En coherencia con sus propósitos de consolidar una democracia participativa y de involucrar a los ciudadanos como jueces y parte de los procesos de desarrollo del Valle del Cauca, Angelino Garzón rindió cuentas de su primer año de gobierno el pasado 25 de enero.

Doce meses atrás era mucha la expectativa generada tras convertirse en el mandatario regional elegido con más alta votación, pero igualmente eran pocos los que vaticinaban un panorama reconfortante a corto plazo en una región sumida en la peor crisis financiera, política y social de los últimos tiempos. También eran muchos los retos y compromisos que de inmediato debía enfrentar no solo Garzón como actor político sino la izquierda como nueva propuesta política al frente de una de las comarcas más importantes del país.

De entrada, el balance es más que promisorio y el estado de cosas hoy en el Valle permite soñar con una significativa reactivación socioeconómica, un reposicionamiento del departamento en la esfera nacional, y con el afianzamiento de los movimientos políticos alternativos entre el electorado de esta región del país.

Los números

Uno de los aspectos claves en los primeros doce meses ha sido el mejoramiento de la situación financiera del departamento reflejado en el incremento de los ingresos, la reducción de gastos y el cumplimiento de la Ley 617 o de ajuste fiscal. De manera puntual, el recaudo creció en un 22.42% pasando de 389.827 millones de pesos en el 2003 a 477.245 millones en el 2004. El total de gastos generales por su parte se redujo en 1.75%. De 304.930 millones en el 2003 se descendió a 299.587 millones de pesos el año pasado. Adicionalmente, a diciembre 31 de 2003 se obtuvo un superavit de caja por 3.626 millones, contrario a lo que sucedió un año atrás cuando se registró un déficit de 33.308 millones. En el 2004 se rebajaron los gastos de funcionamiento al 45.7% frente a un 50% máximo permitido por la Ley 617 o de ajuste fiscal, dejándole al departamento mayores recursos para la inversión social.

En comparación con el 2003 cuando se llegó al 56.8% por encima del 55% que ordenaba la ley ese año, la reducción es de 11.1%. De igual forma se mejoró la situación económica para las entidades descentralizadas. La Industria del Licores del Valle generó utilidades por 4.288 millones cifra muy superior ante los 3.382 millones de pesos perdidos en el 2003.

El Instituto Financiero del Valle-Infivalle- generó 3.298 millones en utilidades netas en 2004 frente a los 1.765 millones de pesos reportados un año antes. Para el caso de la Beneficencia del Valle aunque las transferencias el año anterior por venta de su lotería disminuyeron un 25%, en lo correspondiente a la venta de chance se incrementó en un 18.88%. Además se redujeron sus gastos de funcionamiento y operación en un 15.25%. En cuanto a la principal bandera de Garzón -inversión social- la gobernación acrecentó los recursos propios destinados a este rubro en un 33.2%. (Ver cuadro).

La defensa de lo público fue otro campo en el que se ganó. Se ha invertido más en educación, salud, vivienda y recreación a la par que se estimula en los vallecaucanos un sentimiento de validación y defensa de lo público, ejemplo de esto, es la lucha que se está dando para salvar los 28.000 millones de pesos correspondientes al pago de la inconclusa obra de la carretera Cali-Candelaria, heredada de la anterior administración, que en primera instancia el departamento debe pagar a la empresa concesionaria. El caso lo está estudiando la Corte Constitucional y ya la Contraloría General de la República se pronunció en favor del Valle en el sentido que el contrato cuenta con cinco tipos de irregularidades. Además se fallaron a favor del departamento otros 36 procesos cuyos montos ascendían a los 36.321 millones de pesos, dinero a utilizar en otros proyectos.

Nuevos desafíos

A pesar de que la gestión administrativa muestra alentadoras perspectivas el compromiso para Angelino Garzón apenas ve el amanecer. Además de continuar con los planes y programas que ya arrojan resultados su gobierno deberá encarar inaplazables temáticas que a corto y mediano plazo marcarán el futuro del Valle y el balance final que se pueda hacer de su administración.

