de la Biblia al alemán apareció sólo en épocas de la Reforma, fruto de la labor de Martín Lutero, en 1521.

Otros civiles anti-nazis evacuados por la fuerza para proteger a los nazistas letones.

Y bien, los rusos y alemanes tenían escritura y una cultura religiosa nacional, comenzando el siglo IX y ya en el siglo XVI tanto unos, como otros, tenían su imprenta nacional y una Biblia en lengua vernácula.

¡Ahora, atención! Los tan civilizados letones recibieron una traducción a su lengua de la Biblia sólo en 1694. Y la persona que hizo tal cosa tenía como nombre sencillamente Ernst Glük (nombre de origen alemán).
¡Tremendo apellido letón, no les parece...
¡Ja, ja, ja!

Paralelamente, para estos propósitos, los alemanes les inventaron a los letones una escritura, basada en la gramática alemana. Y para que después no haya preguntas, aquí les van los nombres de las personas que lo hicieron: Reguehausen (1644) y Adolfi (1685). La escritura definitiva de los letones fue creada por G. F. Shtender a mediados del siglo XVIII.

Lo que viene a continuación es una comedia.
¡En 1868 fue que apareció el primer manual de lengua letona, editado en Riga en idioma ruso! Por lo que se deduce que gracias a los esfuerzos de dos pueblos, en primer lugar el alemán y en segundo el ruso, los letones recibieron su escritura. Claro, ¡800 años más tarde que los demás! Y bastante que hicieron. Los mismos letones, hasta ese momento, no habían movido un dedo. Su cultura les fue regalada en bandeja de plata.

Ahora voy a decir algo, que ni sé cómo hacerlo...
los letones ganaron su escritura ¡tan sólo 50 años antes de la tribu siberiana de los chukcha! Estos compañeros siberianos la recibieron del camarada Stalin, a comienzos de los años 30 (1930). ¡Vamos, inclúyanlos en la Unión Europea!
¡Urgentemente! Los rusos los ocuparon y ahora ellos son libres, civilizados, «etc., etc., etc.»

Hay que hacer una salvedad por el camino en cuanto a lituanos y estonios, quienes tenían ya una gran historia, por un lado y por el otro, funcionaban como parte de la tradición cultural finlandesa que nunca perdió su contacto con Estonia.

No vamos a hablar del papel jugado por los rusos en la historia letona. La polémica al respecto ya se volvió un lugar común y se resume al mismo arsenal de argumentos de ambas partes. Pero ¿y los alemanes... qué rol jugaron ellos en Letonia? ¿Qué fue lo que ellos hicieron? ¿Qué les dieron los letones en agradecimiento?

Los alemanes hicieron en Letonia... veamos, ¿cómo podemos decirlo de manera delicada, sin ofender? Todo. Sencillamente todo. Iglesias, universidades, crearon el comercio, la industria, los caminos, los acueductos, la electricidad, la literatura. Como ya mencionamos más arriba la escritura, la religión; también la medicina, la educación, el ejército. ¿A ver, qué más puede existir en el mundo?

Al estudiar de forma más detenida la historia de ese país (Letonia) se puede llegar a la conclusión que la independencia de Letonia en 1919 no es fruto de su actuar, sino de los alemanes. Como es sabido, en noviembre de 1918, la Alemania del Kaiser fue vencida en la Primera Guerra Mundial y en la región báltica aparecieron nuevos estados: Estonia, Letonia y Lituania. Sin embargo, casi enseguida, el ejército bolchevique, con un golpe desde el sudeste avanzó y ocupó Riga, apoderándose de facto de toda la región, separando Estonia de Kurlandia (Letonia).

Las recién nacidas repúblicas bálticas no tuvieron más remedio que crear una fuerza militar conjunta. Y debido a la ausencia de cuadros capacitados fue preciso pedir ayuda a especialistas extranjeros: los alemanes, que en esos momentos se aburrían de no hacer nada y los rusos blancos (que apoyaban a Alemania y odiaban a los rojos comunistas, eran en sí terribles fuerzas contrarrevolucionarias, en su seno estaban la aristocracia rusa zarista, la burguesía y todos los oficiales de la monarquía zarista rusa. Nota del Traductor).

