A VER, señor Carlos Vera: debemos comenzar así, aunque a usted le enchingue (esta expresión mejicana es más graciosa que decir: empute) que alguien inicie así una reflexión [1], porque es necesario explicarle (no sé si como a tonto, eso ya depende del interlocutor, no de quien emite este mensaje) lo que miles de ecuatorianos de los sectores populares sentimos y pensamos en torno a la elección del “Mejor ecuatoriano”, programa que su canal ha propuesto como parte de una de esas franquicias europeas de reality shows, que generan éxitos en el rating y por ende grandes ingresos a los emporios comunicacionales.

En primer lugar, pretender elegir al mejor ecuatoriano DE TODOS LOS TIEMPOS es por demás absurdo, si se tiene una visión de la historia como proceso, y no como mera sucesión de hechos inconexos. La historia está en constante movimiento, nunca se queda estática y aunque existen inflexiones, o retrocesos, siempre camina hacia delante. Es protagonizada por colectividades, por clases sociales, por pueblos, entre los cuales destacan, indudablemente, personalidades que logran liderar luchas, ideas, acciones; no es solo el producto de héroes, y mucho menos de superhombres con místicos poderes para adivinar el futuro y adelantarse a su tiempo. A veces, el correcto análisis concreto de la realidad concreta hace que ciertos hombres hagan planteamientos y encabecen acciones que proyectan rumbos de la sociedad, pero es un proceso absolutamente racional, terrenal.

Decir que Eloy Alfaro es el mejor ecuatoriano DE TODOS LOS TIEMPOS, por ejemplo, sería quedarse atado en un desarrollo de la sociedad y del pensamiento de un período histórico determinado; en este caso, de la época en la que este insigne ecuatoriano vivió y actuó, una época en la que el liberalismo era ya una corriente de pensamiento que correspondía al desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad en el continente. Entonces, si no hubiera sido Eloy Alfaro el referente histórico de esa época, habría tenido que serlo otro, que reuniera ciertas características que lo ubiquen en ese papel. Igual sucedería si habláramos de Eugenio Espejo, o, yéndonos más atrás incluso, de Rumiñahui. Entonces, es absurdo decir que una etapa histórica fue o es mejor que la de todos los demás tiempos, pasados o posteriores a ella.

En segundo lugar, la idea misma de ELEGIR AL MEJOR ECUATORIANO, desde la perspectiva que plantea el programa de Ecuavisa, es entrar en una lógica de anulación o derrota del resto de ecuatorianos frente a él. Si Alfaro le gana a Espejo, por ejemplo, simplemente se habrá anulado a Espejo en todo su significado histórico. En el imaginario de los televidentes, sobre todo de la niñez y la juventud, Espejo siempre sería menos que Alfaro, aunque en realidad esa no sea una relación lícita, históricamente aceptable.

Incluso podría suceder que Jefferson Pérez le gane a Alfaro y Espejo juntos. Entonces ¿qué pasaría con el imaginario de esos niños y jóvenes del Ecuador? Tal vez se afirmaría la idea de que más vale optar por una forma de llegar al éxito que no implique transformar la sociedad. Con todo lo respetable y destacado que es el deportista Pérez en la historia deportiva del Ecuador... ¡Para qué buscar ser alguien que trascienda como Eloy Alfaro, si se puede ser alguien que trascienda como Pérez!

Además, hay un perdedor condenado a jamás poder ser el mejor ecuatoriano (porque la elección es para todos los tiempos), así se esfuerce cada día labrando la tierra, o trabajando de sol a sol, de manera honesta, por sostener a una familia en condiciones económicas cada vez más duras. O luchando porque el país crezca y se transforme. Usted o yo, o el ecuatoriano que conocemos en nuestra familia, nuestro barrio, nuestro trabajo, etc., seremos también los perdedores, porque simplemente no hemos tenido la oportunidad de estar en los medios de comunicación para que se nos conozca y se conozca nuestra actividad y nuestra vida, principalmente en la televisión. Aquí funciona ese principio que los comunicólogos han advertido que prima en los últimos tiempos: si no estás en la televisión no existes, y si no existes, difícilmente puedes ser considerado como candidato a nada, peor aún como candidato al mejor ecuatoriano de todos los tiempos.

Todos pueden ser candidatos, pero no todos....

