El especialista catalán Marc Gavaldà es un estudioso del desembarco de las empresas españolas en América Latina en la década pasada. Autor de “La Recolonización. Repsol en América latina: invasión y resistencias”, Gavaldà sostiene que las empresas españolas -Endesa, Gas Natural, Repsol- protagonizan una especie de “reconquista” de América latina, aprovechando el marco de neoliberalismo que hubo en la década de 1990.

El especialista recorrió durante seis años Bolivia y los países andinos hasta convertirse en un experto en el tema. El que sigue es el diálogo mantenido con “Río Negro” durante su visita a Neuquén.

- ¿Cómo fue el proceso de inserción de las empresas españolas en América a partir de los procesos de privatización?

- Durante seis años he estado recorriendo países de América Latina, sobre todo los andinos, repasando las nuevas leyes. Veo que hay un molde que ha sido diseñado desde Washington que es el molde del nuevo ajuste estructural. Eso ha sido financiado por el Banco Mundial (BM), el FMI. A veces presionando a cambio de la deuda externa se les ha impuesto un nuevo marco legal que tiene por características el desprendimiento de las empresas públicas, la apertura de mercados y la flexibilización impositiva. Por ejemplo, en Bolivia se estaba pagando un 50 por ciento de regalías petroleras y en base a la excusa de la competencia se bajó a 18 por ciento, en 1995. Otro ejemplo es que antes eran por 20 años los contratos petroleros y ahora se han ampliado a 40 años.

Las concesiones tenían un límite de 200 hectáreas, ahora no hay límite. En la década del 90 se aprovecharon de unas democracias muy frágiles y avanzaron a nivel de conquista mucho más que en las dictaduras. En Perú con Fujimori, en Bolivia con González de Lozada, en Argentina con Menem. Todas estas personas ahora están buscadas por la ley y enfrentan varios juicios. Aprovecharon que esta gente estaba en el poder para aplicar todas estas reformas que tienen una incidencia muy grave sobre la población y los recursos naturales.

Sobre las regalías y los dichos de otros países donde son mayores (50 eran en Bolivia) pero pagan menores impuestos. En Bolivia creo que hay una carga impositiva muy pequeña. Creo que lo que más viene es por regalías igual que acá en Argentina, es en base a declaraciones juradas. Entonces no hay un control de lo que se está exportando.

- ¿Cuáles son las reacciones de los pueblos de distintos países?

- Es algo que yo analizo en el libro, ver la resistencias locales, sobre todo de las poblaciones que viven en las bocas de pozos. En cada país el contexto es diferente y también los movimientos. Hay países como Ecuador que llevan más de 30 años de explotación petrolera en territorios indígenas, donde las organizaciones que han sobrevivido a este proceso, porque han desaparecido algunas etnias, han quedado reducidas en el interior de campos petroleros casi sin posibilidades de sobrevivir. Las instituciones que tuvieron la suerte de no estar invadidas por esta primera faz, ahora han determinado una oposición frontal a las compañías petroleras. Están discutiendo como en Bolivia un convenio para un programa de desarrollo indígena. Si no, están directamente oponiéndose, declarando su territorio intangible, de manera que no dejan ceder el paso a las compañías petroleras.

- ¿Cómo se resuelve esta ecuación que produce un deterioro económico al país?

- En Ecuador, desde que se empezó a explotar petróleo la deuda externa se multiplicó porque los beneficios económicos no llegan al país. Muchas veces de lo que declaran acaban en gastos, en corrupción, y siempre llegan a las capitales y no a las localidades que producen petróleo. En Bolivia cuando llegan a la región las regalías, que son del 18%, el 11 % va para el departamento (provincia) petrolero. Eso es lo que pasó en Loma de la Lata donde se acentuó el deterioro del medio ambiente por cuestiones económicas.

- ¿Cómo es en otros países?

- En el tema ambiental desde la Cumbre de Río, en 1992, se empezó a hacer una legislación ambiental en muchos países. Creo que Bolivia fue el primer país de América Latina que tuvo una ley pero hasta el cabo de cinco años no hubo reglamentos para esa ley. Pero una vez que hay reglamentos, y aunque la ley existe y las empresas petroleras deben hacer estudios de impacto ambiental, realmente no se cumple porque no hay una actividad fiscalizadora del Estado. Los Estados se limitan a hacer los contratos, a ver el tema económico, pero nunca las cuestiones medioambientales.

Cuando hay una denuncia de una población lo que hacen los estados es hacer oídos sordos o minimizar las razones. Esto se da en todos los países donde las autoridades ambientales están en la capital; las zonas petroleras son bastante inaccesibles y el Estado es muy débil y no tiene ni movilidad, ni sueldos para que haya un cuerpo de fiscalizadores ambientales, y entonces las denuncias nunca llegan a solucionar nada. En Bolivia se logró que el tema de los hidrocarburos sea un tema nacional, donde desde el año 2003 con la guerra del gas se está presionando para que el gobierno nacionalice los hidrocarburos y revierta todos los contratos a las empresas nacionales.