En aquella época en el territorio báltico se encontraba la 12ª División de Infantería germana bajo el mando del mayor-general Rüdeger von der Holtz. El general comenzó a actuar de forma activa, considerando su tarea principal repeler el avance bolchevique. Este plantó su base en Kurlandia, donde todavía quedaban de la Primera Guerra Mundial grandes arsenales y almacenes.

Utilizando estos recursos fue que von der Holtz pudo reunir una variopinta tropa, que estaba integrada por voluntarios alemanes y letones (landsver = ejército de tierra alemán) encabezados por el mayor Fletcher, por rusos blancos (el destacamento del duque A. Liven, ruso también y contrarevolucionario) y por soldados del ejército regular alemán (la División de Hierro) comandada por el coronel Bischof.

Luego de repeler exitosamente el avance rojo desde el sur, von der Holtz movió las tropas de los landsver hacia Riga. El día 22 de mayo cayó la capital de Letonia. Con el transcurso de varios días von der Holtz entregó de forma plena el poder al gobierno de K. Ulmanis. De este modo los alemanes, en gran medida actuando por iniciativa propia, sin esperar ninguna orden de Berlín, a cuenta y riesgo, garantizaron la independencia de Letonia.

Los historiadores y políticos letones, que mitificaron el período entre guerras de su historia, deben siempre recordar que este bello idilio podía no existir si no fuera por la firmeza de los soldados alemanes y el talento del modesto general Rüdiger von der Holtz, que era temido por los rojos como si fuera fuego y lo bautizaron como «El Caballero Negro». Lo curioso es que no he encontrado yo en las calles de Riga un monumento a este héroe en la guerra en contra de los bolcheviques y los ocupantes rusos. Es más, en 1919 el bravo general fue expulsado de Letonia, sin mediar palabra, muriendo olvidado el 4 de noviembre de 1946 en la ciudad bávara de Kinsegg, (Alemania) a los 75 años.

¿Dónde están esos heroicos letones que derramaron su sangre por la independencia de su orgullosa patria? ¿Dónde quedó la masa fundamental de la población masculina capaz de usar un arma? ¡Ah!, pues esa es una historia muy interesante que les contaremos de inmediato.

En 1915 en medio la efervescencia de la guerra, la sociedad letona, matizada por una marcada tendencia monárquica, se dirigió al soberano con la petición de conformar sus tropas nacionales, queriendo así decir que serían mejores guerreros cuando estuvieran combatiendo uno al lado de otro muchachos del mismo poblado, ciudad, fábrica...

A lo que el conmovido Zar respondió rubricando el correspondiente decreto: dicho y hecho. Ya para finales de año las tropas letonas (algunos regimientos y luego divisiones) fueron creados y enviados al frente de la Primera Guerra Mundial.

Luego vino la revolución rusa. El congreso de delegados letones, de los regimientos artilleros letones, celebrado en Riga a mediados de mayo de 1917, fue el punto de partida de los letones «para nadar con la corriente revolucionaria hacia adelante» que había estallado en Rusia.

Los 226 delegados, casi por unanimidad tomaron la resolución, en la cual se consignaba que el gobierno interino era el resultado del intento de la pequeña burguesía y una parte de los trabajadores de entrar en componendas con la burguesía imperialista y los terratenientes. La guerra fue caracterizada como imperialista en dicha resolución, por lo cual las fuerzas revolucionarias debían luchar por la paz sin anexiones, ni contribuciones, es decir que había que expulsar los gobiernos imperialistas.

En cuanto al punto fundamental para la revolución -el poder- el Congreso letón anunció: «Nuestro lema es el llamado hacia la democracia revolucionaria: ¡todo el poder para los Soviets de los diputados obreros, soldados y campesinos!».

Lo cierto es que ni los líderes bolcheviques rusos (o soviéticos) esperaban un tan convincente direccionamiento por parte de los letones. Estas fueron las palabras que escribió P. Stuchka [2], recordando aquel día:
«Lo que yo presencié fue una exaltada y casi unánime votación. Debo confesar que estaba petrificado ante tal decisión. Un día más tarde, al intervenir en una reunión independiente de uno de los regimientos, me convencí que se trataba de los pensamientos e inspiración de las masas letonas y no de una camarilla escogida».

Dos fotos del mismo P. Stuchka, jurista y revolucionario letón que estableció y fundó el Partido Comunista en Letonia, más tarde reconocido héroe soviético por Stalin.

