PRIMER OBJETIVO: EL ASALTO SOBRE NUESTROS RECURSOS

Camaleones de cualquier procedencia se preparan para ejercer de «autonomistas» en América Latina

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Se busca retacear nuestros países para brindar bocados más digeribles a las grandes multinacionales empeñadas en depredar más todavía nuestros recursos naturales, de tal modo que castas dominantes provinciales, departamentales, o regionales, en forma directa, entreguen esos recursos, cerrando el paso a eventuales decisiones positivas de gobiernos soberanos futuros, decorosos, que representen los intereses del conjunto de los sectores sociales más pobres y excluidos de todo un país.

Si lograsen subdividir más aún a nuestras repúblicas, con autonomías políticas proclamadas por las fracciones oligárquicas regionales, las multinacionales se habrían asegurado de antemano nuestros recursos naturales más importantes, brindadas por las castas secesionistas en forma directa, con posibilidades de mayor lucro y con menores sobresaltos en su proceso depredador.

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A cambio del fraccionamiento dirigido, en vez que los recursos o regalías de dichas «zonas o regiones autonómicas», sirvan para el conjunto nacional del que hoy formamos parte, esos círculos codiciosos de castas dominantes regionales buscan que las migajas que dejen las multinacionales (a las que sirven como sucursales de sus intereses) sean utilizadas exclusivamente por las fracciones propiciadoras de dichas autonomías.

El pretexto del «centralismo», usufructuado por ellas mismas, es deleznable, porque éstas mismas castas, interrelacionadas familiar y económicamente, han cogobernado por siglos a nuestros países. Si algún centralismo político es notorio que existe es el del monopolio de las castas familiares gobernantes, que heredan no sólo el patrimonio económico sino el poder político indisolublemente ligado al primero. Y si alguien que accede al poder en apariencia no es de dichos linajes, está a su servicio incondicional.

En el Ecuador, por ejemplo, ¿no han habido más presidentes de la Costa y más específicamente de las clases adineradas de Guayaquil? ¡Pero todos ellos, representantes de la trinca angustiadora, constituida por serranos o costeños, en forma idéntica, han obedecido y obedecen a los mismos y comunes intereses antipopulares y antinacionales! ¡Revisemos la historia y sus acciones!

Precisamente para ocultar esta realidad, y sus responsabilidades de casta, y «marear» ideológicamente a la población despistada, se inventan infinidad de argumentos falaces, que son la base del engaño político permanente, reforzados siempre con el esfuerzo cómplice de una prensa embustera, corresponsable en alentar el crimen del fraccionamiento irresponsable de nuestros países. Los argumentos fraccionalistas esgrimidos son falsos, pero, en base de su formulación insistente, sirven para encubrir y «justificar» el descuartizamiento nacional impulsado a nivel local por esa casta apátrida, provista de una infinita codicia, a la que jamás interesó el destino del país y sus habitantes.

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¿Alguien puede creer que es una mera coincidencia que las autonomías se asientan sobre todo en zonas o regiones, provincias o departamentos, donde existen reservas probadas de petróleo, gas y minas, tan codiciadas por las multinacionales? Con las autonomías, las castas locales nativas, no sólo se vigorizarán económicamente con las migajas que les brindarán las multinacionales, sino que se apoderarán de toda la administración pública secesionada, empezando por el manejo absoluto de la justicia y transformando los poderes locales en expresiones del mayor de sus absolutismos. ¡Se pretenden reeditar señoríos feudales en la época cibernética, con capacidad decisoria tan «independiente» como para facilitar en forma directa e inapelable dichas reservas a favor de las multinacionales propiciadoras de estas políticas!

¡Estos modernos señores feudales con cortes de justicia propia tendrían en ellas, como dueños del poder absoluto, variaciones sofisticadas e inapelables de la antigua horca y cuchillo!

