Hasta cuatro casos pueden verificarse en los últimos 8 ó 10 días que han sido manipulados adrede y distorsionados por la inmensa mayoría de medios de comunicación. La neumática mediocre de no ahondar en el meollo de los temas, el silenciamiento abusivo de los menos poderosos y el conchabo infame de mantener el status quo promueve, aunque todos los nieguen, una devaluación total de la prensa.

Minera Yanacocha fletó canales, radios y periódicos para difundir la mentira monstruosa que iba a haber un ataque físico contra las instalaciones de la empresa en Cajamarca. ¡No pasó nada! Pero sí cientos de policías de asalto fueron llevados a esa ciudad nor-andina. El asunto es meter miedo para poner en orden a la cholada que no se deja engañar tan fácilmente. ¡Qué feliz debe haber estado el empleadito de Hunt Oil, Carlos del Solar!

En Espinar con el caso de Minera Tintaya se hizo otro tanto. En Lima discutían “especialistas” no en minería sino en llevarse dinero a los bolsillos hablando bien de las bondades mineras y en torno a la inversión maravillosa que no beneficia sensiblemente a los pueblos sino a los altos funcionarios pero se “hizo saber” a la ciudadanía de la existencia de rebrotes terroristas y de asonadas violentistas. Nuevamente, los esquiroles del empresariado arrogante “exigieron” mano dura y protección de la propiedad privada. ¿Y la propiedad no renovable de los recursos que la tierra provee y que estos explotan vendiendo el mineral caro con el cholo barato, no tiene ninguna importancia?

El periodismo limeño que se cree nacional pero que jamás ha pisado una mina, bajado a un socavón o padecido los fríos que hay en la puna, pontifica y glorifica según quien pague la publicidad que endulza bolsillos de conocidos corruptos al servicio de estas empresas. Pero, el asunto de fondo, la mínima contribución empresarial al desarrollo local casi ni se analiza. Ahora, resulta que el canon y los impuestos lo son todo y el resto debe hacerlo el Estado porque lo anterior es suficiente. En buen romance: ¡no hay iniciativa sino angurria por obtener el dinero en carretadas y no hacer nada más!

El señor Walter Albán, NO es ratificado porque NO tiene la votación necesaria, por tercera vez consecutiva, es aparentemente para los cogollos mediáticos, el único que puede ocupar la Defensoría del Pueblo. Se le perdona su “cura de silencio” porque habría una reconsideración, pero no se le pide, salvo la excepción del señor Espá en Expreso, que se largue de ¡una buena vez! Da risa que Alan García “sugiera” a Enrique Bernales y causa más dramatismo que éste decline porque cree que su amigote de la Comisión Andina de Juristas, “lo ha hecho bien”. ¿Son todos estúpidos y débiles mentales en el Perú? ¿Cómo se llama ese bicho que se atrinchera en su presa y no suelta su fuente de recursos alimenticios y dinerarios? ¿No es la garrapata?

Hay una denuncia que se le ha hecho a Niño Diego García Sayán, el ex canciller pro-chileno que condecoraba a su par sureña cuando allá pulverizaban una empresa peruana y que es otro de los regalones del Mar de Grau, sin embargo la acción que en el Congreso ha planteado Francisco Diez Canseco apenas si ha concitado algún interés relativo. Niño Diego es dueño de la ONG Comisión Andina de Juristas y Walter Albán ha sido uno de sus integrantes. Bernales es su secretario general. ¿Dios los cría y ellos se juntan?

La verdad es que son grupos pequeños, con mucho poder dinerario de respaldo, los que se disputan la capitanía noticiosa del pueblo peruano. Ni se informa de todo lo que existe y mucho menos de la verdad imparcial y tampoco se investigan los asuntos de fondo porque se llegaría al establecimiento que hay hechos y temas que tienen como fautores de mil y un negociados, contratos con nombre propio, licitaciones con dedicatoria, privatizaciones hechas a mano y en beneficio ¡cuando no! de grupos plutocráticos que siguen creyendo que el Perú es una chacra con 26 millones de ovejas que todo lo pagan sin chistar.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!