La retirada de Gaza, que recientemente se aplazó, continúa siendo un motivo de agitación en la vida política israelí, que opone a Ariel Sharon al movimiento colono y a su extrema-extrema-derecha. Vivo ejemplo del punto de vista de los partidarios más fanáticos de la colonización, el dirigente del movimiento ultrasionista Bead Artzeinu, Abraham Shmulevitch, manifiesta su punto de vista sobre la política que debe llevar a cabo Israel en una entrevista a Vremya Novostyey. Al pretender que la tierra de Israel fue entregada por Dios al pueblo judío, afirma que el Primer Ministro debe destruir las mezquitas del «Monte del Templo» (otro nombre de la explanada de las mezquitas) y reconstruir el Templo de Jerusalén para rehacer la alianza con Dios. Después Israel deberá construir un imperio que comprenderá desde el Nilo hasta el Éufrates. ¡Sin comentario! En la batalla que enfrenta a Ariel Sharon y a los locos del Dios israelí, el Primer Ministro israelí ha recibido el apoyo de la izquierda a pesar de que no ha escondido que el plan de retirada sirve ante todo para reforzar el control israelí en Cisjordania. En el Daily Star, el ex agente del Mossad, Yossi Alpher, publica un texto que ilustra perfectamente el turbio juego de la izquierda sionista. Denuncia la política de Ariel Sharon y asegura que no puede llevar a Israel a la paz pero que hay que mostrarse pragmático y apoyarlo hasta la retirada de Gaza. No se menciona el hecho de que esa retirada implicará la reubicación de los colonos en Cisjordania y hará más difícil la hipotética construcción de un Estado palestino.
En cuanto a los palestinos, esa retirada es vista como una victoria de Hamas y una prueba de la eficacia de la lucha armada. Hoy día, el movimiento islamista podría triunfar en las elecciones legislativas de este verano en los territorios. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, se esfuerza por bloquear una ley que podría darle ventajas a ese grupo, bien establecido localmente. Ese bloqueo podría conducir a un aplazamiento de las elecciones. Para el investigador Hussein Agha y Robert Malley del International Crisis Group en el Guardian, se trata en ese caso de una maniobra de Al Fatah para aplazar las elecciones; éste sería respaldado por israelíes y occidentales que temen la victoria de Hamas. Por el contrario, para los dos autores, hay que aceptar el peso de Hamas en la población y estimular a ese movimiento a que entre en las instituciones palestinas y participe en las negociaciones.

El fundamento del plan de retirada de Gaza es lo que en Israel se ha convenido en llamar «la bomba de tiempo demográfica». Según los estudios, a un plazo más o menos breve la población no judía se hará mayoritaria en la franja de territorio que va del Jordán al Mediterráneo. Ese es el argumento que justifica para algunos sionistas la división del territorio en dos Estados diferentes.

Un colectivo de investigadores estadounidenses e israelíes ha redactado un informe titulado West Bank/Gaza Demography Study: the 1.5 Million Population Gap. Ese estudio se presentó a los archirreaccionarios think tanks del Heritage Foundation y del American Entreprise Institute a inicios de año. Los tres autores estadounidenses de ese tema, Bennett Zimmerman, Roberta Seid y Michael J. Wise, recuerdan las conclusiones en el Jerusalem Post: las cifras que se publican tradicionalmente son falsas, los palestinos son menos numerosos de lo que se dice, y la mayoría judía no podría ser amenazada antes de mucho tiempo. En el mismo diario, el demógrafo israelí, Sergio Dellapergola, impugna ese estudio. En su opinión, el enfoque de los autores no tiene nada de científico y solo tiene por objetivo minar uno de los argumentos de los partidarios de la solución de los dos Estados. Para él, es evidente que en 2020, los judíos serán minoritarios en los territorios que forman parte de la Palestina histórica. Por consiguiente, es necesaria una política que conduzca rápidamente a la solución de los dos Estados si se quiere que Israel siga siendo un Estado judío y democrático.
De nuevo nos sentimos estupefactos, ya no sorprendidos, por la lógica de los autores de ese debate. Según ellos, Israel es hoy un Estado democrático ya que los dirigentes del país pertenecen al mismo grupo religioso que la mayoría de la población. Al contrario, Israel no puede considerarse una verdadera democracia ya que divide a su población en función de su fe o de los orígenes y priva al 50% de la población sobre la cual ejerce su autoridad de los derechos políticos reservados a los judíos.

Por último, para celebrar los 40 años de la reconciliación israelo-alemana, los ministros de Relaciones Exteriores alemán e israelí, Joschka Fischer y Silvan Shalom, celebran la amistad israelo-alemana en Ha’aretz. Al hacerlo, reafirman que Alemania tiene una deuda eterna con Israel y que se compromete nuevamente por medio de su ministro a hacer todo lo posible para que Israel conserve su identidad judía.