Luego de lo que se consideró como una de las más graves crisis en lo corrido de las negociaciones del TLC entre Estados Unidos, Colombia, Perú y Ecuador, y en medio de los retrasos en los temas más sensibles del tratado, los problemas del equipo ecuatoriano debido a la situación política, y finalmente las respuestas dilatadas del equipo norteamericano, Colombia volverá a las mesas de negociación, de donde realmente nunca se retiró.
Y fue así porque lo que se quería mostrar como una posición fuerte del país ante las “humillantes condiciones” del equipo norteamericano, terminó siendo simplemente un acto de simple “pataleta” de alto nivel. Que no espere nadie que, como resultado de esta jugada, los norteamericanos se asusten y sean más condescendientes con el país.
Por tanto Guayaquil será tal como lo describen algunos dirigentes gremiales del país, y como lo sabemos quienes con justas razones hemos mostrado las inequidades del tratado: una mas de las reuniones en las que unos irán a exigir (los norteamericanos) y otros a ceder (los “andinos”). Ya se está tan acostumbrado a ello, que los equipos negociadores anunciaron que se necesitarán rondas adicionales (ahora se habla de 5 más) para llegar a acuerdos en los temas fundamentales en las cuales muy seguramente se seguirá el mismo libreto.
Los norteamericanos respondieron finalmente a la propuesta colombiana, y respondieron mal. Colombia, consecuente con su posición de creer que los Estados Unidos son un gran pez que se puede atrapar con una gran carnada, ha seguido realizando en cabeza del Ministro de Agricultura nuevas concesiones a los intereses norteamericanos: permitir el acceso de una gran cantidad de cereales al país, para quebrar de antemano a los productores, con el beneplácito de los molineros y la complicidad discreta de otros gremios que ahora proponen que en vez de trigo, cebada y maíz, los campesinos siembren quinua, un producto que necesitará fuertes inversiones para su consumo y uso industrial, inversiones que muy seguramente no hacen parte de la Agenda Interna.
Lo del TLC ya no sorprende a nadie, ni siquiera a aquellos sectores que pensaron que este era el futuro promisorio. Pues no es un secreto que Estados Unidos no solo tiene intereses políticos y estratégicos, sino también problemas complejos en su estructura económica, por cuenta del militarismo de Bush que amenaza con eliminar el próximo año sustanciosos beneficios en materia de seguridad social, atención a población vulnerable e incluso modificar la política de subsidios agrícolas. Los Estados Unidos piden a gritos tratados comerciales que les permitan exportar más e importar menos, pues es la única forma en que podrían solventar déficit comerciales que superan el 5% del PIB, cifras que para un país como Colombia implicarían ser gobernada de facto por el FMI.
Colombia va a Guayaquil con más incertidumbres que nunca y sin el respaldo de grupos gremiales importantes que consideran que en Colombia hay problemas más urgentes que solucionar. Y va además con el rechazo de amplios sectores de la sociedad frente a un proceso que se deslegitima tras cada concesión colombiana y cada exigencia absurda de su contraparte norteamericana.
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