La resolución del 17 de mayo significaba el paso de los artilleros letones al bando bolchevique revolucionario; los 40 mil artilleros letones se convirtieron en el núcleo de las tropas bolcheviques en la revolución. Un hecho significativo que nos da una panorámica de las visiones políticas de los artilleros letones es que en las elecciones a la Asamblea Constituyente, que se celebró en noviembre del año 1917, los candidatos bolcheviques recibieron el 95% de los votos.

Casi tres meses después, en febrero de 1918, las tropas alemanas, incluida la 12ª División de Infantería del mayor-general Rüdger von der Holtz, vulneraron el frente y ocuparon todo el territorio de Letonia. Esos 40 mil bien educados y armados letones no defendieron su patria, sino que se dirigieron «a luchar por la independencia y el fortalecimiento del poder soviético» en las llanuras rusas.

Ellos llevaban en sus bayonetas el terror revolucionario o dicho en otras palabras la muerte de millones de rusos (esta parte quiere explicar que la Revolución rusa no estaba concretizada a causa de los ruso-blancos contrarrevolucionarios -fuerzas zaristas- y que gracias a los artilleros letones se pudo obtener la victoria bolchevique, ndlr.).

Veamos como León Trotsky (y hay que convenir que no podemos encontrar un mejor especialista sobre la Guerra Civil Rusa, sobre todo porque estamos hablando del ¡comisario popular encargado y fundador del Ejército Rojo y la armada! -¡nadie más importante!) describe el papel de los artilleros letones en los finales de la Guerra Civil:

«Las tropas artilleras letonas, destacados por su incomparable abnegación en el período de la guerra civil, fueron creadas aún en el año 1915, bajo el gobierno zarista».

La composición básicamente proletaria de estas tropas fue lo que condicionó que inmediatamente después de la Revolución de Febrero, en mayo de 1917, los artilleros letones se anunciaran como partidarios de los bolcheviques. Desde ese momento ellos conectaron su destino con el destino del proletariado revolucionario de las repúblicas soviéticas (rusas), cada vez demostrando su calidad en los más peligrosos segmentos del frente e infligiendo fuertes derrotas a los enemigos.

El cuerpo letón, creado el 14 de diciembre de 1917, debería ser desmovilizado de acuerdo con el Tratado de Brest. Para conservarlo, fue tomada la decisión de rebautizarlos como división artillera soviética (cosa que sucedió el 13 de abril de 1918).

Como jefe de la división quedó I.I. Vatsentis (militar letón y más tarde héroe soviético). Antes de su devaluación a cuerpo, los regimientos letones participaron en la lucha contra el cuerpo polaco de Dovbor-Mutsinskiy (contrarrevolucionarios polacos) y en el sur con Kornílov (militar ruso zarista y contrarrevolucionario, capturado y fusilado más tarde por los bolcheviques).

En 1918 las tropas letonas toman activa participación en la destrucción de los anarquistas y el aplastamiento de la revuelta de los eseres [3] de izquierda. En tiempos del motín checoslovaco fueron dislocados hacia el Frente Oriental 7 regimientos letones.

Por su valerosa defensa durante dos días de Kazán (5 y 6 de agosto) el 5º regimiento letón fue condecorado el Comité Central del partido comunista de Rusia, con la bandera roja. A finales del 1918 y comienzos de 1919, las tropas letonas limpiaron su país de los barones alemanes y los rusos blancos contrarevolucionarios (¡Vean pues, a las tropas letonas! ¡Son esas mismas que al principio ocuparon Riga y fueron sacadas a puntapiés por von der Holtz y mandadas de regreso a Rusia! ¡Era así como ellos veían su natal Letonia: un país bolchevique!

¡¿Dónde, pero dónde, está el agradecimiento hacia los alemanes que salvaron su país de unos bestiales compatriotas?! El comentario es mío, A.K.)

En otoño de 1919 nosotros vemos toda la división artillera letona con su caballería (¡Diablos, ellos incluso tenían una caballería, lo que significa: súmale a esos 40 mil, por lo menos, 10 mil más! Otro comentario mío, A. K.) en las afueras de Oriol, a donde fue desplazada por el comandante en jefe letón Vatsetis, para cerrar las vías de acceso a Moscú. Aquí fue preciso ponerla en el centro del grupo de ataque contra el Ejército de Voluntarios [4] del general Denikin (ruso-blanco contrarrevolucionario).

