Lo particular y nuevo de la actual crisis política es la participacion de capas medias y altas de la población quiteña, que se reivindicaron como ‘los forajidos’, nombre adoptado hábilmente en respuesta a la acusación que hiciera Gutiérrez cuando realizaban sus iniciales acciones de concentración y movilización. Su símbolo principal fue el tricolor nacional, cantaron el himno del Ecuador y sus sitios emblemáticos de concentración fueron la avenida de los Shirys y la Cruz del Papa, ubicados en el norte de Quito.

Este fue un movimiento de oposición amplio, que surgió ante los desplantes de autoritarismo, demagogia y corrupción de Gutiérrez, y que creció en medio del enfrentamiento a una institucionalidad corroída por la ineptitud y la componenda, así como en rechazo a la arrogancia de la Izquierda Democrática (ID), de Paco Moncayo y Ramiro Gonzáles, alcalde y prefecto respectivamente, quienes pretendieron manipular para sus intereses a la población en el fracasado paro del 13 de abril.

Los forajidos enarbolaron las banderas de la dignidad, de la democracia y el Estado de derecho, no levantaron reivindicaciones económicas ni antiimperialistas. Se declararon a-partidistas y se proclamaron representantes de la ciudadanía.

Tuvieron mucha movilidad, fueron creciendo en medio de acciones como las pitadas de los autos, los cacerolazos, tablazos y rollazos. Se crearon consignas y canciones para acompañar y motivar a participar en estas movilizaciones. Todo esto, y la convocatoria de varios medios de comunicación, y de manera protagónica del periodista Paco Velasco de radio La Luna, produjeron que más gente se sume al movimiento y que estas demostraciones se realicen en varios puntos de la ciudad.

A las convocatorias a la avenida de los Shirys asistían mayoritariamente personas de las capas medias y altas de la población de Quito, principalmente los jóvenes, pero también las mujeres, los niños, gente de la tercera edad, a las que se sumaban en las noches jóvenes de otros sectores, de colegios y universidades que veían en esas acciones una forma segura, alegre y chévere de expresarse, pues podían hablar de política, crear y gritar consignas contra el gobierno y los diputados, y quedar auto convocados para más acciones el siguiente día.

Fue extraordinario ver por primera vez cómo exclusivos colegios y universidades privadas se convocaron institucionalmente para las marchas, aparte de la Universidad Salesiana, que tiene una condición distinta y una trayectoria de movilización y lucha. La más importante fue la marcha que se realizó desde la Cruz de Papa y que reunió a cerca de 60 000 personas, que se dirigió hacia el centro de la ciudad y a la que se sumaron sectores populares de otras zonas de Quito, los colegios y universidades estatales.

Un detonante para el crecimiento de la indignación y del movimiento en sí fue el Decreto de Estado de Emergencia en Quito, emitido por Gutiérrez el 15 de abril, y que fue desoído por la población, en una demostración de que el pueblo no le teme a las intentonas represivas.

Gran parte del movimiento fue espontáneo. Paco Velasco, sus comentaristas y otros medios de comunicación, hicieron un esfuerzo extraordinario por mostrar que el movimiento era pacífico; enarbolaron la figura de Ghandi como su inspirador; sin embargo, pronto quedó en evidencia que no se puede ser pacífico solo del un lado, los gases y el tolete gutierrista cayeron sobre los manifestantes, lo que provocó gran indignación en los marchantes y que una parte pequeña de los forajidos se disponga a la pelea.

Este sector de forajidos fueron los que rodearon el local de CIESPAL, donde sesionó el Congreso, y exigían que se cumpla a fondo la consigna de: “¡que se vayan todos!” y planteaban la convocatoria a una asamblea popular; rechazaron a Palacio en su primera aparición pública; demandaron que se realice una consulta popular sobre el TLC, el Plan Colombia, la dolarización, la Base de Manta y, tras ello, que se convoque a una Asamblea Constituyente. Fue este sector de forajidos el que combatió hasta la madrugada, queriendo incursionar a la Plaza Grande; fue este sector, en el que se incluyen activos grupos de jóvenes anarquistas, que apoyados por los estudiantes politécnicos dirigidos por la FEPON, quienes enfrentaron a puñete limpio a las bandas de Borbúa, y tan solo con piedras hicieron lo mismo frente a los sicarios de Bolívar Gonzáles en el Ministerio de Bienestar Social. Son estos sectores los que, conjuntamente con los jóvenes secundarios del Mejía, del Montalvo y otros colegios unidos en la FESE, así como miembros de la FEUE, rompieron el cerco por varios flancos y llegaron a Carondelet.