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No podemos perder la perspectiva histórica que desde la década del 60 y 70 del siglo XX el poderío económico de Europa (bajo la coordinación alemana) y del Japón, ahora sumada la de República Popular China, es creciente e imparable. El poderío industrial de EEUU, avasallante desde el final de la II Guerra Mundial, se ha ido relativizando ante el empuje de países que estuvieron impedidos de incursionar en la carrera bélica por su derrota en el conflicto aludido, caso de Alemania y Japón.

No es ningún secreto que los EEUU y la ex Unión Soviética, en cambio, gastaron dinero, tiempo y recursos de manera sideral por la vigorización de su capacidad bélica, en tanto otros países se fortalecieron en el plano industrial, comercial y financiero, acortando distancias. Esta realidad mermó primacías en el campo productivo, pero despertó celos irreprimibles por el dominio absoluto y total del mundo, por cualquier vía.

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¿Cómo entonces garantizar una incidencia económica y política decisiva, por parte de los EEUU, sobre estas otras enormes potencias emergentes? ¡Controlando y apoderándose, sea a la fuerza (como en Afganistán o Iraq) o con métodos al momento «pacíficos» (con las autonomías), de las zonas del planeta donde se hallan las mayores reservas energéticas ya detectadas por esas corporaciones de ilimitada codicia! ¡El imperio anhela de manera frenética el control absoluto del petróleo y el gas del mundo! ¡Necesita política y económicamente que los demás dependan de recursos vitales manejados sobre todo por ese país! ¡Allí se refuerza su poder imperial! ¡Eso explica las guerras cínicas y de rapiña que ha emprendido, al margen y en contra de la opinión pública mundial! Ahora además, en el listado de sus codicias, deben incorporarse las reservas de agua, flora y fauna.

En este empeño por detectar y apropiarse de la riqueza no debemos olvidar que EEUU es quizá el único país del Orbe que sabe a ciencia cierta la ubicación precisa de las mayores reservas hidrocarburíferas, gasíferas, mineras y de agua dulce del mundo, porque tiene la tecnología satelital suficiente para ello.

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No acaso el canal Discovery muestra como mediante la tecnología satelital el gobierno de los EEUU, la NASA, y su complejo industrial militar, han encontrado, a través y debajo de la superficie que todos miramos, los ríos subterráneos del Sahara, muchas ruinas mayas o ciudades primitivas enterradas en la Amazonía. ¿Alguien que no sea idiota puede suponer que la codicia por apoderarse de Iraq es por liberar a su pueblo del «tirano» al que ellos fortalecieron y usaron (Sadam Hussein) para provocar la guerra contra Irán? No. Ellos tienen ya la mayor y mejor información que el resto de países del mundo. Por ello van directo al grano. Apuntan con la certeza desafiante de una información anticipada exclusiva. En el caso del agua, flora y fauna, éstas se encuentran en su mayor concentración planetaria y abundancia disponible en los países amazónicos o América del Sur, donde las comunidades de menor posibilidad de resistencia son Bolivia y Ecuador, por donde precisamente ha empezado el proceso autonómico o debilitador.

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A la luz de las evidencias, lo más lógico a deducir es que en Iraq están las mayores reservas petroleras del planeta, aún superiores a las de Arabia Saudita, y que no sólo disponen de existencias que permitirían extraer más de tres millones de barriles diarios durante los próximos 112 años, como lo reconocen expertos de la ONU. ¡Allí radica el verdadero motivo de una guerra basada en la mentira comprobada de la supuesta existencia de armas de destrucción masiva que la misma CIA, al igual que los servicios secretos ingleses, admiten que nunca existieron.

