George W. Bush presidente de los EEUU y el chileno Miguel Insulza, Secretario General de la OEA.

Los aplausos fueron contados. Solo batieron palmas los dos congresistas cubano americanos del el sur de La Florida, que junto a una veintena de exilados cubanos de Miami estaban presentes en el amplio salón del centro de convenciones de Fort Laudardale cuando el Presidente de Estados Unidos George Bush pronunciaba su discurso ante la asamblea general de la Organización de Estados Americanos, reunida allí en la mañana de ayer lunes.

El resto de la audiencia hizo silencio cuando el mandatario norteamericano hizo una mención crítica a Cuba en un esfuerzo por tratar de convencer a los representantes del resto del hemisferio que la política de su gobierno hacia la isla era la mas apropiada.

La proposición por parte de la delegación norteamericana de la llamada «Carta Democrática» tampoco ha obtenido el respaldo de la mayoría de los gobiernos que conforman la OEA, porque a todas luces- y así lo ven todos los que han analizado el engendro- se trata de una «percha» que se le quiere agregar a la carta constitutiva de esa organización con el propósito evidente de intervenir en los asuntos internos de las naciones del hemisferio, concretamente dirigida ahora contra Venezuela que es el objetivo que está en estos momentos en el colimador de la Casa Blanca.

Muy pocos son los que consideran que la propuesta intervensionista llevada a la asamblea de la OEA por la Secretaria de Estado Condolezza Rice, tendrá los votos necesarios como para ser aprobada. La derrota norteamericana será humillante porque ni los más incondicionales gobiernos a la política de Washington tendrían el descoco de votar por semejante proposición.

Por otra parte Estados Unidos tendrá que tragarse, haciendo de tripas corazón, las resoluciones presentadas contra el terrorismo, muy especialmente la patrocinada por el gobierno de Venezuela que con el respaldo de una amplia mayoría de naciones, que establecería la obligación de todos los Estados miembros de la OEA a perseguir, enjuiciar y extraditar a personas sobre las cuales existan fundadas sospechas de planificar, financiar o cometer actos de terrorismo.

Aunque la resolución presentada por la delegación venezolana no menciona por su nombre al terrorista de origen cubano Luis Posada Carriles ni al gobierno de Estados Unidos, donde este pretende que se le conceda asilo político, es mas que evidente que la referencia a estos es bien obvia.

La Organización de Estados Americanos, la OEA, ha sido por muchos años un instrumento dócil al servicio de la política dictada por los Estados Unidos hacia América Latina. Pero todo tiene un límite. Al parecer, en esta ocasión las cosas no le han salido bien a la Casa Blanca porque se ha producido en la reunión de la OEA en Fort Laudardale toda una reacción hostil a las pretensiones de Washington que presagian derrota.

Es que una mezcla de arrogancia con torpeza diplomática solo conduce al más lamentable de los fracasos. Es que el que siembra vientos, recoge tempestades.