Un primer aspecto clave es el tema del desempleo y el subempleo que continúa asolando a un número considerable de vallecaucanos. Si bien es cierto que el del empleo es un problema de orden nacional al cual ni el gobierno central le ha encontrado mayores soluciones efectivas, unas estrategias serias centradas en “políticas de departamento” y en lineamientos no coyunturales sino de carácter continuo, le permitirán al gobierno de Garzón obtener grandes dividendos para su proyecto social. Movilizar a los pobladores de los municipios tras este tema, retomar pequeños proyectos productivos autogestionarios que puedan existir en estos potenciándolos con recursos departamentales, motivar a sus habitantes para que lideren nuevas formas de hacer y crear, pueden ser vías para alcanzar óptimos resultados, pero por sobre todo, para crear esperanzas en miles de familias que aguardan un apoyo efectivo, en capital, asesoría, capacitación y comercialización de los entes oficiales.

Otro de los retos es el tema violencia. Disminuir los altos índices de muertes violentas pero sobre todo emprender acciones más tangibles en lo referente a políticas de convivencia pacífica, cultura democrática y paz, sigue siendo una urgencia mayúscula para un gobierno que ya ha desarrollado propuestas en esta área pero que requiere de estrategias más ambiciosas. En este sentido puede ser trascendental los dividendos que obtenga Garzón en lo que le queda de gobierno en el tema del acuerdo humanitario para la liberación de los secuestrados del Valle y en general del país.

Un aspecto a trabajar con urgencia en el Valle, tiene que ver con la puesta a punto de una adecuada agenda interna que evidencie ante los empresarios los riesgos anexos a la firma del Tratado de Libre Comercio e impida su concreción. A pesar del Valle contar con algunas ventajas comparativas como el puerto de Buenaventura y en general la posibilidad de ampliar zonas de embarque y descargue y todo lo que ellos implica (nuevas carreteras y construcción de infraestructura complementaria), y la extensa siembra de caña de azúcar industrializada, es evidente que la firma del Tratado generará graves perdidas para el conjunto del país y sus regiones. Liderar esta reacción posicionará en el mediano plazo unproyecto de país que cruce por el beneficio de todos, brinde mayor estímulo a los empresarios con vocación nacional, proteja la riqueza biogenética que se posee (biopacífico para nuestro caso) y busque un intercambio comercial que no dependa de los supuestos beneficios que ofrece un solo mercado.

El apropiado tratamiento que se le dé a estas temáticas y el éxito materializado en programas y propuestas eficaces permitirán sin duda que se mantenga el frente común que ha logrado aglutinar el gobernador -quizás una de sus principales conquistas- haciendo posible que más vallecaucanos tengan acceso y se beneficien de estas políticas de gobierno. Así se acallarán las voces que hasta hoy no han tenido mayor eco, pero que materializados en los sectores políticos tradicionales siguen al acecho esperando el más mínimo resbalón para saltar a la plaza y vociferar a través de su maquinaria mediática, no solo contra Garzón sino sobre todo en detrimento de los movimientos populares alternativos.

Desde una perspectiva futurista es necesario resaltar que el auspicioso balance le abre más puertas a Angelino Garzón como sujeto político de considerables dimensiones en el ámbito nacional. Asimismo permite consolidar a los movimientos sociales y de izquierda dentro del imaginario político del departamento y en general del país como opción alterna a las tendencias derechistas que han ganado gran fuerza ideológica y como alternativa para resquebrajar aún más a los sectores políticos tradicionales. No sólo se trata de frías estadísticas y de cifras parciales sino que la izquierda en Colombia empieza a ganar terreno, particularmente en el Valle del Cauca se respira un aire de ilusión entre muchos sectores sociales que notan los pasos firmes que avanzan en pro de una forma distinta de hacer política, más equitativa, contando con los ciudadanos y con ellos como base social. No es la gran panacea sino simplemente una corriente política que empieza a dar frutos. El gobierno Garzón tiene tres años más para ratificarlo con creces.