A las divisiones letonas les fueron sumadas las brigadas de Primakov y Pávlov (fuerzas bocheviques). El combate se produjo en la región de las montañas. Aquí tuvo lugar uno de los combates más sangrientos entre la división letona, con las tropas a ella asignadas, de un lado y el primer cuerpo del Ejército Voluntario, del otro. Las fuerzas estaban equiparadas. El combate duró cerca de dos semanas, del 11 al 27 de octubre (1919). Ambas partes se esforzaron al máximo.

El esfuerzo definitivo lo llevaron a cabo la primera brigada letona y el séptimo regimiento en la noche del 26 al 27 de octubre, destruyendo la retaguardia del adversario y ocupando las montañas. La localidad de Kromy albergaba los estados mayores. La victoria de Kromy abrió el camino hacia el triunfo definitivo sobre el ejército de Denikin (militar zarista contrarrevolucionario), que retirándose se transformó en retazos de tropas militares aisladas.

Mientras tanto, el quinto regimiento letón combatía al general Yudénich (contrarrevolucionario ruso), que avanzaba hacia Petrogrado (actualmente San Petersburgo, ex Leningrado). Junto a los regimientos 87 y 88 venció definitivamente a las bandas de Yudénich, en las proximidades de Pávlovsk.

El frente del general Yudénich resultó dividido en dos partes; esto redundó en una huida masiva de su ejército a Estonia, donde fue finalmente liquidado. Por sus valientes acciones en las proximidades de Petrogrado, el quinto regimiento letón obtuvo su segunda bandera roja (gran honor y condecoración soviética dada a un conjunto de personas).

En la primavera de 1920 la división de artillería letona actúa en las cercanías de Perekop, que es conquistado mediante ataque, pero al no ser convenientemente apoyada en su momento, se ve forzada a replegarse. En verano y otoño, la división letona participa en las primeras filas de combate en contra del general Vrángel -contrarrevolucionario ruso-. (León Trotsky La República Soviética y el mundo capitalista. Primera parte.).

De tal modo, se puede afirmar sin temores, que el triunfo de los rojos en la guerra civil en gran medida fue condicionado por la participación de su lado de las tropas letonas. De todos es conocido, que el viraje en la guerra se produjo luego de la victoria sobre el Ejército de Voluntarios cerca de Oriol. Ahora sabemos quién lo garantizó.

Si a esto agregamos el entusiasmo con que marchaban los letones a combatir y con qué placer participaban en los fusilamientos y luego la energía que imprimían a la construcción de los campos de concentración GULAG. Todos estos Vatsetis, Peters, Stuchik, Latsis, Berzin... Pienso yo, que ya es hora de que le pasemos la cuenta a Letonia y no al revés...

Veamos cómo valora la participación numérica de los letones en la conformación y afianzamiento del poder soviético en Rusia el reconocido profesor letón Aivars Stranga (Mensajero de Europa, 2001, N° 2): “184 mil letones, más del 10% de la población de nuestra nación (si vamos a ser exactos, el 20%. ¿De dónde fue que salieron tantos? Pero bien, las cifras no son mías, quizás junto con los familiares dé la cuenta -A. K.) que se quedaron en la Rusia Soviética luego de la revolución y no regresaron a Letonia, no participaron en la construcción de una Letonia libre e independiente.

Los 70 mil firmaron su propia sentencia de muerte, llevada a cabo en 1937 (los perros, que mueran como perros. Comentario mío -A. K.). Esta cifra -184 mil que quedaron aquí en puestos de dirigentes, incluidos la Dirección Estatal de Investigaciones y la Comisaría Nacional de Asuntos Internos -son prueba de que desde el punto de vista social y de las ideas, nuestro país fue destruido”.

De nuevo hablemos sobre las relaciones entre letones y rusos. Todo esto se ha dicho miles de veces, al punto de crear una ampolla en la lengua. ¿Qué hay con el pueblo libertador? Quiero decir, los alemanes ¿?. Seguramente los letones agradecidos por haberlos salvados de los bárbaros rusos rojos (o sea, los propios letones) dieron las gracias a los alemanes.

Vivan a sus anchas en la Letonia libre, cuya libertad Uds. defendieron con las armas en las manos, queridos señores alemanes. ¿No? Pues no. No hubo gratitud. El letón no es esa clase de persona que agradece a diestra y siniestra.

