Las elecciones palestinas de este verano se caracterizan por la incertidumbre en la correlación de fuerzas entre Al Fatah y Hamas. Con el apoyo tácito de israelíes y occidentales que normalmente se pronuncian a favor de una democratización de la Autoridad Palestina, Al Fatah parece querer jugar con el aplazamiento de las elecciones para mantener su influencia.
Yasser Arafat había reunido en Al Fatah a un grupo heteróclito de palestinos y desde que perdió a su figura central la agrupación parece no ser más que una etiqueta para dar credibilidad a los políticos. El problema principal es que Al Fatah no logra encontrar su posición: ¿se trata de un partido político o de un movimiento de liberación? Hamas, por su parte, no ha sido afectado por el desgaste del poder. Es un movimiento armado pero con un programa preciso en la esfera política. Se propone edificar un Estado islámico mas se niega a imponerlo a los palestinos y tampoco los ataca. Hamas inició sus acciones violentas atacando a soldados y colonos israelíes, pero acabó por atacar a los civiles con el argumento de que se trataba de medidas de represalia en respuesta a los ataques contra civiles palestinos.
Hamas ha creído siempre que el proceso de paz fracasaría y apostó por la exasperación de la población palestina. Hoy, la retirada de Gaza demuestra que la acción armada es efectiva. Ante la creciente influencia de este partido, Mahmud Abbas trató de integrarlo, algo que no será fácil pero no existe otra alternativa. Esta es la opción que debe ser puesta en práctica. La continuación dependerá de la forma en que Hamas y Al Fatah redefinan su identidad.

Fuente
The Guardian (Reino Unido)

«Now Hamas must come into its own», por Hussein Agha y Robert Malley, The Guardian, 18 de mayo de 2005.