Un año después de haber realizado un ejercicio llamado «Aurora negra» que simulaba los efectos de un ataque nuclear en la sede la OTAN, el ex senador Sam Nunn repite la misma operación de propaganda ante la Asamblea Parlamentaria de la alianza atlántica. Vuelve a hablarse de una organización terrorista del tipo Al Qaeda que golpea el corazón de las instituciones otanistas, provocando la muerte de numerosos civiles y una crisis económica y medioambiental de grandes proporciones. En el International Herald Tribune, Nunn analiza las consecuencias de su «juego de guerra» con Pierre Lellouche, presidente de la Asamblea Parlamentaria de la OTAN. Para ellos, «Aurora negra» demostró que Europa no estaba lista para hacer frente a la amenaza terrorista, de ahí que preconicen un fortalecimiento de las medidas de seguridad que rodean a los emplazamientos nucleares en Europa y el mundo. El objetivo ante todo: las instalaciones nucleares de la ex URSS cuyo número Washington pretende limitar.
En Le Figaro, los muy atlantistas presidente de la Comisión Europea y el vicepresidente encargado de las cuestiones de Seguridad y Justicia, José Manuel Barroso y Franco Frattini, dan a conocer su plan para la seguridad en Europa. También ellos insisten en la amenaza terrorista que pesaría sobre el continente, expresan su satisfacción por los resultados comunes y llaman al fortalecimiento de los instrumentos de lucha antiterrorista, es decir, al alineamiento de los procedimientos judiciales europeos con el Patriot Act estadounidense.
En ambos casos, la lucha antiterrorista sirve para justificar decisiones deseadas por Washington. Esta problemática, sin embargo, puede invertirse. Así, en una entrevista a Die Welt, el ministro paquistaní del Interior, Aftab Khan Sherpao, apologiza la lucha antiterrorista en su país. Al insistir en el perfecto comportamiento de su país en este aspecto, estima que Islamabad debe ser recompensada mediante una ayuda económica.

En el Líbano, prosiguen las elecciones legislativas que finalizarán el 19 de junio. Es especialmente difícil comprender las lógicas que animan a los diferentes partidos y los juegos de alianzas entre grupos comunitarios, pues éstos difieren considerablemente según las regiones.
En una entrevista a La Republica, retomada en ruso por Inopressa, Saad Hariri, hijo del primer ministro asesinado Rafic Hariri, manifiesta su satisfacción por su victoria en la región de Beirut y se erige en candidato al puesto de primer ministro. Denuncia la influencia de Siria en el Líbano y la emprende contra el presidente Emile Lahoud, a quien acusa implícitamente de ser cómplice del asesinato de su padre. Esto mientras la viuda de Hariri acaba de ser electa con la etiqueta del Hezbollah, que sin embargo es acusado de ser pro sirio.
La campaña electoral estuvo marcada por el asesinato, el 2 de junio en Beirut, del periodista franco-libanés Samir Kassir. Periodista de mente libre, había tomado posiciones fuertes contra Damasco, pero también contra Israel y numerosos movimientos políticos del Líbano, de ahí que tuviera muchos enemigos, aunque en Francia es de su compromiso antisirio del único que se ha hablado en la prensa. Nuevamente, aunque sin pruebas, y como en el caso del asesinato de Rafic Hariri, Damasco es sentada en el banquillo mediático de los acusados. Sorprendentemente, Francia no ha exigido ninguna explicación al gobierno libanés aunque se trate de uno de sus ciudadanos. Washington había pedido ante todo que la investigación internacional sobre la muerte de Rafic Hariri incluyera igualmente la de Samir Kassir, pero este reclamo fue retirado del texto que condena este asesinato, votado por unanimidad por el Consejo de Seguridad de la ONU el 7 de junio.
Como quiera que sea, para Antoine Basbous, director del Observatorio de los Países Árabes y ex vocero de las milicias cristianas libanesas durante la masacre de Sabra y Chatila, la culpabilidad siria en estos atentados no ofrece lugar a dudas. En Le Figaro, llama a la organización de purgas en el país para expulsar a los políticos o a los funcionarios que tuvieran o hubieran tenido vínculos con Damasco. Más ambigua, la responsable del CCIPPP, la Campaña Civil Internacional para la Protección del Pueblo Palestino, Nahla Chahal, denuncia el crimen en Le Monde sin mencionar a los culpables. Únicamente designados por el pronombre «ellos», los asesinos son sin embargo presentados de tal forma que para el lector de Le Monde que haya leído numerosos artículos que fustigan la responsabilidad siria, la identidad de los culpables no deja lugar a dudas.

Al mismo tiempo, en Damasco, se inauguraba el décimo congreso del Baas sirio, el partido de Bachar El-Assad. En esta ocasión, The Independent publica fragmentos del discurso inaugural del presidente sirio en los que Bachar El Assad la emprende, sin nombrarlos, contra los Estados Unidos, que utilizan las nuevas tecnologías y la información para desestabilizar a su país y a los demás Estados árabes. Como medio de defensa, llama a una vuelta a la unidad árabe.
El congreso del Baas debería sobre todo estar marcado por la adopción de dos mociones para la apertura gradual del régimen. Se trata especialmente de la legalización de los partidos políticos según un largo proceso de validación (lo que debería permitir una próxima elección presidencial pluralista pero sin partido de oposición capaz de hacer campaña). Se habla igualmente de una reforma de la censura, que en lo adelante dejaría de ser un asunto del Ministerio del Interior para depender del acuerdo unánime del Consejo de Ministros (lo que la haría difícilmente aplicable). Esto debería ir acompañado de reformas económicas. Así, estas reformas plantean las bases de un aceleramiento de la democratización del régimen sirio sin enfrentar a la vieja guardia de los colaboradores del difunto Hafez El Assad.
Pocos son, sin embargo, los analistas que comparten este punto de vista. En lo referente al congreso, las opiniones son más dictadas por la necesidad de justificar operaciones venideras que por una visión objetiva de su desarrollo.
El diario libanés anglófono Daily Star, da la palabra a dos analistas sirios de pareceres opuestos sobre esta cuestión. Para Ziad Haidar, Damasco implementa en este momento un proceso de transición tendiente a separar al Baas y al Estado sin desestabilizar al país. Por el contrario, para el novelista y colaborador de la Brookings Institution, Ammar Abdulhamid, nada se puede esperar del Baas. Se trata de un partido corrupto, que ha fracasado a todos los niveles y que los sirios deben derrocar.
En el New York Times y en el International Herald Tribune, el periodista y escritor sirio, Yassin al-Haj Saleh, considera que el Baas sólo hará reformas cosméticas, sin que nada cambie verdaderamente. Sin embargo, teme que un derrocamiento de Bachar El Assad desestabilice al país y llama a Washington a la prudencia en su acción.
Para el presidente del Reform Party of Syria -organización satélite de la NED/CIA-, Farid N. Ghadry, por el contrario, no es tiempo de espera. El poder sirio está en una situación desesperada y Siria se encuentra en una situación prerrevolucionaria. Así, le da a Bachar El-Assad seis meses antes de caer. En el Washington Times, llama a Washington a estar listo para intervenir llegado el momento.