El propio Aivars Stranga, escribe: «El pacto Ribentrop-Mólotov abrió las puertas a la Segunda Guerra Mundial y a la cuarta división de Polonia, así como la ocupación de los países bálticos en junio de 1940 y el primer empobrecimiento cultural de Letonia.
Los 60 mil alemanes bálticos tuvieron que dejar su patria en la cual vivían hacía siete siglos. En nuestros corazones no siempre abundó el amor por ellos, pero ellos nos trajeron la escritura, la arquitectura, ellos nos trajeron la primera unión europea: La Hansa. Ellos tuvieron que abandonar Letonia luego del pacto y nosotros quedamos más pobres. Este fue el primer holocausto cultural».

Esto es una visión letona acerca de las interrelaciones entre alemanes y letones. En ella todo es falso, exageración y mentira burda. Vamos por puntos.

 La II Guerra Mundial comenzó no en consecuencia del pacto Ribentrop-Mólotov, sino como resultado de «Conspiración de Munich», cuando Chamberlain (ministro inglés) le dio Checoslovaquia a Hitler para que la devorara. Esto es banal y un lugar común. Pero el respetado profesor no quiere percibir eso. Si lo desean, en cierto sentido, dicho pacto lejos de dar comienzo a la guerra, lo que hacía era dilatarla y así lo hizo por dos años, aproximadamente.

 Es cierto, como resultado del pacto, los 60 mil alemanes tuvieron que dejar su patria. Esto es una gran tragedia. Gracias que el honorable profesor, aunque sea le reconoce a estos alemanes el derecho de llamar patria aquel lugar donde ellos vivieron siete siglos. Pero aquí a Ud. le surge un problema profesor, hay algo que no concuerda. Vea Ud., antes de la revolución en el territorio de Letonia (equivalente a las gobernaciones de Kurlandia y Liflandia del Imperio Ruso) según el censo de 1867 (!) vivían 150 mil personas (Enciclopedia Brokhaus y Efron).

Teniendo en cuenta que la población se había incrementado, entonces en las vísperas de la I Guerra Mundial, se podía suponer que había cerca de 200 mil alemanes. Y los descendientes de ellos, mezclados, aumentan la cifra a 300 mil. Supongamos que las tendencias anti-alemanas previas al año 14, obligaron a parte de los alemanes a emigrar.

Vamos a suponer incluso, que fuera la mitad. Sea como fuere, esta cifra no baja de 150 mil personas. De este modo, por ejemplo, el investigador alemán Herd Shtrikker, en su libro Aguántense Bien, en el capítulo llamado Iglesias Evangélicas en los países del Báltico(1918),escribe: «Elfindela primera GuerraMundialtrajo consigo la creación de nuevos estados, junto con Polonia y Letonia, de las provincias occidentales rusas de Estlandia, Liflandia y Kurlandia, basándose en criterios lingüísticos se crearon los estados de Estonia y Letonia. Luego de esto, una parte significativa de la capa más alta de la población alemana,la cual estaba compuesta entre 10 y 15% de los habitantes, emigró a Alemania...»

Aquí sí tenemos coincidencias. Si la poblaciónde Letonia en aquel momento no superaba los dos millones de personas (según el censo de 1935 1.951.000), eso es justamente unos 200 mil individuos. Pues bien, la emigración de la masa fundamental de los alemanes de Letonia no se produjo durante la Primera Guerra Mundial (aunque sí haya existido) y no luego del pacto Ribentrop-Mólotov (luego del pacto partieron los restantes 60 mil, como bien escribe el prof. Straga), sino en el ínterim del año 1919, o sea, el momento de creación de la Letonia independiente y 1934, cuando en Letonia se instauró la dictadura nacionalista de Ulmanis.

Así es como describe Herd Shtrikker las relaciones entre las comunidades luteranas letonas y alemanas a principios de los 30: “La cosa se dio totalmente diferente en Letonia - anteriormente, este autor escribe que las relaciones entre los alemanes y los estonios se desarrollaban de forma constructiva.

Formalmente los alemanes bálticos, los cuales componían el 6% de los luteranos de Letonia (¡ya son 6%, qué rápido! - nota mía, A. K.) quedaron como miembros de la Iglesia Evangélica Luterana de Letonia. Pero junto con ello, crearon su propio episcopado, encabezado por el obispo Peter Harald Peljau.

