El millonario George Soros concede una amplia entrevista al diario austriaco Der Standard en la que da su visión de la situación mundial. Afirma que la administración Bush es la encarnación de un restringido grupo que primero se hizo del poder en el seno del Partido Republicano antes de tomarlo en el país. Hoy, conquista los diferentes engranajes de poder para asegurar su dominación. Sin embargo, el autor considera que los errores cometidos condenan a este grupo dentro de un límite de tiempo. Sin embargo, podemos dudar de la sinceridad de este análisis cuando Soros describe a Paul Wolfowitz como un intelectual que habría comprendido los errores de la administración Bush y ahora quisiera redimirse haciendo un buen trabajo en el Banco Mundial. En realidad, Paul Wolfowitz no ha cambiado de ideología, sino de función, concentrándose ahora en una forma de imperialismo apreciada por George Soros: un imperialismo financiero, diplomático y pacífico. No es la administración estadounidense en sí lo que el millonario condena, sino sus métodos más burdos, que juzga contraproducentes. Por otra parte, los grupos vinculados al especulador han participado de buen grado en las revoluciones coloreadas junto a las instituciones dependientes de la Casa Blanca. Así, considera que los demócratas volverán al poder y podrán cambiar la orientación de la política norteamericana en la forma, pero no piensa en una modificación en profundidad.

Las instituciones internacionales van mal. Atacada por el Congreso norteamericano, la ONU trata de preservar la dotación estadounidense de la que depende. Atacada por campañas de prensa y ante el riesgo de la supervivencia financiera de su organización, Kofi Annan ha enmendado considerablemente su discurso sobre Irak. El tiempo en que presentaba la guerra de Irak, con toda justeza, como ilegal, parece hoy bastante lejos. Exactamente antes de la inauguración de la conferencia de Bruselas sobre Irak, organizada conjuntamente por los Estados Unidos y la Unión Europea, expresa su satisfacción por la asistencia de la ONU en la reconstrucción de Irak en una tribuna publicada por el Washington Post, el Figaro, el Korea Herald y el Gulf News. No vacila en presentar a la resistencia iraquí de forma casi similar a la del Pentágono. Sin embargo, corrige estas palabras llamando a la reconciliación nacional.
Al mismo tiempo, el ministro de Relaciones Exteriores iraquí, Hoshyar Zebari, llama en Le Monde a la generosidad de los participantes en la conferencia de Bruselas, aunque ésta no sea una conferencia de donantes. Mediante argumentos gastados, pretende que la situación en su país mejora, pero que aún queda una tarea gigantesca, recabando toda la ayuda posible a Irak. La conferencia pasó y sólo dio lugar a grandes declaraciones de intención sin ningún compromiso, fuera del reconocimiento al statu quo. Decepcionado, el primer ministro iraquí, Ibrahim al-Jaafari, hace un llamamiento en el Times de Londres pidiendo un «plan Marshall» para su país. Como su ministro de Relaciones Exteriores antes que él, exalta los méritos de la acción de su gobierno, pero considera que no podrá hacerse nada sin más medios. En su opinión, Irak tiene la misma importancia estratégica para Occidente que Alemania en 1945, por lo tanto hay que hacer una inversión análoga. Sin embargo, ¿quién cree aún que son las fuerzas que colaboran con la Coalición las que deben recuperar y estabilizar el país? En todo caso, no el ministro de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa, Serguei Lavrov, quien en Trud, expresa también su satisfacción, de forma muy diplomática, por la organización de la conferencia de Bruselas, aunque mantiene las posiciones tradicionales de Rusia: la guerra fue ilegal y no podrá llevarse a cabo la reconstrucción sin la participación en el proceso de todos los iraquíes. Mientras que todos no sean llamados a participar en la reconstrucción, ésta no podrá comenzar efectivamente, pero para que haya reconstrucción, sería necesario que los recursos de Irak puedan contribuir a la misma sin ser saqueados. El presidente de la empresa rusa Energoimport, Vladimir Semago, quien trabajó siete años en Irak, da su punto de vista sobre la situación económica del país en Strana.ru, donde afirma que el sistema corrupto prevaleciente durante el gobierno de Sadam Husein no ha cambiado y que con frecuencia es la misma gente la que se ocupa de la economía en Irak. Simplemente la han entregado a los Estados Unidos. Para el autor, es difícil trabajar en Irak, pero no imposible. Sin embargo, los verdaderos negocios sólo podrán tener lugar después de la guerra y sospecha que de aquí allá las inversiones rusas en la región habrán sido retomadas por otros.
Para el periodista y ex asesor de Bill Clinton, Sydney Blumenthal, los Estados Unidos tampoco creen ya en la propaganda de la administración Bush en lo referente al mejoramiento de la situación en Irak y afirma que sólo el 39% de la población apoya aún esta guerra. Hoy, los discursos sobre una próxima victoria en Irak son tan patéticos y desprovistos de sentido como los de Lyndon Johnson cuando Vietnam. Pero aunque Blumenthal la considera contraproducente, esta propaganda continúa.
El editorialista neoconservador Max Boot afirma que a la insurrección iraquí le falta unidad, apoyo popular, base territorial y legitimidad, de modo que será vencida. En Los Angeles Times y el Christian Science Monitor, llama por lo tanto a la prensa norteamericana a insistir más en los puntos débiles de la resistencia que en sus victorias. Se trata de una adaptación del discurso clásico de la derecha norteamericana durante la guerra de Vietnam: las tropas estadounidenses ganan militarmente en el terreno pero el apoyo popular disminuye debido a una lectura tergiversada de los acontecimientos por parte de los medios de comunicación. Por lo tanto es conveniente rectificar el tiro. _ _ En una entrevista concedida a Die Welt, el orientalista Bernard Lewis pretende también que la situación en Irak mejora para los Estados Unidos desde las elecciones y le satisface que los partidos musulmanes no hayan tenido la mayoría absoluta. Ve como futuro modelo para Irak la Turquía de antes de la llegada del AKP o Túnez, es decir, regímenes ampliamente sometidos a los Estados Unidos. Abordando otros temas como Israel y Turquía, prosigue con su obsesión: demostrar que el Islam es un sistema globalizante, peligroso y hostil cuya expansión es conveniente obstaculizar.