El 22 de junio marcará un hito en el proceso evolutivo de Irak hacia la democracia y su reinserción en el sistema mundial. Tras la formación del primer gobierno democrático iraquí en 51 años, la Conferencia de Bruselas constituye otra señal suplementaria de nuestra determinación de hacer de Irak un miembro responsable de la comunidad internacional. En la misma 85 participantes debatirán las medidas que deberán tomarse para crear un Irak estable, con un gobierno elegido sobre la base de una Constitución permanente y que responda a la voluntad popular. Queremos que se rehabiliten las instituciones públicas y contar con una pujante sociedad civil. Queremos un Irak en paz civil y en paz con sus vecinos, integrados todos en la comunidad de las naciones civilizadas.
La primera etapa consiste en lograr la estabilidad. El objetivo es esencial para toda la región y las fuerzas antidemocráticas prueban la capacidad de resistencia de las democracias que ayudan a los demócratas iraquíes. Muchos apuestan por un fracaso que significaría un retroceso para todos los movimientos democráticos de la región. Irak es una prueba en la que las fuerzas democráticas y el mundo no pueden fallar. A pesar de las dificultades, avanzamos, tal como lo probó el éxito de las elecciones pese a los ataques terroristas. Aunque algunos grupos hayan boicoteado esa votación, ellos mismos, después, han hecho todo lo posible por reintegrarse al proceso político. A pesar del terrorismo, la población iraquí quiere que cumplamos hasta el final el proceso de transformación del país. La Conferencia de Bruselas debe apoyar ese esfuerzo.
El primer paso en esa reconstrucción es el proyecto de Constitución que toma en cuenta los problemas de todas las comunidades iraquíes. El pueblo iraquí es quien debe ocuparse del proceso de redacción. También debemos pensar en la ratificación de la Constitución en el otoño y en las elecciones que se celebrarán después al final del año. Para ello tenemos que basarnos en la experiencia de otros países que pasaron de la tiranía a la democracia y crear un servicio público de calidad, que sirva de fundamento a las instituciones democráticas iraquíes en formación. Igualmente, debemos garantizar la reconstrucción económica de un país potencialmente rico, devastado por una mala gestión y por años de sanciones económicas. Para lograrlo necesitamos ayuda financiera y asistencia técnica. Tenemos que formar a nuestros futuros técnicos y fomentar en Irak el gusto por la iniciativa. Por último, hay que organizar una reforma jurídica destinada a edificar un aparato judicial verdaderamente imparcial, que sirva de fundamento al buen ejercicio de la autoridad. Asimismo, las normas de comportamiento humano deben incluirse entre las reglas básicas de formación de los agentes de la seguridad, de la policía y del personal penitenciario.
Por falta de espacio no menciono la larga lista de campos en que Irak necesita elevados conocimientos técnicos. Pero en todos ellos necesitamos contar con el compromiso y la cooperación de la comunidad internacional. En la medida en que surjan propuestas concretas para hacer avanzar los objetivos antes citados, la Conferencia de Bruselas resultará un éxito.

Fuente
Le Monde (Francia)

«Aider les Iraquíes, concrètement !», por Hoshyar Zebari, Le Monde, 22 de junio de 2005.