En su discurso de la semana pasada, George W. Bush reafirmó, con razón, que los Estados Unidos tenían un interés vital en permanecer en Irak hasta que el país estuviese seguro y fuese viable y democrático. Asimismo, señaló acertadamente los progresos ocurridos en el país. Pero si él en verdad quiere evitar la derrota en Irak, debe reconocer que allí no hay una solución puramente militar.
Una estrategia política para derrotar a la insurrección incluye seis elementos:
 Los Estados Unidos deben saber a quiénes combaten. No se puede negociar con los islamistas kamikazes o con los partidarios de Sadam Husein que operan desde Siria. A esos hay que matarlos, capturarlos o aislarlos de sus bases.
 Esos grupos, sin embargo, son apoyados por iraquíes que se han sentido humillados por el nuevo orden político. Hay que reintegrarlos al proceso político.
 Debe garantizarse que no habrá bases norteamericanas permanentes en Irak.
 Debe fijarse un calendario aproximado para la retirada de nuestras tropas.
 Debe negociarse con determinados grupos tribales vinculados a la resistencia.
 Debe discutirse directamente con los rebeldes por intermedio de la ONU y, sobre todo, de Lakhmar Brahimi.

Fuente
Los Angeles Times (Estados Unidos)

«Beat the Insurgents by Talking to Them», por Larry Diamond, Los Angeles Times, 3 de julio de 2005.