Reveló, sin ambages, el presidente del Congreso, Antero Flores Aráoz, que aún no había consenso para elegir al Defensor del Pueblo. ¿Y cuántos años más hay que esperar? Y mientras tanto, ganando dinero por no hacer nada y alimentando su vanidad incontrolable, ¿hay que soportar que Garrapata Walter Albán prosiga como encargado de la Defensoría? La ausencia de consenso significa que Albán NO tiene respaldo ni los 81 votos que demanda un titular sin objeciones y no la precariedad insolente que hoy ostenta.

En los sucesos recientes de Andahuaylas, la Defensoría ni siquiera apareció por casualidad. Pareciera ser que hay un criterio citadino y bastante reñido con el concepto nacional y ecuménico que debía tener el trabajo del Defensor. No hablemos del asunto que los bancos inocularon en el mercado con dólares falsos: la Defensoría “declinó” hacerse cargo del tema. ¿Cómo el país y todas las instituciones restantes pueden estar tan tranquilas con una Defensoría que no defiende ni sirve para el único objeto para el que fue creada?

Para otros el propósito es más perverso: hay que envilecer la Defensoría y tornarla un nido de burócratas bien pagados para provocar el asco popular y su virtual cerradura. Es casi el mismo tenor que usan los tecnócratas cuando empujan la privatización o concesión de alguna empresa pública: la ridiculizan, la tornan ineficiente, la trocan en entelequia con números en rojo y, por tanto, su precio, a la hora de la venta, deviene mínimo y cuasi ridículo. ¿No fue eso el ejemplo de casi todas las privatizaciones de los últimos 15 años?

Cuando Jorge Santisteban dejó la Defensoría no quedó un sucesor a su nivel y, mucho menos nombrado por el Congreso. ¡No! El encargo fue comisionado a un funcionario mediocrísimo que se ha atornillado al cargo con un equipo de amigotes, todos con opíparo sueldo y colegas en el pobrísimo quehacer hasta hoy demostrado: Walter Albán, quien, por su afán enfermizo de permanecer a como dé lugar en la Defensoría, asemeja a una garrapata.

Dijo el señor de marras que tenía el respaldo de más de 50 parlamentarios. Pero eso no es suficiente, necesita de 81, tema que le ha sido negado hasta en dos oportunidades. Por vergüenza propia, cualquier persona a quien se le dice NO en todos los idiomas, se va sin hacer mayor escándalo. Pero toda regla tiene sus excepciones y en Perú, Albán es una de ellas.

Mientras que Garrapata Albán siga encargado de la Defensoría, a pesar que según las expresiones del presidente del Congreso, Antero Flores Aráoz, “aún no hay consenso”, la entidad tendrá un responsable sólo de apagar la luz cuando se la cierre con diez candados. Tamaña aberración no es contemplada ni por los partidos ni organizaciones diversas del país que sufren en este caso de una inenvidiable confusión culpable.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!