Esto de ELEGIR también tiene su condumio en la propuesta de Ecuavisa. La participación democrática de la “sociedad civil” que se ha invocado tanto por parte de algunos “nuevos actores” de la política del país, tendría curso en el hecho de que es posible armar colectivos de campaña por ciertos candidatos a mejor ecuatoriano, y dar y conseguir votos por él. Es decir, votos, la palabra mágica del sistema democrático que mantiene esta institucionalidad decadente. La sociedad civil participa con su opinión, pero siempre a través de la consignación del voto y nada más que del voto para que alguien lo represente.

Se establece como norma que no pueden ser candidatos quienes han realizado actividad política en los últimos 30 años y aún siguen vivos. Quienes han fallecido sí pueden serlo. La ridiculez de esta norma se compadece con la ridiculez del programa en sí.

Se dice que se quiere evitar la utilización que ciertos políticos y especialmente partidos políticos puedan hacer de este programa, sobre todo estando el país en un escenario de precampaña electoral. Pongámonos en el caso de que el ganador resulte ser Jaime Roldós Aguilera ¿desperdiciaría el Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) la oportunidad de aprovechar este hecho diciendo que el ideario que lo inspira es el ideario del declarado mejor ecuatoriano de todos los tiempos? ¿O si gana, por ejemplo, Camilo Ponce Enríquez, el primer presidente (de dos) que ha tenido el Partido Social Cristiano (PSC)?

Pero pongámonos en el caso más optimista para los pueblos, de que ganara Jaime Hurtado González, como algún encuestado propuso en los spots publicitarios del programa ¿perdería la esencia revolucionaria como militante del MPD por ser “elevado” a mejor ecuatoriano de todos los tiempos elegido en Ecuavisa?, y por ello, ¿el MPD estaría en la “obligación moral” de no aprovechar políticamente este suceso, rescatando la esencia de lo que es ser emepedista?

Por otro lado, se ha dicho que todos pueden ser candidatos, pero no todos. La típica segregación odiosa de las élites... De pronto a alguien se le ocurre proponer como candidato a Abelardo Aguinda, y trabajar por su elección, bajo el criterio de que es un joven amazónico que representa el empuje y capacidad de los pueblos originarios; representa la esperanza viva de la construcción y éxito de un proyecto plurinacional, multiétnico y pluricultural eminentemente popular y revolucionario. No podría hacerlo porque Aguinda es militante de la agrupación política Juventud Revolucionaria Indígena (JRI).

Suponemos que siendo esta la situación con este personaje, tampoco tendrán oportunidad de ser elegidos ciertos personajes que visten ropajes de “ciudadanos” como Valeria Merino o César Montúfar, y hacen política representando los intereses de los Estados Unidos en nuestro país. ¿O nos equivocamos señor Vera y señores de Ecuavisa?

Estos son solo algunos puntos de vista de quienes como nosotros, nos sentimos agredidos en nuestra inteligencia y dignidad por este ridículo, excluyente y odioso programa de televisión con el que Ecuavisa pretende no solo ganar mayor audiencia, sino afirmar su influencia en el plano ideológico y político entre los ecuatorianos.

Y se vuelve urgente expresarnos, porque no es la única propuesta de este tipo que hacen los medios de comunicación ecuatorianos en los últimos tiempos. Si observamos la revista Líderes del 20 de junio nos daremos cuenta que también el diario El Comercio está empeñado en construir símbolos que respondan a los intereses del sistema. Se ha dado el lujo de contratar los servicios de PricewaterhouseCoopers AG para ubicar un “ranking de los líderes más admirados del país”, que son 15 de los empresarios más poderosos e influyentes del país, entre los que están Fidel Egas, dueño del Banco del Pichincha y de varios medios de comunicación como Teleamazonas; Blasco Peñaherrera Solah, presidente la Cámara de Comercio de Quito y uno de los líderes forajidos; Rodrigo Paz, Álvaro Noboa, entre otros.

Hay que parar esta embestida ideológica de los poderosos, con campañas de concienciación sobre los contenidos y reales propósitos de este tipo de propuestas mediáticas. Por lo pronto, OPCIÓN propone que declaremos, sin votación alguna de por medio, sino con una intensa campaña de medios alternativos, que el mejor ecuatoriano de todos los tiempos es EL PUEBLO ECUATORIANO.

[1En el programa “Cero tolerancia”, del domingo 19 de junio, Vera no pudo disimular su disgusto con María Paulo Romo, porque ella comenzó la respuesta a una pregunta suya con la expresión: A VER..., lo que a juicio de Vera sonaba como a que el pobre tonto periodista no entiende y que hay que explicarle despacito.