Irak no es un nuevo Afganistán. Diga lo que diga el Presidente, el problema central en Irak no es el terrorismo y el concentrarse en eso demora la adopción de una política antiinsurreccional eficaz. No obstante, los adversarios del Presidente también se equivocan al comparar a Irak con Vietnam. Debido a su petróleo, a su ubicación en una región estratégica y a la importancia de la instauración de una democracia en el mundo árabe, Irak es mucho más importante para los Estados Unidos de lo que era Vietnam. Pero hay una semejanza entre Irak y Vietnam: la forma en que los Estados Unidos tratan la cuestión. Cometemos los mismos errores cuando la situación en el lugar nos es más favorable: Ibrahim Al-Jaafari es más popular de lo que fue el presidente Diem y la insurrección iraquí no tiene ni la popularidad, ni el potencial de fuego que tenía Vietnam.
Hay cinco lecciones que aprender de Vietnam:
 Ante todo, la vida de la población hay que mejorarla protegiéndola. Los habitantes de Irak son grandes víctimas de la criminalidad mientras perseguimos la insurrección. Si mejoramos la vida de la población, los rebeldes perderán el apoyo que encuentran en los iraquíes.
 Debemos contar con suficientes hombres para hacer el trabajo. Nuestros 155 000 hombres no bastan.
 Hay que tener paciencia e invertir el tiempo necesario en la adecuada formación de las tropas iraquíes. Lanzarlas al campo de batalla demasiado pronto es un grave error.
 No debemos concentrarnos sólo en los problemas de Bagdad. Debemos preocuparnos también por la reconstrucción económica, especialmente petrolera, del resto del país.
 Hay que procurar la colaboración de los dirigentes sunitas. Esto puede resultar chocante porque es un comportamiento no-norteamericano, pero en Irak las cosas siempre han funcionado así: el poder central busca la cooperación de los jeques sunitas.

Fuente
New York Sun (Estados Unidos)

«Five Ways to Win Back Iraq», por Kenneth M. Pollack, New York Times, 1° de julio de 2005.