La primera pregunta me parece inevitable -no obvia-; necesito conocer por qué Antonio Gaybor escogió la carrera de agronomía, solo así podré entender su innegable compromiso profesional y social con el país.
El entrevistado medita un poco, luego trasmite la serenidad de su rostro en cada una de las palabras que conforman su respuesta: “Siempre pensé que el futuro del Ecuador, en gran medida, depende del sector agrícola, porque allí se encuentra el grueso de nuestra población. Creí que los recursos naturales que tiene el país son inmejorables para desarrollar la producción y para que la gente pueda vivir bien. Pero al mismo tiempo me preocupaba la pobreza, los bajos niveles de condición social de las personas y la enorme concentración de la riqueza en pocas manos. Entonces supuse que estudiando agronomía podía contribuir a alterar esas condiciones; pensé que aprovechando las potencialidades del país podía revertir las condiciones sociales existentes; creí que resolviendo los temas del sector rural, del espectro agrícola, ayudaba a solucionar los grandes problemas nacionales”.
Todas estas reflexiones empezaron a inquietar su juventud, cuando terminó el bachillerato en el Colegio Agropecuario 3 de Marzo, en el cantón Chimbo, provincia de Bolívar. Antonio formó parte de las primeras promociones de bachilleres agrónomos del país y, como no podía ser de otra manera, al terminar la secundaria estudió ingeniería agrónoma en la Universidad Central. “Cuando culminé mis estudios universitarios, me di cuenta de que la técnica no bastaba para concretar mis ideales; reflexioné que podía ser de más utilidad el estudio de la economía agrícola”, manifiesta nuestro personaje, sin perder un ápice de tranquilidad y el tono pausado al hablar. Por ello, a finales de 1970 realizó una Maestría en Planificación y posteriormente un Postgrado en Economía Agrícola en la Universidad de Illinois (Estados Unidos).
Al volver al país, Antonio Gaybor decidió estudiar a profundidad el tema teórico de la economía rural en el Ecuador (una economía que desde 1970 hasta la actualidad ha sido diseñada bajo el enfoque neoliberal), para interpretar nuestra realidad y tratar de aportar con un pensamiento crítico a la formación de la juventud universitaria y de las organizaciones sociales.
Para ello, formó el Postgrado de Economía Agrícola en la Universidad Central y lo dirigió desde 1990 hasta 1999. Además, con un grupo de intelectuales, entre los que se destacan Jaime Breilh, Wilson Herdoiza, Francisco Hidalgo, Rafael Larrea y Alfonso Murriagui, creó el Centro de Investigaciones para el Desarrollo, CINDES, y su órgano de difusión, la Revista Espacios: “Con este grupo de compañeros apostamos por analizar la problemática nacional y generar un conjunto de políticas que puedan ser tomadas en cuenta por algunos sectores sociales, en la búsqueda de un cambio nacional”, señala Antonio Gaybor.
También trabajó en el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas, estudiando y realizando propuestas en el tema agrario ecuatoriano, y en 1994 conformó el Consorcio CAMAREN, es decir, el Sistema de Capacitación para el Manejo de los Recursos Naturales Renovables. En esta entidad, Antonio ha realizado una destacada labor al contribuir al desarrollo de capacidades de las organizaciones populares en la gestión local de los recursos naturales renovables y al ejecutar programas de capacitación dirigidos a promotores campesinos que tengan responsabilidades en el manejo y gestión de recursos naturales.
Uno de los objetivos del CAMAREN también es promover espacios democráticos de diálogo y la generación de propuestas sobre la gestión pública de los recursos naturales. Y en este sentido, Antonio Gaybor, como director ejecutivo del Consorcio, ha tenido una importante función en la coordinación de los Foros de los Recursos Hídricos; el Tercer Encuentro Nacional se realizó en noviembre de 2004, bajo el lema “TODOS por el agua, el AGUA para todos”: “Quienes dirigimos el CAMAREN consideramos que la política agraria en el Ecuador la han definido los grupos de poder; la mayoría de los sectores populares no tienen propuestas al respecto. Por eso apuntalamos a un proceso que tenga una dirección colectiva, legitimidad, representatividad, análisis, propuestas e incidencia política”, expresa nuestro personaje. Sin embargo, en este último punto, en el de la incidencia política, su habitual serenidad se alborota un poco; el tono de su voz sube ligeramente y su mirada se vuelve más intensa: “La incidencia política es fundamental y hay que realizarla en los movimientos sociales, el Estado y la opinión pública, tanto en el espacio local como en el nacional. Y lograr esto es muy difícil, especialmente a nivel nacional (en el Estado y en la opinión pública); por ejemplo, presentamos al Congreso Nacional una Propuesta de Reforma al Marco Legal de la Ley de Aguas, pero como no somos un partido político, hemos dialogado con diferentes partidos y movimientos que nos han apoyado en una primera instancia, pero que por alguna coyuntura política o interés particular han dejado de hacerlo (y el proyecto está estancado). No obstante, en el ámbito local existen buenas perspectivas: estamos trabajando con los Consejos Provinciales de Cañar y Tungurahua en un proyecto de inventariación de los recursos hídricos y en la elaboración de planes hídricos de forma colectiva. Pese a todo, estoy convencido, estamos convencidos, de que mientras no haya un empoderamiento de las propuestas por parte de los movimientos sociales y los sectores populares, no habrá mayor incidencia política. Y en eso estamos trabajando”.
Antonio se queda callado un momento, reflexionando... Entonces me pregunto si tal vez él está pensando si todo su esfuerzo profesional ha valido la pena, porque a veces los resultados tardan en llegar, y esto sucede en todos los aspectos del sendero del cambio... “Siempre aposté porque mi ejercicio profesional sea un trabajo comprometido por el cambio del país; creo que he aportado modestamente en la construcción de ideas, en recrear el análisis de la problemática agraria ecuatoriana; pienso que con estas propuestas es posible crear espacios que permitan ir acelerando cambios en el Ecuador... Ciertamente, uno debe estar claro que esos cambios no son fáciles de hacer, que toman mucho tiempo. Sin embargo, en la actualidad no me siento muy satisfecho al analizar a los movimientos sociales y los sectores progresistas (los llamados a impulsar el cambio social) del país; creo que tienen confusión en sus ideales de transformación. Pienso que los cambios son posibles en la medida que los diferentes sectores del Ecuador se unan. Pero el tema de la unidad es un tema de utopía, los movimientos sociales, los partidos políticos deben tratar el establecimiento de una política colectiva importante, que esté por sobre los intereses particulares o coyunturales”, señala Antonio Gaybor, al tiempo que su voz y su mirada son conquistadas de nuevo por la serenidad...