Por ello el mundo entero se pregunta estupefacto: ¿Por qué sí mintieron los agresores intercontinentales y han sido evidenciados en este fraude y brutal genocidio subsiguiente, cuál es entonces la razón para seguir asesinando inocentes en Faluja, Bagdad, y en tantos otros sitios? La respuesta es obvia. ¡Porque en su ambición enceguecedora enloquecen al constatar que el pueblo iraquí no quiere dejarse robar el petróleo que es la única garantía de su vida y desarrollo nacional para ésta y las futuras generaciones! ¡Nunca se ha visto una matanza tan vil de tanta gente humilde; un latrocinio y pillaje tan descarado; y una complicidad tan escandalosa y vergonzante con asesinos públicos, como la de ciertas cadenas desinformativas financiadas y al servicio del imperio!

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La ilimitada ambición y codicia insaciable de las multinacionales más poderosas del mundo, el complejo industrial militar y los círculos financieros de Wall Street, representadas por el gobierno de los EEUU, ha dejado muchísimas pistas sobre su plan de dominio planetario. Los hechos políticos y militares derivados a partir de la destrucción del World Trade Center, el 11 de septiembre del 2001, en Nueva York, así como los beneficios obtenidos por parte de las entidades anotadas, han sido poderoso fundamento para tener mayores dudas respecto de las verdaderas circunstancias y propiciadores de esa destrucción terrorista, con un atentado consentido, a cargo de una organización y personaje financiados por el propio gobierno de EEUU, como es el caso conocido de Osama Bin Laden.

¿No está acaso demostrado que, hace mucho tiempo, la familia Bin Laden es socia de la familia Bush en el gran negocio petrolero? ¿Puede uno olvidarse del documental presentado en la película «Fahrenheit 9/11», de Michael Moore, ganadora del Festival Mundial de Cannes 2004, donde demuestra que 24 miembros de la familia Bin Laden salió de los EEUU, con la protección de Bush y del FBI, al día siguiente del atentado a las Torres de Nueva York y cuando se suponía que todos los aeropuertos estaban cerrados? El mismo cineasta determina que los montos de las inversiones de la familia Bin Laden al grupo de empresas petroleras de la familia Bush llegó en los últimos años a 1,4 billones de dólares, y que no puede ser ninguna coincidencia que dos meses después de la invasión a Afganistán no todavía no iba nadie a la zona donde se supone se preparaba el grupo de Bin Laden, situación que se le ocultó a la opinión pública norteamericana.

Todos los hechos, como las sucesivas explosiones, el silenciamiento obligado a muchos testigos, a analistas y medios de comunicación, refuerzan la hipótesis que existió una trama de oscuros y muy poderosos intereses y beneficiarios tras esos atentados. ¿Cómo explicar, por ejemplo, que nada les sucedió a los miles de ejecutivos de las principales multinacionales que tenían allí mismo, en el World Trade Center, sus oficinas, o que se hubiesen transferido acciones, previendo lo que iba a pasar, de empresas allegadas a Bush o Chenney, que se suponía podían ser afectadas, entre otras innumerables incógnitas que por razones de espacio no las enumeramos?

En la historia siempre enseñaron cómo Nerón mandó a quemar Roma para justificar la persecución a los cristianos. Hitler, en febrero de 1933, según se ha comprobado, ordenó la destrucción de una de las joyas arquitectónicas más significativas de Alemania, como fue el Reichstag o Parlamento, para justificar la persecución a los comunistas, ilegalizar y eliminar a todos los adversarios que pudo. La sospechosa destrucción del buque Maine, acoderado en el puerto de La Habana, en febrero de 1898, cuando los patriotas cubanos ya habían liberado gran parte de su Patria, permitió la declaración de guerra de EEUU a España para apoderarse precisamente de Cuba, Puerto Rico, Guam, Filipinas y Las Marianas. España jamás ha dejado de acusar que esa destrucción la produjo de manera premeditada el gobierno del país que necesitó un pretexto para despojarle de dichos dominios referidos.