- ¿Ocurre con empresas de otros rubros?

- Veo que hay un factor común, que es que todas las empresas transnacionales vienen a estos países buscando sólo las utilidades, un máximo beneficio. Y se repite el esquema de impunidad ambiental, en el caso de las eléctricas que desalojan comunidades campesinas e indígenas para construir represas. Los estados normalmente facilitan los cuerpos represivos para llevar a cabo estas obras y las poblaciones que vivían allí no son tenidas en cuenta y se les construyen casas en otro lugar que no es siquiera el ecosistema donde vivían y sólo se está pensando en la cantidad de kilovatios que van a llegar a la capital del país, procedentes de estas hidroeléctricas.

- ¿Sobre el juicio de los mapuches contra Repsol, hay antecedentes en otro país de América?

- El caso más famoso es el de Ecuador contra Texaco, que llegó allí con un contrato de 30 años en los 70 y cuando se acaba el contrato deja fosas de Iodo, derrames y hay una incidencia de leucemia-cáncer muy elevada en esa zona. Entonces organizaciones civiles se aglomeraron y un abogado ecuatoriano que vivía en Nueva York emprendió allí una demanda legal a Texaco.

Es un precedente muy importante porque los jueces norteamericanos aceptaron la causa con el argumento de que Texaco había tomado la decisión en Estados Unidos y además estaba trabajando con tecnología obsoleta en Ecuador cuando en Estados Unidos ya aplicaba otra tecnología y conscientemente Texaco sabía que había derrames. Esta causa lleva ya 10 años en la Corte y aún no se ha solucionado, pero es el caso que está más adelantado.

- ¿Cuál es la hipótesis central de su libro?

- Más que una hipótesis yo hago una descripción de los conflictos ambientales y describo los procesos de resistencia que se generan en todas las poblaciones, como también el tema de la impunidad ambiental de las empresas españolas, que actúan como en una especie de reconquista en América Latina aprovechando el marco de neoliberalismo que hubo en la década de los 90. En el último capítulo, cuando hablo del lavado verde, que son las estrategias corporativas que tienen estas empresas para que el consumidor de los países del norte ni sepa que es lo que realmente está sucediendo con los productos que consume.

Es una estrategia publicitaria y de confusionismo para que el consumidor piense, por ejemplo, que la nafta sin plomo es ecológica o que el gas natural frena las emisiones de C02, y la conciencia del consumidor quede tranquila también a través de un silenciamiento, una cortina que hay en todos los medios masivos de prensa que están financiados por las mismas petroleras con publicidad, páginas a color en los diarios y minutos de publicidad en televisión.

Una estrategia propagandística: las normas ISO

- Cuando las empresas hablan del cumplimiento de las normas ISO en lo medioambiental, ¿qué les da a ellos estas certificaciones?

- Es una mera estrategia propagandística, un montaje que se han armado las mismas empresas para ponerse sellos. Esto lo hacen todas las empresas, es como el mejor trabajador del mes. El ISO es algo parecido porque realmente no hay un control. Si se pone un ISO en España no hay funcionarios que vayan a controlar y entonces las denuncias de contaminación existen y hay información que silencian. Hay que decir que la página web de Repsol ha ganado un premio este año por la trasparencia, y nunca se ha visto ni siquiera hablar del problema mapuche en Loma de La Lata. De qué tipo de transparencia están hablando.

- ¿Son muchas las comunidades indígenas afectadas por esto?

- Sí, porque el petróleo latinoamericano está en la faja subandina amazónica, el lado oriental de los Andes y justo en esas zonas están ubicadas. En Bolivia, Repsol está invadiendo 15 territorios indígenas y 5 parques nacionales. En Colombia está dentro del territorio Ugua y en mayo del 2004 Amnistía Internacional denuncia a Repsol por financiar cuerpos paramilitares que entraban dentro de los territorios indígenas para eliminar a libres indígenas. Es en el departamento de Arauca, fronterizo con Venezuela. En cada país la estrategia da una vuelta más en la tuerca de la represión. En el 2002 cuando estaba en Ecuador, los pueblos Shua declaran su territorio libre de explotación petrolera. Cuando entra un helicóptero de una compañía italiana los operarios son agredidos por los indígenas y la petrolera sacó un comunicado diciendo que se trata de talibanes locales y apunta a ONG”s ambientalistas que se oponen a la explotación petrolera de estar financiando armamentos para las poblaciones indígenas. Entonces el discurso terrorista de Bush es aplicado por las mismas petroleras cuando tienen un conflicto con las poblaciones locales.

- ¿Qué tirada tiene el libro?

- Esta es la segunda edición porque la primera salió en Barcelona con 1.100 y en Buenos Aires han salido 1.200 y está en distribución.

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