Oficiales iraquíes y estadounidenses han anunciado que, en cumplimiento del Acuerdo del 15 de noviembre de 2003, el Kurdistán conservará su status semiautónomo y que posteriormente, el 30 de junio de 2004, obtendrá su autonomía completa en el marco de un Irak federal, según informa el New York Times [1].

Esta declaración despierta numerosas dudas. En primer lugar, contrariamente a lo que hoy se dice, en el Acuerdo del 15 de noviembre no estaba prevista la total autonomía del Kurdistán iraquí, sino la simple prolongación del status quo. No obstante, desde el arresto de Sadam Husein, aumentaron las exigencias de los partidos kurdos, que acaban de obtener ventaja. En segundo lugar, a pesar de la tranquilizadora alusión a un Estado federal iraquí, todos han comprendido que lo que está en juego es la independencia del Kurdistán y el desmantelamiento de Irak.

Después de la Guerra del Golfo en 1991, George H. Bush (padre) alentó a los kurdos y a los chiítas a rebelarse con la finalidad de que Sadam Husein fuese derrocado por su propio pueblo. Sin embargo, temiendo que Rusia se opusiera a un régimen pro-norteamericano y que el cambio en Bagdad no eliminara las ambiciones sauditas, los Estados Unidos cambiaron de actitud y ayudaron a Sadam Husein a reprimir la rebelión que ellos mismos habían provocado. Pero como tampoco deseaban que el dictador recuperase su poder de antaño, le impidieron aplastar del todo a la oposición.

Para proteger y a la vez debilitar a los kurdos, los británicos y los estadounidenses establecieron una zona de defensa aérea al norte del paralelo 36. Se formaron dos regiones distintas, una controlada por el Partido Demócrata del Kurdistán (PDK) de Massud Barzani, y otra por la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) de Jalal Talabani. Ambas eligieron una asamblea común y nombraron a un gobierno paritario. Los 12 años siguientes marcan una era de paz y prosperidad para los kurdos sin precedente alguno a lo largo de generaciones.

Escarmentados por los altibajos en la conducta de los Estados Unidos, los kurdos temieron que se les sacrificase al producirse la nueva guerra contra Irak. De hecho, Sabahattin Cakmakoglu, ministro de Defensa turco, esgrimiendo un acuerdo firmado entre los británicos y el Imperio Otomano en 1926, revindicó los derechos territoriales de Turquía sobre el Kurdistán iraquí.

No obstante, mediante una decisión inesperada, la Asamblea Nacional turca, desdeñando las diversas ventajas materiales y territoriales que le prometían los Estados Unidos, se negó a participar en la guerra. Los funcionarios turcos, retomando los compromisos del Estado Mayor, prohibieron incluso a la Coalición que utilizase las bases de la OTAN y que sobrevolase el país, decisión en extremo firme que Alemania, por ejemplo, no tomó.

Este viraje obligó al Pentágono a reflexionar sobre el conjunto de sus planes y a desplazar sus fuerzas. Por el contrario, esta situación benefició a los kurdos, que se presentaron como los únicos aliados de la Coalición en la región. El Kurdistán acogió la 4ª División de Infantería estadounidense y abrió un frente norte contra los ejércitos de Bagdad. Aportó numerosos combatientes (los peshmergas) y sufrió las mayores pérdidas de la Coalición.
Tras la caída de Sadam Husein, los kurdos exigieron la retribución de sus compromisos.

En el contexto internacional, parecía imposible a Washington desmembrar a Irak y otorgarles la independencia, pero los kurdos no fueron colocados bajo la égida del poder central. Conservaron su propia legislación mientras que el Consejo Provisional de Gobierno en Bagdad establecía nuevas leyes para el resto del país.

Existe, por tanto, una autonomía del Kurdistán bajo la tutela de la Coalición, así como una independencia de facto con respecto al Consejo Provisional de Gobierno. No obstante, los británicos y los estadounidenses han optado por mantener la ficción de la unidad iraquí situando a cinco personalidades kurdas en el Consejo Provisional de Gobierno.

Los objetivos propios del pueblo kurdo no deben enmascarar los de las otras poblaciones. El Kurdistán no posee fronteras definidas. Su población no es homogénea: una mayoría kurda convive con una fuerte minoría turcomana y con grupos árabes. La zona petrolera de Kirkuk puede ser históricamente reivindicada por unos y otros, y en la actualidad ya no está habitada mayoritariamente por kurdos.

Aunque la independencia del Kurdistán iraquí abriría el camino a un acercamiento entre las poblaciones kurdas de Turquía, de Siria, incluso de Irán, o sea, a una remodelación completa de la región, no resolvería en verdad ningún problema: en la actualidad, la mayor ciudad kurda no se encuentra en el Kurdistán... es Bagdad. La separación de Irak enfrentaría a los árabes chiítas y sunnitas, y abriría la vía para la fragmentación del país.

Un escenario así, tipo Yugoslavia, sería catastrófico para las poblaciones y beneficiaría los intereses de las fuerzas de ocupación e Israel. Los Estados Unidos podrían retirarse parcialmente, tal como lo hicieron en Yugoslavia, y dejar que las poblaciones se enfrentaran entre sí. Israel, por su parte, podría llevar a cabo el proyecto de Biltmore y crear un Estado palestino al cual podría deportar a las poblaciones de Gaza y Cisjordania.

Parece que el hecho nuevo que hoy permite vislumbrar la independencia es el arresto de Sadam Husein. Según el Sunday Herald, habrían sido en verdad los comandos de Qusut Rasul Alí, de la Unión Patriótica del Kurdistán, los que procedieron a su captura [2]. Después habrían mantenido a su prisionero en secreto mientras negociaban la independencia del Kurdistán y, de paso, recuperaban los 25 millones de dólares de prima [3].

Peter Galbraith quiere aplicar la receta yugoeslava para desmembrar a Irak y desestabilizar la región.

Hace ya un siglo que las grandes potencias juegan con el pueblo kurdo, que lo utilizan como aditamento en sus guerras y lo dejan masacrar cuando exigen su pago. La independencia que hoy se les promete no es una gratificación, sino otro episodio de este juego que consiste en dividir para vencer.

Ha sido preparada por figuras como el profesor del National War College, Peter Galbraith, ex embajador en Croacia, que organizó el desmembramiento de Yugoslavia. Desde los Balcanes hasta Ruanda, no se ha inventado un mejor modelo de dominación moderna que el proponer a los pueblos que se dividan en Estados monoétnicos.

[1«Kurdish Region in Northern Iraq Get to Keep Special Status», por Steven R. Weisman, The New York Times, 4 de enero de 2004.

[2«Revealed : Who Really Found Sadam?», por David Pratt, Sunday Herald, 21 de diciembre de 2003.

[3« Saddam’s Capture : .Was A Deal Brokered Behind the Scenes ? », par David Pratt, Sunday Herald, 4 janvier 2004.