Este episcopado cada vez más recordaba el desarrollo de una Iglesia dentro de la Iglesia y no porque los alemanes lo quisieran mucho, sino porque en dicha Iglesia penetraron fuerzas nacionalistas letonas ajenas a la misma, las cuales la encaminaban a la ruptura con los alemanes. Asimismo una posición semejante de muchos letones, consecuencia de una sobrestimación de los «pueblos jóvenes» de su idiosincrasia nacional, disgustaba a la élite alemana, haciéndola lejos de aproximarse, que adoptara una posición de aislamiento.

Las tensiones crecieron significativamente luego de que en 1931, el presidente de Letonia Karlis Ulmanis le quitó a la congregación alemana la catedral de Domskiy y se la traspasó a la letona. Actuando no sólo sin base legal alguna, sino a contrapelo de un referéndum popular, que determinó que el templo debería quedar en manos de la congregación alemana.

La violación de derechos era tan notoria, que el jefe de la Iglesia Evangélica Luterana en Letonia, el obispo Karlis Irbe, el 31 de octubre de 1931 informó sobre su demisión, ya que le resultaba imposible seguir el curso nacionalista que llevaba su Iglesia”.

El bello templo, cuya construcción del siglo XIII fue iniciada por el obispo alemán Albert, fundador de Riga, se erigió durante siglos, como cualquier catedral europea. Finalmente fue terminado en el s. XIX, cuando fue instalado en él el mejor órgano de la Europa Oriental, realizado en Sajonia.

La catedral era orgullo de los alemanes y no sólo de Riga, sino de los alemanes en general. Éste era conocido en todos los países, siendo antes y ahora, el primer monumento de interés de la ciudad. De que se trataba de un producto de la espiritualidad germana, nadie tenía dudas, ni siquiera los propios letones (vean los resultados del referéndum), pero se lo quitaron y ya. Todo en agradecimiento por la escritura, la arquitectura, la Hansa, el cristianismo, la defensa de los bolcheviques. ¡La civilización se sale por los poros... ni los habitantes de Papua Nueva Guinea!

No me acuerdo bien, creo que en Zimbabwe, los negros les están quitando a los blancos sus propiedades, basados en la idea que la tierra es de ellos y que esos mismos blancos, que hace doscientos años que viven ahí alimentan a todo el país, no parece interesarle a nadie, ya que está en juego «nuestra» particular cultura negra, que es tan amante de la libertad y por eso váyanse al car..., queridos blancos; las granjitas déjennoslas... claro, lo cierto es que nosotros no sabemos hacer nada, pero estamos seguros que vamos a cortarlos en pedacitos, cagados ocupantes, si no se pierden: nada, cosas de la civilización; no hay mucho qué decir.

Sí, casi lo olvido, hubo un tercer pueblo que causó gran impacto en la población letona: o tal vez ellos sobre los otros. En una palabra, para que el cuadro sea completo, y su civilización sea totalmente demostrada, hay que analizar las relaciones letonas-judías.

Letonia es un país donde en los años de la II Guerra Mundial, proporcionalmente falleció mayor número de hebreos en relación con su población total; más que en cualquier otro lugar del planeta. Luego de la liberación de Riga en 1944 de los 80 mil hebreos de Letonia sólo quedaron vivas 162 personas. Y dicho sea de paso, no sólo los alemanes mataron judíos... El esfuerzo básico era de los letones...

Así, por ejemplo, la llamada «Policía Letona de Seguridad» o como era conocida, el «comando de Víctor Arais» eliminó cerca de 50 mil judíos.

De esta forma describen los testigos oculares su primer «caso»: «en julio de 1941, en los sótanos de una sinagoga coral, que se encontraba en el mismo centro de Riga, se escondían cerca de 500 hebreos-refugiados. Atormentadas, pavoridas, llenas de las más horrendas premoniciones, las mujeres, así como los viejos y niños encontraron un refugio en el templo».

El 4 de julio Víctor Arais y sus subordinados, llegaron en sus automóviles a la sinagoga. Una vez ahí, bañaron sus paredes con kerosene, le echaron estopa y le prendieron fuego. Las madres que trataban de echar a sus hijos por las ventanas del edificio en llamas, fueron baleadas por las ametralladoras. Cuando la vieja edificación era devorada por el fuego, Arais y sus secuaces lanzaron granadas personales, lo que redundó en un final trágico para los 500 hebreos.

