Desde hace dos meses el centro de Bogotá tiene unos nuevos habitantes, que recorren sus calles con miradas de curiosidad y de asombro ante lo que ven. Se resguardan al interior de la vieja casona donde funciona la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), que por estos tiempos esta convertida en su DAYI EBERA DRUADE DUANAITA (territorio de resistencia). Espacio en el cual a pesar de las incomodidades, el hacinamiento, la mala alimentación, los problemas de salud y la falta de su QUERADO (río Sinú) no han perdido la esperanza de alcanzar los sueños de recuperar su territorio ancestral.
Permanecen allí desde que la policía, obedeciendo ordenes directas del presidente Uribe y su Ministro Sabas Pretelt, los desalojaron por la fuerza, en la madrugada del 23 de Diciembre, de los jardines del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial.
Su desplazamiento hacia la gran ciudad obedece a un proceso de lucha y resistencia de los Embera Katio del Alto Sinú contra un estado que los ha sometido, presionado. Marginándolos de todo bienestar y dignidad. los Embera Katíos del Alto Sinú, se encuentran ubicados al sur del departamento de Córdoba colindando con el nudo de Paramillo, cuartel general de las Autodefensas. Actualmente su población asciende a 4.300 habitantes. La mayoría de los cuales, debido a la presión colonizadora de la coca la amapola, al asedio de los grupos armados y por la Empresa Multiservicios Urra I que maneja el megaproyecto hidroeléctrico, se vio obligada a salir de su territorio.
La Empresa Multiservicios Urrá I, ha convertido su río de vida en un correr de llanto y penurias. Para los Embera QUERADO, fue partido en dos pedazos, cambiando el curso de sus vidas y de su cultura, por la inundación de más de 7000 Hectáreas de bosque primario, Territorio de Jenene, su árbol sagrado, del cual se desprenden las cuatro raíces vitales de su existencia (oi wandra- protección de los árboles; drua wandra- espíritu de la tierra; kirincha wandra nuestro destino- y embera wandra- espíritu de Embera). Aguas del Beda (bocachico).
Paralelo a los efectos ambientales negativos, el pueblo Embera se ha visto afectado en lo social, en lo político, en lo organizativo y en lo cultural pues el río y el pescado eran su principal elemento de identidad cultural. ya que en el se desarrollaban sus espacios cotidianos de socialización y recreación, los ritos de paso y sus más solemnes ceremonias. La pérdida paulatina del río y los peces fue un golpe directo a la divinidad y poderío atribuida por los Embera a Karagabí (dios tutelar).
La pérdida del pescado devino en un aumento en los niveles de desnutrición y a la aparición de enfermedades asociadas con ella, como el raquitismo y la anemia.
Este pueblo desde hace muchos años ha mantenido un proceso de resistencia contra este proyecto y sus futuras etapas. Recordemos que en 1994 realizaron una movilización que llamaron Do Wabura (adiós río) en la cual 650 Emberas en 142 planchones navegaron por el río Sinú, para demostrarle al gobierno y al pueblo colombiano que no eran solo un grupo de 7 familias extraviadas en la espesura de la selva, como los estaban mostrando, sino todo un pueblo con una cultura milenaria. A finales de 1999 y comienzos del año 2000 el pueblo Embera Katío del Alto Sinú se declaro en asamblea permanente y una delegación se desplazó a la gran ciudad para ejercer presión política ante el gobierno, que en ese entonces sostenía negociaciones con los inversionistas del proyecto Urra I. Las exigencias del pueblo Embera Katio tenían que ver con la defensa de su territorio, la autonomía y el reconocimiento de sus derechos como pueblos indígenas.
En ese entonces fueron cinco (5) meses de toma pacifica del Ministerio del Medio Ambiente, gracias a la solidaridad de los demás pueblos indígenas y de vastos sectores sociales y políticos que se acercaron, lo que hizo posible que el gobierno se obligara a cumplir la sentencia de la Corte Constitucional (T-652) con relación a la consulta previa, los estudios de impacto ambiental (el cual definió 105 formas de impacto) y a la destilación de los recursos para subsanar los impactos negativos del proyecto (indemnizaciones económicas, capacitación de docentes, mejoras en la calidad de la educación y vinculación al Sistema Nacional de Salud).
Resulta paradójico que a solo tres años del reconocimiento de nuestra sociedad como “multiétnica y pluricultural”un pueblo entero tuvieran que probar su existencia, para no fueran condenados a desaparecer por la generación de 340 megavatios. Recordemos la lucha del pueblo U’wa, quienes decían que: “los pueblos con cultura no tienen precio”. Desde entonces y hasta ahora, el pueblo Embera ha debido iniciar todo tipo de acciones para garantizar sus derechos. Ocupaciones, marchas asambleas permanentes, tutelas, denuncias internacionales son algunas de las acciones que durante más de una década ha protagonizado este pueblo. La respuesta del gobierno y de la empresa multiservicios ha sido clara: el señalamiento y por ello se les ha declarado una guerra sucia contra el pueblo Embera y sus autoridades que ha conllevado el asesinato y desaparición de sus más preciados lideres como KIMY PERNIA DOMICO.
Ante tanta indolencia el pasado 25 de Octubre los Cabildos Mayores de Río Sinú y Verde se declararon en Asamblea permanente frente a las instalaciones de la empresa multiservicios Urrá, exigiendo que el estado colombiano modifique la licencia ambiental y se les reconozca los nuevos impactos ambientales y sociales que han surgido después de diez años de funcionamiento de la hidroeléctrica; la garantía plena a la salud y la educación, al disfrute de sus territorios con plena autonomía y en libertad de recrear y fortalecer su cultura, exigiendo claridades por el asesinato y desaparición de sus lideres ante los oídos sordos del gobierno se trasladaron a Bogotá a donde fueron confinados, por las fuerzas policiales, en la Sede de la ONIC, mostrando con ello el gobierno su desinterés por las condiciones de vida de sus pueblos. Actitud que contrasta con las negociaciones que adelanta con el paramilitarismo para los cuales tiende un tapete rojo y un manto de impunidad. Ante eso los pueblos indígenas de Colombia han hecho un llamado a todos los sectores sociales para que se solidaricen con este pueblo valiente y se pronuncien ante el gobierno para que sus reclamaciones sean resueltas lo mas pronto posible y los 450 embera Katios que se encuentran en Bogotá puedan volver a su territorio de vida.
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