El asalto a Afganistán y a Iraq, y sus recursos gasíferos y petroleros, en ese orden, son las más visibles y directas consecuencias, a favor de las multinacionales, del atentado a las torres de Nueva York (derrumbadas por evidente implosión, al igual de lo que sucedió con el llamado edificio 7, que se cayó cerca a las dos torres a pesar de no haberle tocado a este edificio ningún avión). ¿Cómo explicar que personas que recibieron instrucción por diez días, en la propia Miami, para manejar simples avionetas, puedan conducir como refinados peritos los sofisticados Boeing? ¿Cómo puede creerse que se derritieron las columnas de acero, de las mismas torres, cuando la bencina o gasolina de avión se consumió de inmediato y el acero se funde a elevadísimas temperaturas en altos hornos? ¿Por qué no le pasó nada a ningún periodista de la torre norte, donde en el piso 110 funcionaba la CNN de Nueva York, al igual que a los periodistas de otro canal que funcionaba en el piso 104, y cuando nadie que estaba sobre el piso 91 pudo evacuar por la destrucción de gradas y ascensores?

Pero si este extraño atentado consentido, del 11 de septiembre del 2001, del que habían pistas anticipadas y denunciadas, fué el pretexto para atacar Afganistán e Iraq (y apoderarse de las colosales reservas petroleras y gasíferas de estos dos países), así como para redoblar el dominio militar mundial bajo el pretexto de combatir al terrorismo, este antecedente no lo pueden utilizar las multinacionales, los círculos financieros y el complejo industrial militar (y su representante mayor instalado en la Casa Blanca) para tomarse las mayores reservas energéticas en América Latina.

Acá, donde no existen pretextos análogos, ni existe un Bin Laden (que recibió miles de millones de dólares del gobierno de los EEUU para coordinar labores en Afganistán en la década del 80), han diseñado otro mecanismo, impulsándolo de manera intensificada: las autonomías. El objetivo depredador es el mismo; los beneficiados y propiciadores de estas dos modalidades son idénticos y evidentes. Serán los «autonomistas», apoyados por medios de comunicación inscritos en esta estrategia, los encargados de transferirles los recursos naturales «recuperados» y «liberados» de los países «centralistas».

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Que nadie dude, país, región petrolera o gasífera ha sido, es y será objeto de codicia total, a tomarse con métodos políticos o militares. Y gobierno soberano reticente a sus ansiedades depredadores ha sido y será calumniado y declarado enemigo de la democracia, con los medios de comunicación al servicio de sus intereses. El caso del presidente Hugo Chávez Frías grafica y actualiza lo que decimos del mejor modo posible en América Latina. Las campañas difamatorias en su contra son cotidianas. ¿No se han visto los informativos sesgados de la CNN o programas de «opinión» como los de Openheimer, encaminados a desprestigiar el proceso bolivariano y a sus dirigentes?

Los recursos energéticos, como el petróleo y el gas, y los mineros, son objetivo no sólo económico, sino político y hasta militar, por cualquier medio, al precio que sea, para las multinacionales. Y es a su entero servicio que actúa su gobierno guerrerista propio, actuando e impartiendo órdenes desde Washington, bajo la cobertura o pretexto que está defendiendo a la democracia y luchando contra el narcotráfico o cualquier «enemigo» creado de modo artificioso para justificar sus acciones políticas o militares.

El pretexto es lo de menos cuando de emprender la rapiña en cualquier confín del planeta se trata. Buscan engullirse la riqueza energética y de los recursos naturales de nuestros países a cualquier costo y de cualquier modo; y no descansarán hasta intentar obtenerlo en asocio con sus alfiles nativos. Por ello debemos actuar pronto y con firmeza para evitar que avance este proceso antinacional de destrucción planificada de nuestros países por parte del verdadero imperio del mal.