Espontaneidad sí, pero hasta cierto punto...
Varios voceros han reivindicado al movimiento como planamenten espontáneo, “puro”, en el que no participaron dirigentes políticos ni de partidos políticos, sin embargo sería por lo menos ingenuo afirmar que todo fue espontáneo y que no tuvo direccionalidad, pues fue notoria la presencia de fuerzas organizadas como la Coordinadora de Movimientos Sociales; militantes de Pachakutik como Virgilio Hernández, ex-subsecretario de gobierno de Lucio Gutiérrez, y Augusto Barrera (elegido concejal de Quito en la lista de la ID); y de Paco Moncayo, quien dio un soporte material desde el Municipio. Estuvieron también Participación Ciudadana, Ruptura de los 25, Alexis Ponce de la APDH, militares en retiro, las ONGs, representantes de las cámaras de los empresarios; todos ellos constituyeron una base de sustento político para el movimiento, articularon, planificaron y coordinaron las acciones, con su discurso y su acción dieron la pauta a seguir a los medios de comunicación, seleccionaron y comprometieron a los que les eran afines, se aliaron con otros, establecieron los blancos de ataque, elaboraron un discurso coherente según sus objetivos, coordinaron acciones, contactos y logística para la toma del aeropuerto. Esto se llama dirección política.

Una muestra de que los forajidos veían en estas personas a sus referentes de dirección, fue el llamado lleno de angustia que los radioescuchas le hacían a Paco Velasco para que se haga presente en el CIESPAL a tratar de contener a la “turba”(expresión de A. Palacio) de radicalizados que amenazaban con linchar a los diputados y al mismo Presidente de la República. Velasco simplemente no fue, lo cual le costó el resentimiento de una parte de su público, en un momento dado.

Y fue Paco Velasco quien recibía reportes de gente como Alexis Ponce, que hablaba desde los centros de movilización más importantes. A Ponce y a otros como el actual asesor del presidente Alfredo Palacio, Jorge Brito, no les hacía falta ya presentarse al aire con su número de cédula, pues eran ya parte de la radio, parte del movimiento.
Haciendo una simple constatación de hechos, se puede decir que ellos aparecieron direccionando al movimiento, con la consigna inicial de: “¡Que se vayan todos!”, para luego reducirla al simple recambio institucional, luego del cual llamaron a la tranquilidad y a dejar las calles y volver a los hogares. En realidad fue su objetivo principal, y lograron que lo fuera también del movimiento.

Esto ha traído iniciales divergencias, ya que unos lo ubican como una traición, y quieren continuar con la lucha para “que se vayan todos”, y realizan asambleas, discuten y establecen plataformas. Otros proponen a Paco Velasco, figura prominente del movimiento, para que los represente en el gobierno; algunos como el coronel Jorge Brito ya están en el gobierno; otros platean conformar un movimiento “ciudadano” para participar en las próximas elecciones. María Paula Romo, de Ruptura de los 25, en una entrevista en Radio Centro el 28 de abril, dijo que el único impedimento para no haber sido candidata a diputada es que no se lo permitía su edad, pero que confía en reformas legales y constitucionales para cumplir ese propósito.

Otros, probablemente, como ha sucedido en otras épocas y otros países, adoptarán posiciones más radicales. El debate político al interior y fuera del movimiento forajido es muy intenso y recién empieza. Hablar de política, sobre los asuntos del poder, sobre los caminos para alcanzarlo, sobre cómo cambiar, hoy tiene a un protagonista más amplio: la juventud.