Pablo de la Flor jefe del equipo negociador peruano del TLC.
Foto Perúprensa org.

Mientras que el ministro colombiano Hernán Botero dice que su país prefiere culminar en julio los encuentros referidos al TLC, el jefe del «equipo negociador» peruano, Pablo de la Flor, sostiene que setiembre será una fecha más probable. ¿No era este señor con el ministro del TLC y Asuntos Foráneos, oficialmente de Comercio Exterior, Alfredo Ferrero, los que en medio de morisquetas y gestos nerviosos, abogaban por la firma «sí o sí» de este documento internacional que compromete al Perú y a sus 26 millones de habitantes por largo tiempo?

Si se cumple lo adelantado por de la Flor, el Congreso norteamericano, si tiene a bien ocuparse de nuestros países y si en Perú se dan muestras de buena conducta, dando la razón en los contenciosos judiciales a las empresas estadounidenses, lo tratará hasta fines del presente año. Entonces el TLC, previa revisión prolija del Ejecutivo, tendría que someterlo al Congreso y éste, a su vez estudiarlo detenidamente, pero el 2006 es año electoral y en el primer trimestre, los congresistas también descansan de sus muy recargadas labores

Un TLC que ha tenido secreteos so pena de sanciones de distinto calibre, de servilismos como el afirmado por el jefe de Estado que aventuró que el tratado debía aprobarse «sí o sí» y que deja en ridículo estentóreo a los «negociadores» que no negocian nada porque hacen acto de presencia pagada por el resto de los peruanos, tiene las características de una imposición imperial mayúscula e injustificada porque no se ha peleado con dignidad ni a la altura que una nación libre demanda y exige.

¿Qué es eso de tribunales ad hoc y por encima de las leyes nacionales? ¿Alguien cree que esas salas resistirían el embate millonario de las transnacionales que buscan contratos-leyes o exenciones tributarias y, de mil y un formas, como sacarle la vuelta a las disposiciones para promover el cholo barato y el azúcar -léase la exportación vía explotación- caro? ¿Qué estudio de abogados peruano jugaría a favor de los intereses nacionales, prescindiendo del verde atractivo de copiosos y tentadores dólares masivos?

Para muestra basta con recordar el tristísimo papel que múltiples bufetes han cumplido en el Perú desde el 90: ¡cómplices y fautores de mil y un privatizaciones y perdedores eternos de juicios contra del Estado peruano! ¡Pero, eso sí, sus integrantes muestran lujos, propiedades y signos de riqueza por doquier y nadie puede decirles nada porque la “legalidad” de sus actuaciones se ajusta al status quo en que unos pierden y otros ganan a carretadas!

El estudio que sobre el impacto del TLC ha hecho el sector Salud, demuestra que las medicinas encarecerían brutalmente. Y, los medios, procuran disimular este grave y atribulador resultado porque sería la población de más bajos recursos, mayoría abrumadora, la afectada. Y la propaganda televisiva tampoco alude a este tema porque mejor es silenciarlo.

La ley del silencio pagado en Perú es una forma inmoral de acallar y atenuar impactos sociales de terribles consecuencias, presentes y futuras.

Está claro que debería de ser un próximo Congreso el llamado a decidir si se firma el TLC. ¡Y también que se requiere que el pueblo vote en comicio libre, referéndum, sobre este asunto!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!