Cuando se toca el asunto Chile en su programa televisivo, no hay mejor defensor que él y se desgañita frente a cámaras demostrando su afición, simpatía, alineamiento con los designios del país del sur. El viernes último no escatimó esfuerzos por criticar duramente el desempeño de la Cancillería peruana y en cambio no ocultó lo que a él se le ocurre una estrategia adecuada y correcta: la de Chile. ¿Estamos hablando de algún ciudadano chileno? ¡No! Se trata de Jaime de Althaus, el mismo que meses atrás se preguntó si había algún momento adecuado para plantear temas patrióticos. Este neofelipillo dice tener DNI lo que no es suficiente para decir que es peruano.

¿Casualidad? No lo creo. Neofelipillo Althaus trabaja en Canal N, y el grupo está asociado con el diario de la antipatria El Comercio, que tiene vínculos con Perú21, El Trome, La República, los mismos que han pretendido minimizar el asunto de LAN para disimular la grosería perpetrada por una empresa en la que tiene participación directa como testaferro Emilio Rodríguez Larraín, abogado quintacolumna y servidor obsecuente de esa empresa sureña.

Hay un mínimo de dignidad decente que exigir de quienes están en la televisión o en los medios. Otra cosa es que todos los vendepatria ostenten el monopolio de los medios y tengan hasta la caradura de haber convertido en “columnistas” a embajadores inmorales como Eduardo Ponce y Jorge Valdez de prontuarios indecorosos en el servicio al país y que hoy, por esas cosas raras del Perú, son “referentes” nadie sabe de qué porque hay señales múltiples de sus inconductas.

Como en el tango Cambalache, lo mismo un burro que un gran profesor.

Neofelipillo Althaus no está sólo en su vergonzosa actuación. Tiene compinches muy bien rentados y que son los clásicos traidores que cohonestan, maquillan e “historian” cuanto se les ponga en el menú para justificar sus abultados sobres de pago. Es decir, los mercenarios han aparecido en cantidades apreciables y siempre al servicio de quien pague sus favores y “talentos”. ¿Alguno de estos ha tenido la decencia siquiera de disimular su pro-chilenismo hasta en los más mínimos detalles?

Chile vive con miedo sempiterno hacia el Perú. Para ellos es de necesidad imperiosa azuzar conflictos internos y usar a los comprables para que aquí justifiquen sus groseras intervenciones como ocurrió cuando se quebró a Aerocontinente y se regaló el 80% del mercado de pasajes a LAN. Frente a ello ninguno de los diarios comentó gran cosa y jamás analizó los temas de fondo porque eso desmenuzaría el manto fétido que rodea estos crímenes.

Ni patrioterismo y mucho menos falta de dignidad como la que muestran ramplonamente los émulos mediocres de neofelipillo Althaus quien, además, tendría aún muchas cosas que decir, de sus antiguas aficiones muy cercanas a canales afines a la inmoral dictadura de Fujimori, como se narra de él y de muchos otros en documentos que están circulando por todo Lima.

Después de 500 años el nombre de Felipillo quedó como impronta de servilismo y desverguenza. Jaime de Althaus es un neofelipillo aunque él pretenda decir o simular querencia o identificación con el Perú. Amén.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!