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¿Cómo apoderarse del petróleo en países dónde no existe un Sadam Hussein pero pueden multiplicarse los gobiernos nacionalistas como el de Hugo Chávez? ¡A través de las autonomías! ¡Desprendiendo de nuestros países a las provincias, regiones o departamentos donde exista sobre todo petróleo y gas! Es fácil deducir: ¿A quiénes, o a qué otros intereses, beneficia alentar con ansiedad las autonomías? ¡A las multinacionales, sobre todo de los EEUU, cuyo gobierno, elegido por éstas (que son las mayores accionistas de los grandes canales de televisión de este país), es a la vez el dueño de la más grande tecnología de todos los tiempos, como de la mayor capacidad de conmocionar un país mediante la actuación de sus extensas redes de sus alfiles infiltrados y distribuidos estratégicamente sobre todo a nivel político y comunicacional!

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Este análisis sobre la capacidad de codicia de las multinacionales explica muchas cosas. ¿Acaso las áreas petroleras de Iraq no estaban antes de la guerra, mediante concesiones controladas por su gobierno, en manos de compañías petroleras de Europa, cuya riqueza ya adjudicada ahora arrebató el régimen petrolero de George W. Bush mediante la invasión y la guerra?

Ello explica mejor la conducta reticente de Francia, Alemania y Rusia ante la invasión de Iraq; así como el decidido apoyo al crimen y al atraco por parte de los gobiernos de Japón, Italia y España, a quienes se ofreció parte del botín y del robo, empezando desde la propia fase de reconstrucción ocasionada por ellos mismo. Todo esto se aprecia de manera más nítida con el transcurso del tiempo y las adjudicaciones de contratos.

Debemos reparar que de ninguna forma fue casual la división asumida, en torno al ataque genocida a Iraq, al interior de la Comunidad Económica Europea. ¿No tienen y han tenido siempre posiciones pro fascistas Aznar y Berlusconi, los cooperantes europeos de Bush en la guerra de Iraq? ¿No existen empresas españolas e italianas, financistas de las campañas electorales de partidos de derecha, presentes en la falsa «reconstrucción» de Iraq? El lema delincuencial es nítido: ¡Quien ayuda a matar y a robar tiene derecho a participar del botín y el pillaje!

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Es ese afán depredador, planificado por las multinacionales, y que es coincidente con los intereses estratégicos del gobierno de los Estados Unidos (de controlar las mayores fuentes de petróleo, gas y agua), que explica las campañas intensificadas de las autonomías en los países escogidos para desmantelarlos. Ello permite apreciar la razón por la que todas las zonas autonómicas están enclavadas y fomentadas en las zonas más ricas de nuestros países.

¿Quién no conoce de las abundantes reservas probadas de gas y petróleo desde la década del sesenta en el Golfo de Guayaquil, Ecuador, situación que motivó la entrega de más de tres millones de hectáreas en concesiones facilitadas de manera dolosa por parte de un conocido ex ministro pícaro que huyó a Venezuela en 1972, hasta que prescriba su causa, para luego ser traído por sus cómplices para que dirija la Corte Suprema de Justicia, en un insulto descarado al pueblo ecuatoriano? ¿No se ha difundido acaso la reiterada pretensión de la empresa norteamericana Sundown & Clipper Energy para explorar y explotar el gas del Golfo de Guayaquil así como en los bloques 4 y 5 de la Península de Santa Elena, en la misma provincia que se la busca «autonomizar» por obra de políticos pronorteamericanos?

¿Acaso no se extrajo petróleo desde hace más de ochenta años en la Península de Santa Elena, ubicada en esta misma zona, por parte de compañías inglesas, y cuyos pozos todavía siguen suministrando crudo? ¿No hablaban los cronistas de indias, en el siglo XVI, que en esta misma zona los indígenas se alumbraban por las noches con antorchas que «untaban con un aceite especial que fluía desde las entrañas de la madre naturaleza»?

Pero además de ello ¿no es acaso la cuenca del río Guayas el mayor granero no sólo del Ecuador y una de las zonas hidrográficas más importantes de América del Sur? ¿No son acaso conocidos partidos y dirigentes políticos pronorteamericanos los propiciadores de la autonomía del Guayas como sucede con el Partido Social Cristiano y Fuerza Ecuador, extraño aliado y socio constante y buscado por organizaciones de «izquierda» y de un candidato «socialista» comulgante con estas «autonomías» desintegradoras del país?

