El historiador Wiliam Dalrymple recuerda en el Guardian que la propaganda británica siempre supo inventar enemigos y asociarlos a menudo a Francia. Los tiempos no han cambiado desde la época en que se describía como un tirano al pacífico y moderno sultán de Mysore. Sólo han cambiado los blancos.

La persistencia del discurso colonial reaparece en numerosos textos de autores árabes que sirven de justificación a los think-thanks [centros de investigación, propaganda y divulgación de ideas, generalmente de carácter político. N. del T.] neoconservadores. La voz árabe amiga de Washington no es inútil después del escándalo que provocó el artículo de Newsweek sobre las profanaciones del Corán en Guantánamo.
Fuad Ajami prosigue su trabajo de justificación a posteriori de la política del presidente Bush. En el Wall Street Journal y el Daily Star, afirma que la democratización del mundo árabe está en marcha desde que Estados Unidos invadió Irak. Claro, la acción militar no es el mejor método, pero lo que actualmente sucede es un alivio para quienes esperan en vano y desde hace tanto por reformas que vengan desde adentro, razonamiento típicamente colonialista según el cual se justifica la violencia contra los indígenas cuando es por su propio bien. El propio rey Abdala II de Jordania retoma en parte ese argumento en el Washington Post. En una entrevista, el soberano se regocija ante la intervención extranjera en Irak y las presiones sobre Siria. Se trata de un monarca bien agradable a los ojos de Washington.
Saad Edddin Ibrahim es un personaje en alza. Aupado por la oficina sionista Benador Associates y publicitado por la agencia Project Syndicate, de George Soros, se ha convertido ahora en candidato a la presidencia de su país. Gracias al apoyo de influyentes círculos estadounidenses, sus artículos son ampliamente publicados en la prensa internacional. Con poses de moderador, asegura que los islamistas no son peligrosos si se les asocia al poder ya que acaban entonces por disolverse en la vida parlamentaria y conformarse al molde. Su tribuna aparece en el New York Times, el International Herald Tribune, el Taipei Times, The Australian, el Korea Herald, el Jerusalem Post, el Jordan Time y en otros más que quizás se nos escapan. En lo tocante a la retirada israelí de Gaza, aconseja no destruir las casas de los colonos judíos para no provocar un efecto negativo en la opinión pública, precisando que éstas no deben tampoco ser entregadas a los palestinos, que interpretarían ese gesto como una victoria. Habría que darlas entonces a un tercero, según escribe en Ha’aretz así como en el Daily Star y el Washington Times. Se trata, en pocas palabras, del hombre ideal para el Imperio, capaz apoyarse en los islamistas sin parecer por ello islamista y capaz también de ayudar a Israel sin parecer demasiado cruel con los palestinos.

Die Welt publica una entrevista con el gran mufti de Egipto, Cheikh Ali Gomaa, quien subraya que el difunto papa Juan Pablo II se había abierto al Islam y teme que su sucesor, Benedicto XVI, sea, por el contrario, partidario del choque de civilizaciones.
Para terminar, el general Ehud Barak expresa, en el mismo diario, su apoyo al plan de retirada de Gaza. Pero lo hace para criticar más fácilmente el mantenimiento de colonias dispersas cuya defensa se hará cada vez más difícil y costosa. Según afirma, hay que prepararse para una tercera Intifada y terminar el Muro lo más rápidamente posible. El ex primer ministro comparte los objetivos de su sucesor, aunque sus planes para alcanzarlos son diferentes.