Queridos amigos que en Alemania habéis tratado de asustar a los franceses a través de una carta publicada en el diario Le Monde:
Está de moda lanzar llamamientos más allá de las fronteras mediante la prensa tan pronto como se vislumbran elecciones. Los alemanes están en su elemento cuando se trata de dar lecciones políticas a los habitantes del mundo entero. Ya quisieron elegir al presidente norteamericano. Sin embargo, nos gustaría decidir por nosotros mismos en lo tocante a la constitución en el marco del referéndum. Muchas gracias por su interés y penetrante injerencia en nuestros asuntos nacionales. Ustedes, los alemanes, sueñan con una gran Europa para expiar la horrible historia que lleva el nombre de Alemania. Nosotros, los franceses, estamos orgullosos de nuestra nación, cosa que a ustedes les desagrada. Ustedes hablan de renuncia a la razón en caso de que no digamos Amén a este largo párrafo de 500 páginas que lleva el nombre de Constitución. Nosotros fuimos los primeros en experimentar el reinado de la razón política. Aquello se llamaba terror e hizo correr mucha sangre hace 200 años. Somos aún lo suficientemente poco razonables como para expresar de cuando en cuando nuestra cólera a nuestros políticos. Ustedes también deberían hacer la prueba, sería muy bueno para vuestra cultura democrática.
En cuanto a la democracia, parece que ustedes no confían en la madurez política del pueblo. Si lo hicieran, ustedes también tendrían un referéndum. Ustedes temen que el pueblo tome una decisión diferente a la del parlamento y nos dicen con valentía que «¡el miedo es un símbolo de debilidad!» Después de todo, ¿qué concepto tienen ustedes del valor y de la función de la Constitución? Nosotros recordamos aún la época en que los carteros y los conductores de trenes no podían ejercer sus funciones si existía la más mínima duda sobre su fe en la Constitución. Eso nos parece mucho más preocupante teniendo en cuenta que ese texto monstruoso es tecnocrático, que nadie lo conoce y que nadie lo desea. La Europa comercial es ya una realidad y la Europa cultural no tendrá que ver con la representación central en Bruselas.
Otra cosa, tengan la amabilidad de dejar de burlarse de nuestro «no» a fines de mes. Si decimos que no, algunos políticos se habrán irritado por gusto pero el orden del mundo no será perturbado. De cuando en cuando decidimos bloquear el país con camiones pero después la vida continúa. Darnos un poco de gusto con el sabotaje es parte de nuestra cultura. Ustedes, los alemanes, no deberían tomárselo siempre todo tan en serio. ¡Simplemente voten contra esta estúpida Constitución en el Parlamento!

Fuente
Der Standard (Austria)

«Vom Unbehagen am deutschen Mahnwesen», por Burkhard Muller-Ullrich, Der Standard, 12 de mayo de 2005.