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Pero este plan desintegrador no solo afecta al Ecuador. ¿Acaso no informan las universidades y estudiosos de Bolivia que Santa Cruz de la Sierra (con 370.621 Kms.2, el 33% del total del área nacional, con menos de 2 millones de habitantes, el 24,5% del total de ese país) busca la autonomía en circunstancias que dispone, en ese espacio físico escogido para la secesión, de las mayores reservas probadas de petróleo de este país, y que son muy apreciables? ¿No se informa que el 87 por ciento del gas boliviano, la segunda mayor reserva de América Latina, está en el departamento de Tarija, también alentado a buscar su propia autonomía, esta última con 37.623 Kms.2, esto es el 3,42% del total nacional, 391.226 habitantes, esto es el 4,73% del total de este país?

¿Alguien puede suponer en forma candorosa que es casual que las autonomías en Bolivia arrecian y se aceleran (con el apoyo de cierta prensa traidora, mercenaria y al servicio de las multinacionales), sobre todo cuando un pueblo, pobre como pocos, ante el saqueo pertinaz de su riqueza, se levanta exigiendo la nacionalización del petróleo y demás recursos naturales del altiplano, destinadas hasta la hora presente al pillaje de las multinacionales según la pretensión de sus inconsecuentes argollas gobernantes?

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Con estos antecedentes es preciso preguntarse: ¿Es o no verdad y lógico que para las grandes multinacionales y financieras del mundo no les resultaría lo mismo tratar cualquier asunto con un Estado nacional unitario o relativamente fuerte, como Colombia, Argentina, Chile, Brasil o Venezuela, que hacerlo con una pequeña fracción separatista de cada uno de ellos y que signifiquen una décima, veinteava o treintava parte -ahora llamada región «autónoma»- en que se fracturaría un Estado Nacional?

¡Sólo una miopía tan abultada y torpe, y una codicia tan insaciable y enceguecedora, como las que poseen las llamadas «élites» tradicionales del Ecuador, afincadas desde hace generaciones en cada feudo -provincia o región- y desesperadas por relegitimarse políticamente ante su total fracaso y desgaste por su espantoso, irresponsable y criminal manejo de la cosa pública, pueden propiciar y conducir a este fraccionamiento absurdo de un país relativamente pequeño en comparación con otros!

El papel destructor de las multinacionales puede contemplarse a lo largo de la historia. Para ello han partido desde la creación o invento de países, con gobiernos marionetas, como sucedió con Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein o Kuwait, fracturados de modo artificioso de otros países por presión de gobiernos colonialistas (representantes de multinacionales), entidades novísimas donde existe más petróleo que agua dulce, dándose el caso que en algunos de ellos no existen ni ríos sino sólo algunos oasis. Todo aquello se consumó para apoderarse de la riqueza petrolera y gasífera subyacente en las áreas «independizadas» con su financiamiento y apoyo político y militar.

Fue históricamente esta misma codicia de las multinacionales la que empujó la brutal guerra de secesión de la zona de Biafra respecto de Nigeria, el mayor productor de petróleo de África.

En América Latina, en ciertos países, son las autonomías el nuevo caballo de batalla de las multinacionales asociadas con castas apátridas regionales. ¿Acaso, como alternativa lógica, no es posible impulsar procesos de desconcentración y descentralización racionales en nuestros países? ¿Por qué jamás impulsaron estas propuestas los partidos oligárquicos que siempre, por décadas y generaciones, han gobernado nuestros países y que ahora se empeñan de manera frenética en las autonomías e independencias políticas, cuando ellos han sido y son los monopolizadores permanentes del poder y corresponsables del atraso y tragedia nacional?

