El domingo 29-5, La Ventana Indiscreta que dirige la calumniadora Cecilia Valenzuela, presentó en pantalla el seguimiento que sus reporteros habían hecho al juez Catacora, el del caso de la periodista Sally Bowen. Se dio cuenta de una presunta propiedad del mismo y se insinuó que ésta sería resultado de un ingreso extraordinario, de una coima gigantesca o de cualquier circunstancia que retratarían a este juez como delincuente. Sin ninguna prueba de transacción alguna que incriminase o vinculase a Catacora, ya se vendió la imagen que este es un magistrado corrupto per se. ¿No es esto manipulación grosera de la información?

¿Por causa de qué el terreno del juez Catacora, de ser suya la propiedad, tendría que haber sido adquirida recientemente y con dinero proveniente de coimas por el caso Bowen? Afirmar perversamente que hay una mecánica que establece que, como este juez sentenció para disgusto de muchos, y que por tanto, es sospechoso de toda clase de malas artes, deviene en un contrasentido y una acción contranatura. Primero se investiga si hay indicios razonables de enriquecimiento ilícito y se presentan las pruebas para que se lo escrute in extenso. Aquí se ha dicho, a través del poder manipulador de la pantalla que este juez es culpable. ¿De qué?: ¡aparentemente de tener un terreno que necesariamente, según la información debió haber sido adquirida con dinero ilícito!

La calumniadora Cecilia Valenzuela dijo el 22 de mayo que yo “ganaría por fuera” y “más que un embajador” la suma de S/. 18 mil soles. Pero, el domingo 29, no presentó nada que sostuviese su aserción, es más, ni siquiera dio cuenta de mi solicitud de presentarme en vivo para responder a sus estridentes afirmaciones. Dijo también, que el canciller Manuel Rodríguez me habría contratado “para atacar a quienes disienten” con él. Pero, tampoco presentó nada sino la cita sesgada de artículos míos que son públicos y a la vista de cualquier curioso.

En ambos casos, se manipula el contexto y se da al público el contenido de imágenes e informaciones groseramente armadas como para inculpar a los protagonistas de las “denuncias” que emiten dominicalmente. ¿Es eso periodismo objetivo o subjetiva forma de aplastar a quien sea incómodo a lo que hoy llaman periodismo nacional que repite, no investiga, no pregunta a la parte agraviada y que se escandaliza cada vez que el pueblo protesta en diversas partes del país lo que, automáticamente, hace que les motejen de terroristas, subversivos o “enemigos” de la inversión?

Hay múltiples y más maniobras sucias en camino. El público es el gran juez, pero resulta que cierta prensa inmunda, idéntica a la que Fujimori y Montesinos financiaba y en la que participan muchísimos ex pagados por esos pillos, está reeditando sus épocas en que el vómito era noticia y la calumnia, práctica diaria como abominable.

Ecuanimidad, decencia y hambre de noticia para tratarla como se debe, con sus pro y contras, con lo bueno y malo que tenga, en términos directos y duros, es lo que hace falta. Lo que sobra es la cosmética; decir mucho para encubrir informes a medias y sobre verdades anémicas que se caen en el camino pero que saben que el frontis ya tuvieron el aparente efecto de demolición para el cual los poderes pagan y lo hacen en dólares contantes y sonantes.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!