Como se recordará, el Presidente fue reemplazado por su segundo, Carlos Mesa, quien se comprometió a tramitar, entre otras exigencias, la reforma a la ley petrolera y una constituyente. Su intención de mantener intacta la ley petrolera ha lanzado a las calles, de nuevo, a miles de bolivianos.

La ola social ha ido en ascenso. La ciudad El Alto ha sido de nuevo uno de los principales sitios de concentración de los manifestantes, amenazando con marchar sobre La Paz. A las fuerzas cocaleras, indígenas y campesinas, se han sumado los obreros de las minas, los transportistas, los estudiantes, los maestros y los pequeños comerciantes. Como en las anteriores jornadas que pusieron en su sitio a las multinacionales del agua y del gas, ahora este pueblo se moviliza por sus derechos y su soberanía.

Maniobra oficial

Ante la protesta, el gobierno quiso dividir. Amenazó con dimitir si no obtenía los votos necesarios para su ley petrolera en el parlamento. Pero no logró intimidar. Las fuerzas de oposición en el Congreso y en la calle no renunciaron a su derecho, persistieron, los votos fueron negados y las calles siguieron tomadas.

Tras dos semanas de intensas movilizaciones y forcejeos gubernamentales, el ambiente se caldeó. El presiente Carlos Mesa amenazó con renunciar si no era apoyado. Como palanca para su maniobra, firmó un pacto oficial pro gobernabilidad con las fuerzas tradicionales. Sin embargo las aguas no estaban calmas. Decenas de fuerzas sociales respondieron con la constitución de un frente social antioligárquico.

Sus primeras acciones fueron la convocatoria de una cumbre social para analizar y definir sobre el curso de los acontecimientos y la citación de un paro nacional de 48 horas (15 y 16 de marzo). El éxito de las convocatorias aisló al gobierno, obligando al Presidente Mesa a oficializar elecciones -adelantadas- para octubre próximo.

De esta manera, tratando de diluir y dispersar, el escenario de disputa se traslada al campo electoral. Es evidente que la oficialidad busca reorganizar sus fuerzas. Mientras tanto, hay que esperar que del lado del campo popular profundicen su acción y sus alianzas. La movilización sostenida hasta ahora, no permite dudar de ello.