TLC: la soberanía alimentaria está amenazada

“El Tratado de Libre Comercio (TLC) va a tener un impacto muy grande en la vida del Ecuador, y no se trata de un impacto a corto plazo sino a largo plazo. Hay sectores de la burguesía ecuatoriana que están muy interesados en el desarrollo del comercio; ellos ven muchas ventajas del TLC para sus propios intereses. Pero para la gran mayoría de la sociedad, el TLC va a generar la pérdida de soberanía en la definición de las políticas nacionales: los temas fundamentales de la política económica y social ya están definidos en el Tratado; esto es fundamental.
Al respecto, en el tema agrícola, la soberanía alimentaria de los pueblos estará siempre en riesgo, mientras los precios internacionales se definan en función de los excedentes y de las subvenciones del Norte. La soberanía alimentaria de los pueblos estará más amenazada bajo políticas globales que subordinen los intereses nacionales”.

No tiene sentido hablar de competitividad cuando el valor de un mismo producto es absolutamente desigual, cuando las empresas tienen enormes maquinarias, grandes extensiones de tierra y fuerte capital para incorporar insumos, mientras la inmensa mayoría de campesinos, o sea cerca del 40% de la población del planeta, tiene poca tierra, escasas herramientas e insumos para la producción...

Por una gestión sostenible de los recursos naturales renovables y una sociedad equitativa

El CAMAREN, el Sistema de Capacitación para el Manejo de los Recursos Naturales Renovables, es un consorcio conformado por doce instituciones: ocho ONG’s, dos universidades públicas y dos organizaciones estatales. Se constituyó en 1994 para desarrollar un programa de capacitación en el manejo de recursos naturales y desde 1996 empezó sus actividades con un programa de capacitación a técnicos.
La finalidad del CAMAREN es contribuir a una gestión equitativa, concertada y sostenible de los recursos naturales en el Ecuador, en términos sociales, ambientales y económicos.
Sus objetivos son ofertar un sistema interinstitucional de capacitación para el manejo de los recursos naturales renovables en el Ecuador, dirigido a técnicos y técnicas, promotoras y promotores campesinos, responsables de la toma de decisiones en la gestión de los recursos naturales a una escala local; y promover espacios democráticos de diálogo y la generación de propuestas sobre la gestión pública de los recursos naturales.