¿Será cierto que si el Congreso no nombra oficialmente a Walter Albán como Defensor del Pueblo, esta institución sufriría un grave deterioro en su imagen corporativa? Así ha dicho el ex Defensor Jorge Santisteban de Noriega, el mismo que pasó de funcionario del Estado a defender a transnacionales como Telefónica. ¿Nos estará diciendo este señor que hay que manosear bastante y con grosería, es decir, dos, tres o cuatro veces, un puesto para que “recién” se devalúe o reduzca a la mínima expresión? ¡Definitivamente hay caraduras en este país!

Hasta en tres oportunidades anteriores, el Congreso le negó la ratificación a Walter Albán. Pero el sujeto de marras, amén de estar apegado a los pingues sueldos que da la Defensoría tiene, él y su grupo, un plan político de captura de la institución. No interesa que su valía personal o intelectual sea insospechable y que su oportunismo deprima porque ha sido un Defensor precario que nunca estuvo donde las papas quemaban y por todo mérito se ofreció como mediador entre el pueblo de Tambogrande y la Minera Manhattan hoy felizmente muy lejos del Perú. ¡Y todo esto ocurre ante la complicidad de los partidos políticos!

En consecuencia es absolutamente inaceptable que el presidente del Congreso, Antero Flores Aráoz maniobre con todo el poder relativo que da el cargo de una entidad que es aborrecida por el pueblo, para fletar que el Parlamento ratifique ¡no a cualquiera, a Walter Albán en la DP! El país entero vio cómo Flores Aráoz hizo lo indecible para este propósito conveniente al establishment político. En este caso, la DP es lo único que ¡no importa un bledo!

Pero, pocas semanas atrás, el Apra reclamó un legítimo trueque y no fueron satisfechas sus expectativas. El resultado fue el fracaso absoluto de la tesis del presidente Flores Aráoz y Walter Albán se quedó ¡otra vez! con los crespos hechos. Amprimo, otro cabildero palurdo, fenicio de última, se dio maña para presentar una reconsideración y el 20 se verá si ratifican a Albán.

¿Cómo se llama el bicho aquel que se prende de su presa con angurria, con furia, con hambre desfasada y hasta muere en su propósito de alimentación? ¿No es la garrapata? ¿No encuentran ustedes una similitud lógica y contundente con las garrapatas políticas que se adhieren como ventosas inseparables y exaccionadoras de las instituciones como en este caso la DP?

Aquí en Perú no se dicen las cosas como son porque no conviene al status quo y porque hay intereses creados de compadrazgo. Sólo los elegidos, por un grupo adocenado de políticos corruptos, son los que pueden competir. El resto mira y paga con sus impuestos la buena vida de estas garrapatas que no cumplen sino una labor de envilecimiento de organizaciones como la Defensoría. Esta ya está profundamente deterioriada por el hambre que tiene Walter Albán.

¿Qué esperan los partidos, o los que así se auto-denominan para hacer una profilaxia real y terminante con las garrapatas de toda clase y en todo ámbito?

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!