Si tan extraordinarias y «maravillosas» son las modalidades administrativas de las autonomías, según tanto se pondera, cabe preguntar ¿por qué las multinacionales y el gobierno de los EE. UU. no las propician en Texas, Minnesota, Arizona, Wyoming, Montana, Nebraska, Kansas, Nuevo México, California, Colorado o Miami?

SEGUNDO OBJETIVO: EL NEGOCIO DE LA GUERRA

Sta. Cruz de la Sierra, Bolivia: los autonomistas dispuestos hasta a guerrear

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Si en Asia se ha utilizado la religión como elemento para propiciar enfrentamientos y guerras; si en África se recurre al azuzamiento interracial deliberado para enfrentar de manera brutal a etnias entre sí (caso de hutus contra tutsis, con millones de muertos); en América Latina, sin desdeñar los otros motivos, buscan encender las contiendas con las luchas regionalistas fratricidas, autonomistas y secesionistas, propiciadas, alentadas y hasta sustentadas por sus mayores beneficiarios en perspectiva: las multinacionales.

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Debemos recordar que las guerras o simples conatos de enfrentamiento son indispensables para vender armas. No hace falta declarar la guerra para fomentar el negocio de las armas; su mera posibilidad de uso, su solo riesgo, aunque no se concrete, asegura y fortifica este negocio. Esta industria macabra y colosal no puede existir sin vender sus productos, del mismo modo que quebraría la empresa de quien construyera ataúdes en un pueblo donde nadie se muriese. Todo negocio necesita vender sus productos de cualquier modo; caso contrario quiebra. ¿Alguien duda que ese riesgo de conflicto no se aprecia a mediano plazo en varios países de América Latina? ¡Sólo un ingenuo no se percata de ello! ¿Por qué, insistimos, si son tan buenas, extraordinarias y maravillosas las «autonomías», no propician estas «modalidades administrativas» en los EEUU?

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Para no ir más lejos, hoy mismo existen problemas de demarcación de linderos entre provincias del Ecuador. Guayas, cuya área es de 20.270 Kms.2, tiene conflicto de linderos con las de Azuay, Cañar, Chimborazo y Manabí. ¿Alguien puede suponer que las regiones autonómicas o provincias vecinas admitirán sin réplica perder zonas en disputa y no debidamente demarcadas, si se decide que cada quien baile con su pañuelo? ¿No constituyen estas áreas de delimitación imprecisa un embrión de conflicto y de violencia?

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En el caso boliviano ¿alguien puede suponer que las muchedumbres de pobres e irredentos mirará con agrado que inmensas riquezas patrias -caso del petróleo-, que debería servir para mejorar las condiciones de vida de la población entera, vaya sólo a manos de la aristocracia y burguesía de Santa Cruz de la Sierra, así como que los inmensos ingresos gasíferos de propiedad nacional sea usufructuada sólo por la aristocracia de Tarija?

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Es obvio que las familias dominantes de Santa Cruz de la Sierra alentarán a sus congéneres de Tarija, y viceversa, y de otros lugares, para repartirse en forma concertada el país y su riqueza. Cada una empuñe lo que pueda, parece ser su divisa. ¡Es una estrategia para robarse el patrimonio social y público de colectividades nacionales enteras entre las multinacionales y las castas dominantes de carácter regional de nuestros países! ¡Atrás de estas políticas secesionistas está el interés de las multinacionales coordinadas por las «sugerencias» de los técnicos del Banco Mundial y de alfiles políticos de partidos pro imperialistas con el refuerzo de cuadros preparados en determinadas universidades norteamericanas con la de Harvard a la cabeza!

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¿No existen preparativos para la secesión de nuestras Patrias? Las autonomías políticas propuestas deben ser desenmascaradas. Estas autonomías políticas, o independencias anunciadas, sólo pueden consolidarse a la fuerza, y existen irresponsables interesados en ello. ¿Será casual el frenesí por multiplicar a ciertas policías municipales y privadas en el Ecuador, donde se amenazan con paros si el Estado no financia a las policías privadas bajo el control de los autonomistas reaccionarios, sobre todo en provincias y regiones candidatas a independizarse, según su propia confesión? ¡Abramos los ojos ante las evidencias y no les hagamos el juego!

