El 24 de mayo de 1543 muere en Frauenburg, Polonia, el canónigo Nicolás Copérnico. Hombre del Renacimiento, el monje Copérnico estudió en la prestigiosa universidad de Cracovia antes de recorrer Europa. Erudito, ávido de conocimiento, estudia en todos los campos del saber: teología, medicina, matemáticas, economía y astronomía. El papa Pablo III, que quiere reformar el calendario, le confía un estudio de los planetas y del Sol a fin de verificar la teoría de Claudio Tolomeo, un geógrafo griego del siglo II, quien afirma que la Tierra está situada en el centro del universo, mientras que el Sol y los planetas giran a su alrededor. La doctrina católica se apoya en esta tesis para afirmar que el Hombre, y por lo tanto la Tierra, están en el centro de la creación. Sin embargo, muy rápidamente, Copérnico establece la incoherencia de esta teoría. Prudente, pues teme con justeza la reacción de los teólogos, Copérnico esperará hasta el final de su vida par publicar sus conclusiones en De revolutionibus orbium coelestium. Su trabajo provocó gran revuelo y liberó a los sabios de los prejuicios teológicos presentados como verdades divinas...