Estamos celebrando el aniversario 60 de la firma de la Carta de la ONU, en 1945, en pleno apogeo del debate sobre la «reforma» de la organización. Durante 60 años, los estadounidenses, conservadores y liberales, han esperado mucho de la ONU y hemos fracasado en responder a esas expectativas.
En Washington, el debate se ha centrado alrededor de dos documentos: el informe de Newt Gingrich y George Mitchell sobre la reforma de la ONU y la UN Reform Act que propone Henry J. Hyde, ya adoptada por la Cámara de Representantes. Ambos documentos tienen muchos puntos de contacto y coinciden con mis propias proposiciones. No es sorprendente. Coincidimos en el deseo de cambio. Todos quieren una administración más transparente, una Asamblea General que se preocupe más por los problemas inmediatos que por las viejas resoluciones, una reforma de la Comisión de Derechos Humanos, la creación de una Comisión sobre la reconstrucción de los países en guerra y reglas de conducta más estrictas para las operaciones de mantenimiento de la paz.
La diferencia entre el proyecto Hyde y los anteriores está en los métodos empleados para obtener esa reforma y en la visión del mundo. Para el señor Hyde, la reforma solamente tendrá lugar mediante la amenaza de supresión de la contribución estadounidense. Actuar así es un error. Las contribuciones de los Estados son resultado de un tratado internacional firmado por Estados soberanos. La única manera de reformar es mediante la negociación. Como recomienda el plan Gingrich-Mitchell, hay que formar grandes coaliciones para apoyar las reformas.
En cuanto a la visión del mundo, está claro que hay que luchar contra el terrorismo y la proliferación de las armas de destrucción masiva. Pero hay que interesarse también por la lucha contra la pobreza, contra las enfermedades, contra la degradación del medio ambiente... etc. Esos temas, tenemos que estudiarlos juntos. Esa es la óptica con la que debemos reunirnos en septiembre.

Fuente
Wall Street Journal (Estados Unidos)

«United We Stand», por Kofi Annan, Wall Street Journal, 26 de junio de 2005.