Viktor Arais, el SS letón que exterminó miles de civiles judíos durante la Seguna Guerra Mundial

Con la organización del guetto de Riga, el «comando de Arais» ganó más tareas. Los fusilamientos de judíos se volvieron cotidianos. Estos se llevaban a cabo en el bosque de Bikerniesk, en las afueras de la ciudad.

Los condenados, cuya cifra fluctuaba entre los cientos y los miles (podía llegar hasta las dos mil personas), eran sentados en filas de diez-veinte personas en la misma tierra. Antes de ser fusiladas, las personas debían desnudarse y poner su ropa en un montón, que servía para que los verdugos escogieran, luego de hecho su trabajo, las mejores cosas.

Los hebreos eran metódicamente levantados, fila tras fila y llevados al borde de un enorme hueco, el cual habrían la víspera prisioneros rusos. Los tiradores se disponían frente a ellos, del otro lado del hueco, a unos treinta o veinte metros de sus víctimas. Había dos filas, una de rodillas y otra de pie. Los primeros apuntaban al lado izquierdo del pecho, los segundos hacia la cabeza.

Se abría el fuego y decenas de víctimas caían sobre la tierra tinta en sangre.

Desde enero de 1942, el «comando de Arais», “perfeccionó” su método de fusilamiento. Si antes los condenados a muerte se disponían en pequeños grupos al filo del abismo y los tiradores disparaban, ahora las víctimas debían pararse de tal manera que al caer lo hicieran sobre las previamente fusiladas y siguiendo un patrón ordenado.

Eliminando a todos los judíos letones, fusilando a todos los enfermos psiquiátricos y los «agentes del comunismo» (con lo cual se resolvían pendencias personales) el «comando de Arais» comenzó a hacer «giras». A veces hacía falta eliminar de la faz de la tierra algunas aldeas bielorrusas o rusas, otras, resolver «la cuestión hebrea» en el ghetto de Washington, etc.

Y como tanta labor necesitaba un merecido descanso, de vez en cuando, sus miembros lo hacían en el campo de concentración Salamspilsk, claro está, como parte de la seguridad (Carl Beriosin, Axel Saar La Operación «Kotbus» o el exterminio de los hebreos en los países Bálticos).

Es decir, para estos civilizados letones, resulta que los rusos son malos, los alemanes también, pero entonces ¿qué les hicieron los judíos? No parecen ser ocupantes. ¡Ah, qué importa, son malos y bien! ¿Puede ser que se cambie algo en el conservatorio?

En una palabra: felicidades queridos europeos con su nueva adquisición. Seguro que con este nuevo miembro de la familia civilizada, Uds. no se van a aburrir. Y sin embargo, sigo sin entender cuáles son los criterios para que unos países sean aceptados en la Europa unificada y otros, aún tengan que demostrar su condición de civilizados...


Материал был подготовлен Константином

© Traducción Copyright Agencia IPI
Informe de Prensa Internacional

Este artículo apareció originalmente en:
http://www.polit.ru/analytics/2005/02/09/lat.html el 9 de febrero 2005.

Otras fotos de los nazis letones

Inicio de la manifestación nazi

[1Reconocido polemista ruso-alemán, Doctor en Economía y Financia, autor del libro Las Privatizaciones en Rusia

[2Jurista y revolucionario letón que estableció y fundó el Partido Comunista en Letonia, más tarde reconocido héroe soviético por Stalin

[3Los eseres eran fuerzas de izquierda favorables a la Revolución de Lenín, pero que no adherían a todas las propuestas bolcheviques

[4El Ejército de Voluntarios era el ejército de las fuerzas contrarrevolucionarias, compuestas por oficiales zaristas, los ruso-blancos, es decir la sociedad rusa que combatía a los rojos, los comunistas bolcheviques de Lenín, El Ejército de Voluntarios contó con fuerzas militares de Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Polonia porque en esa época no se podía aceptar que las masas populares tomen el poder y puedan destruir una monarquía de barones, además del miedo y mal ejemplo que la Revolución Rusa podía constituir para un mundo capitalista naciente y losobreros del mundo entero.