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No debemos olvidar que en junio del 2004, desde los mismos EEUU, Gretchen Small denunció que el grupo neoconservador American Enterprise Institute, AEI (gestores de la doctrina imperial de la «guerra preventiva», y que reúne en su seno a belicistas como Samuel Huntington, Richard Perle, Michael Ledeen y la esposa de Dick Cheney, Lynne), en el informe correspondiente a ese mes, «Latin American Outlook», a cargo de Mark Falcoff, responsable para asuntos de Iberoamérica, «pronostica que Bolivia se desintegrará pronto, y se dividirá a lo largo de sus quizá irreconciliables diferencias raciales y geográficas, en dos países». Allí se analiza la calidad de «Estado fallido» de Bolivia, como se diagnostica y califica también a otros países de América Latina, calidad que prevé la desaparición de los mismos.

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¿Hemos olvidado acaso la lección histórica producida a fines de la década del sesenta del siglo anterior cuando las multinacionales petroleras alentaron y financiaron la secesión, autonomía, y luego la guerra abierta de la región de Biafra, respecto de Nigeria -país al que pertenecía-, situación que provocó una guerra espantosa con millones de muertos? Con el paso de los años se conocieron los detalles de los verdaderos financistas, interesados y beneficiarios, empeñados en atizar este monstruoso conflicto, para el cual utilizaron, como cobertura, membretes y compañías domiciliadas en terceros países.

Hoy, Nigeria, uno de los mayores productores de petróleo del mundo, miembro fundamental de la OPEP, el país más poblado de África, extrae su hidrocarburo de la región que pretendió independizarse con el financiamiento de las multinacionales bajo el inicial argumento de la «autonomía», germen de una guerra que estremeció al mundo y sobre la cual se ha pretendido cubrir con un manto de olvido. Es indispensable rescatar esta experiencia brutal de la desmemoria interesada en que los pueblos no nos miremos en otros aleccionadores espejos.

TERCER OBJETIVO: CONSOLIDAR EL DOMINIO SOBRE EL PUEBLO

El guayaquileño Humberto Mata: detrás de su imagen de Jerry Lewis, se esconde un extremista del grupo Fuerza Ecuador, convencido de la autonomía hasta las últimas consecuencias.

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Esgrimir la tesis de la autonomía es el mejor y quizá único «argumento» al que apelan las castas minoritarias más reaccionarias, y que han manejado nuestros países en forma monopólica, para pretender conservar cierto apoyo social y seguir mangoneando un tiempo más el poder político y económico. Estas castas reaccionarias y segregacionistas, menospreciadoras de los humildes, que han administrado y manejado a su gusto, capricho e interés, por siglos y generaciones nuestros países, jamás han solucionado uno sólo de los problemas sociales o económicos.

Luego de sus desastrosas gestiones gubernamentales sigue, en forma creciente y agravada, la desocupación, desnutrición, insalubridad, analfabetismo, mortalidad infantil y todos los males concebibles, propios del sistema capitalista. La migración masiva y desesperada de millones de compatriotas a los sitios más recónditos del planeta, a sabiendas de la segregación y humillaciones que padecerán, es la mejor demostración de la incapacidad y tragedia social ocasionada por todos los gobiernos y partidos políticos oligárquicos y vendepatrias que se han turnado, mediante un hábil plan de fingidas y concertadas «oposiciones», en el ejercicio continuo del poder!

Para quienes han sido gobierno siempre, y son los auténticos responsables de nuestra destrucción social y nacional, ahora resulta que no tienen ninguna responsabilidad! ¡Qué cínicos! ¡Dicen que la culpa de todos los males es el «centralismo» que ellos mismo han manejado, porque todos los gobiernos han sido títeres de sus intereses al igual que de las transnacionales! ