Pedí por correo electrónico a Cecilia Valenzuela de La Ventana Indiscreta mi derecho a, por lo menos, ser oído, luego que me dedicara en su programa del 22 de los corrientes, larguísimos minutos con sus “acusaciones”. Ciertamente, nunca contestó, dando a notar una parcialidad más que evidente: a nadie se le condena sin escuchar su versión. Ni la Valenzuela es el Poder Judicial y mucho menos ella representa la verdad sacrosanta que debe creerse a pie juntillas en este país.

Algo raro debe estar ocurriendo. A este modesto periodista que carece de columna fija o eventual en ningún periódico; que tampoco posee acceso a ninguna radioemisora y ni hablar de programa televisivo, nadie, diario, canal o radio, le preguntó en los largos días a posteriori del 22 ¿qué podía informar sobre lo dicho o enunciado mañosamente por Cecilia Valenzuela en su programa? Y hay derecho a preguntarle a Perú21, Correo, La Primera, si están en la certidumbre de un trabajo prolijo dando cuenta textual sólo de lo que dice Valenzuela.

Nótese la desigualdad: una batería de medios contra un hombre de prensa que se expresa a través de sus columnas en Señal de Alerta de modo casi diario y por Internet. Hasta hace pocos días ignoraban cualquier cosa que dijera. Eso es lícito, probablemente escribo boberías en opinión de los medios. De súbito, soy todo lo contrario y me condenan sin escucharme. Entonces, ¿sí que me leían y soy incómodo? En ese caso, la pregunta es evidente: ¿y por causa de qué no salían al paso si estaba tan equivocado en los conceptos y opiniones vertidas?

Más aún: he sostenido que la madre del cordero había sido un artículo en que denuncio que el acuerdo entre Perú y Chile de noviembre de 1999, en torno a la ejecución del Artículo 5to del Tratado del 3 de junio de 1929, había ignorado adrede el uso del mapa sobre el plan de desarrollo portuario de Arica que los chilenos acordaron con el presidente Augusto B. Leguía en abril de 1929 y que, por tanto, los responsables de semejante traición habían conseguido un trato favorable a los intereses del país del sur y desfavorable al Perú. Ningún diario, canal o radioemisora, en interés periodístico-histórico ha hincado el diente en esta afirmación de suyo delicada pero, lo que es peor, los aludidos en el texto, nunca han respondido a tan gruesas y directas opiniones de mi parte. Hay hasta un idiota que fue condecorado por participar en esas conversaciones entre Perú y Chile. ¿Saben quién le otorgó la presea Bernardo O’Higgins?: el gobierno de Chile. ¡O sea que la otra nación premia a un peruano! ¿Qué está ocurriendo con el periodismo nacional?

Cuando uno trabaja con el cometido específico de hacer boletines, libros y rescatar del olvido de cuarenta años, libros especializados sobre la diplomacia peruana, cumple y recibe un pago. Eso ocurrió conmigo en los meses que van desde febrero 2004 a marzo 2005 en la Cancillería. ¿Puede eso considerarse un crimen? Pero, debo subrayar, que hay quienes tienen mente de esclavos porque creen que uno también tiene que empeñar, silenciar o enmudecer cualquier criterio en torno a lo que hace la administración gubernamental episódica como transitoria. ¡Absurdo e inmoral! Si otros se venden, y hay múltiples casos, o alquilan sus conciencias para decir esto o lo otro, es problema de ellos, no mío. A mí, me pudieron haber botado en cualquier momento por opinar cuanto me parecía. Pero no fue ese el caso, lo cual demuestra que puede haber discrepancia acérrima pero respetuosa.

Hasta hoy Cecilia Valenzuela no prueba el infundio enunciado ante miles de televidentes de que ganaría “por fuera” y “más que un embajador” la suma de S/. 18 mil soles. El domingo 30 ni siquiera tuvo la decencia de aludir al tema ni referir mi solicitud de comparecencia ante cámaras. No usé la vía notarial porque es cara y carezco de esos recursos. Pero, no hay duda que tengo abierto el derecho a denunciarla penalmente por calumnia.

Seguiré ocupándome de los casos que en defensa del pueblo peruano, de su historia y de su dignidad concitaron y siguen llamando mi interés periodístico y patriótico. Entre otros temas, Camisea, Bayóvar, Cajamarca y Yanacocha, Marcona, Cerro Verde, Talara, el TLC y los traidores, de San Dionisio Romero y sus pillerías, la Convención del Mar y todos los que promueven la mutilación del Mar de Grau, la inutilidad de un Congreso ilegítimo, la perpetuación de una garrapata en la Defensoría del Pueblo, la pésima conducta de embajadores o diplomáticos que mal usan la inversión que hizo el pueblo en ellos, la defensa de los pueblos amenazados por las transnacionales y su angurria de globalización, de la izquierda caviar y sus supuestos apóstoles engañadores que viven como ricos a costa de los pobres, de una prensa que no informa y que ha hecho, en estos últimos días, gala de una falta de ecuanimidad bastante inimitable. ¡Ladran Sancho, señal que avanzamos!

Con el poeta quiero recitarle a cuantos creyeron pulverizar al humilde autor que produce estas líneas: ¡Los muertos que vos matasteis, gozan de buena salud!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!