Al Sur de Quito, donde el cielo parece más grande y azul, está ubicado el barrio ‘La Lucha de los Pobres’; sector poblado en su mayoría por familias de escasos recursos económicos, que todos los días trabajan incansablemente por calmar, atenuar, aquello que carcome los estómagos y petrifica la sonrisa, el hambre.

En este populoso barrio está localizada la Comunidad Santa María del Inti (perteneciente a la parroquia del mismo nombre), donde los sacerdotes españoles José Luis Molina y Miguel Olmedo, desde hace más de ocho años, han realizado labores sociales en beneficio de la comunidad.

En este sentido, la acción de los religiosos se ha dirigido principalmente hacia los niños, que son los más vulnerables ante la pobreza y sus íntimos aliados: la violencia y la ausencia de cariño.

Para ello, con la ayuda de la Fundación Inti - Ecuador, con sede en España, los sacerdotes lograron establecer una escuela gratuita para 165 niños y niñas del sector, quienes, además de educarse, almuerzan diariamente en el centro educativo por tan solo 25 centavos.

A decir de los religiosos, esta es solo una arista de su tarea evangelizador y social: “Hemos desarrollado un proceso de formación con raíces profundas que nacen del evangelio (Escuela de Catequesis con cinco niveles; catequesis de iniciación, de valores y confirmación; catequesis de adultos; formación padres de familia; formación humana y social). Hemos logrado dinamizar una organización corporativa en la que no existen jerarquías (tales como Consejo Parroquial, Comités Religiosos, Coordinadora Catequética Coordinadora Pastoral, etc.); nuestro trabajo ha logrado construir un servicio concreto a las necesidades urgentes de la comunidad: Escuela Inti, Subcentro de Salud, Escuela de Formación para Padres y Madres de Familia, Biblioteca, Comedor Escolar, Fondo de Solidaridad, entre otros. Somos alrededor de 350 personas involucradas en este proceso”.

Sin embargo, todo este trabajo social pretende ser aniquilado por la cúpula tradicional y conservadora de la Iglesia Católica, a quien le molesta que los sacerdotes españoles José Luis Molina y Miguel Olmedo vinculen el evangelio con las necesidades más apremiantes del pueblo; a quien le desagrada que las enseñanzas del cristianismo se impartan bajo los preceptos de la Teoría de la Liberación (esta Teoría se cuestiona esencialmente ---¿cómo ser cristiano en un mundo de pobres? Su respuesta es lógica: “la fe de Cristo debe ayudar a superar esta situación de injusticia”. Y en ese sentido trabaja con la metodología de ver, juzgar y actuar).

Desde el año anterior, la Iglesia Católica, por intermedio de la Conferencia Episcopal, comenzó a perseguir a José Luis y Miguel, y a poner reparos a su actividad. En un comunicado de esta entidad religiosa se lee: “Se nos ha informado que los dos sacerdotes rechazan expresiones de piedad popular ecuatoriana, como las novenas, los villancicos, la devoción de Santos...”. Tal parece que a la jerarquía católica le importan más que los fieles se arrodillen durante horas frente a figuras de yeso en vez de que participen de charlas de violencia intrafamiliar, deconsumo de alcohol y de drogas...
Y, por supuesto, la ofensiva de la Iglesia Católica se ha particularizado hacia la Escuela Inti. En este centro, el proyecto de enseñanza se maneja bajo los preceptos de la Teología de la Liberación, por tanto, la educación es laica. Aquí se inicia el problema, porque la escuela funciona en las instalaciones parroquiales; por ello, la Iglesia exige que en la escuela se imparta religión católica.

Los sacerdotes españoles manifiestan que la escuela es particular (funciona con donativos de la Fundación ‘Inti ‘ Ecuador, de España) y es de carácter aconfesional; es decir, que la religión es una materia optativa, por respeto a la individualidad; “un centro aconfesional no se compromete con ningún credo y no es excluyente”, señalan.
Sin embrago, la Conferencia Episcopal no quiere saber nada del proyecto laico. Además, el Obispo Raúl Vela presionó para que los sacerdotes españoles dejen de ofrecer servicios pastorales y religiosos en la Parroquia Inti, y nombró a párrocos salesianos para efectuar ese trabajo. Esto es preocupante, porque la ayuda de la fundación española se perdería con la designación del nuevo párroco como director de la escuela. Más de 165 niños se quedarían sin educación gratuita, sin almuerzo, y sin una guía educacional que les enseña a valorarse como personas y a comprender las verdaderas causas de las injusticias sociales.

Pero esto no le importa a la Conferencia Episcopal, que confirma que los sacerdotes españoles podrán seguir con su proyecto hasta el fin del año electivo, y que luego tendrán que marcharse. Los tacha de extremistas, de agitadores, de revoltosos, solo por cometer el ‘pecado’ de concebir un Cristo que lucha junto su pueblo para vivir de manera digna y justa... en la Tierra.

Santa María del Inti se rebela ante los designios de la Cúpula Católica

Centenares de pobladores de la Parroquia Santa María del Inti han protestado por las arbitrariedades de la cúpula jerárquica católica; lo han hecho mediante marchas a la Conferencia Episcopal y a la Arquidiócesis, en busca de dialogar con el Obispo Raúl Vela, quien se hizo negar por varias ocasiones y cuando accedió a ‘escucharlos’, lo hizo con una prepotencia y una mala educación única: “Nos hizo sentir como si no valiésemos nada, como si fuéramos una basura”, comenta una manifestante de la comunidad Inti, defensora de la escuela y de la tarea que realizan los padres españoles.

Sin embargo, la medida de presión más fuerte que han emprendido los moradores de Santa María es realizar una huelga de hambre: desde la primera semana de junio, tres maestras de la Escuela Inti (Ana Troya, Elizabeth Chiguano y Julia Hernández) y dos madres de familia que tienen sus niños educándose en este centro (Carmén Chalá y Alexandra Molina), han decidido petrificar su indignación y no probar alimento alguno, hasta que se cumplan tres exigencias básicas: que el Obispo Raúl Vela (‘Papá Obispo’, como se hacía llamar cuando atendió a la delegación del Inti), pida disculpas públicamente por su insultante manera de tratar a las personas que quisieron dialogar con él; que se restituya inmediatamente a los sacerdotes españoles José Luis Molina y Miguel Olmedo en sus tareas pastorales y religiosas en la Parroquia, y que la Escuela el Inti siga funcionando indefinidamente como un centro particular, laico y aconfesional.

¿Qué dirá Papá Obispo al respecto? ¿Permitirá que sus ‘hijos’ se mueran de hambre por su intransigencia y vanidad, junto a su reverenciada Arquidiócesis? ¿Dejará que se destruya un proyecto comunitario que ha beneficiado a miles de personas en el barrio La Lucha de los Pobres, tan solo porque fue diseñado bajo la concepción de la Teoría de la Liberación?