Samir Kassir y yo nos enfrentamos en muchas ocasiones, a veces de manera violenta. Pero otra violencia distinta acaba de llevarse a Samir Kassir. Y eso lo hace convertirse en mi amigo. Su muerte tiene como objetivo hacer callar a todo el mundo por medio del terror. El asesinato de Samir Kassir muestra, sobre todo, la situación insostenible de los que decidieron eliminarlo. «Ellos» están perdiendo terreno: en medio del fuego cruzado de las presiones norteamericanas, por una parte, y del disgusto popular por otra.
«Ellos» no logran comprender los límites de las presiones norteamericanas ni identificar sus exigencias. «Ellos» se vuelven contra sus «nacionales sometidos» para manifestarles su intolerancia total con respecto a la agitación que éstos experimentan, de cualquier tipo que sea. En Egipto, hace varios días, las autoridades pagaron y apadrinaron a un grupo de delincuentes lanzados contra los manifestantes del movimiento Kifaya, que significa «basta ya». Las mujeres fueron las más atacadas. Evidentemente, además de atacarlas, el objetivo era desnudarlas. Literalmente hablando. Para humillar, para aterrorizar, para detenerlos. Eso no funciona, pero es lo único que «ellos» pueden hacer.
¿Irak no es acaso un ejemplo precursor de todo ello? Para evitar que esa estela de devastación se extienda a otros sitios, ¡hoy tenemos que decir «no»! y sentar las bases de una vida política donde el terror no tenga cabida. Es el único medio de frenar ese descenso a los infiernos.

Fuente
Le Monde (Francia)

«A Samir Kassir, qu’"ils" ont tué pour ne pas perdre pied», por Nahla Chahal, Le Monde, 6 de junio de 2005.