Fernando Díaz Plaja en su libro: “Los siete pecados capitales de USA” anota: “La fe de los norteamericanos en su organización es total y quien dude de sus hombres de gobierno debe recordar que aún admitiendo los defectos, consideran su sistema como el auténtico y lógico en el mundo”.
Históricamente los EEUU se han enfrentado a enemigos más débiles, su desafío no consiste en derrotarlos simplemente, sino en aplastarlos de manera rápida y decisiva, con ello se consigue que no vuelvan a desafiar su poderío militar y alimentar el mito del héroe americano invencible.
Más aquella vieja premisa de su política de seguridad ha sido puesta en jaque en el caso de la invasión ha Irak porque la opinión pública norteamericana y aún los soldados en misión han empezando a cuestionar severamente sobre la prolongada guerra en Irak y los crecientes costos y déficits y el aumento de impuestos. Ante esta situación, se ha diseñado una campaña de relaciones públicas para influir en los estadounidenses y asegurarse el respaldo de aliados europeos vulnerables como la Gran Bretaña de Tony Blair y la Italia de Silvio Berlusconi aun de los más reacios como Francia de Chirac y Alemania del Canciller Shhroeder.
Estados Unidos se ha visto forzado a buscar respaldo y asistencia de la Unión Europea intentando convertirla en "socio" de la reconstrucción del nuevo Estado neocolonial iraquí donde sus ciudadanos paguen la guerra y proporcionen soldados, a condición de que Estados Unidos mantenga el control empresarial y financiero. Al parecer aquello Bush lo habría logrado en Bruselas ya que los 25 países de la UE decidieron por unanimidad que la UE intensificará, en principio, su apoyo a la reconstrucción de Irak.
Sin embargo, los programas nucleares de Irán y Corea del Norte en el mediano y largo plazo impedirán que se consolide esta alianza coyuntural Europa-Estado. Aunque Bush expresó su apoyo a los esfuerzos diplomáticos de Gran Bretaña, Francia y Alemania, insistió en no abandonar la posibilidad de realizar un ataque militar a Irán; lo que desea Europa es que Irán renuncie a investigar y fabricar armas nucleares, mientras que EEUU persigue es el “cambio del poder. Además, existen todavía divergencias profundas en temas como el “Protocolo de Kyoto” y la “Corte Penal Internacional”, la venta de armas a China, el papel y estructura de la OTAN, la reforma al Consejo de Seguridad de la ONU, el tipo y velocidad de las presiones para impulsar la democracia en Rusia y la mejor forma de luchar contra la degradación ambiental.
En esencia, EEUU rechaza los límites del mecanisom multilateral, cosa estimada y perseguida infatigablemente por Europa. Obviamente, mientras no cambie la política exterior de EEUU, subsistirán las contradicciones entre Europa y EEUU,
En medio de estas realidades, gestos y ofertas, se mantiene abierto un frente de gran potencial conflictivo: el posible fin del embargo en la venta de armas europeas a China, impuesto, junto a Estados Unidos, tras la matanza de la plaza de Tiananmen, en Pekín, en 1989. A estadounidenses y japoneses les preocupa, con razón, que un fin del embargo europeo dé a China capacidad tecnológica y militar para, eventualmente, agredir a Taiwán y convertirse en el gendarme del sur y el este asiáticos. Pero Europa, encabezada por Francia, que posee la mayor industria bélica del continente, insiste en la necesidad de reiniciar las ventas de armas de forma gradual.
Lo que se logre avanzar -o no- en este tema geoestratégico, incidirá de manera determinante en las posibilidades de colaboración en el resto. Porque de no saldarse las diferencias en torno a China, la fractura en las relaciones entre una parte de Europa y Estados Unidos podría ser tan severa como la que produjo su intervención en Irak.
El mayor desafío para Rice será China, que acaba de aprobar la ley contra la secesión de Taiwán. A Washington le complica la decisión china, pero sigue necesitando a Pekín para reiniciar las negociaciones destinadas a frenar el programa nuclear de Korea del Norte.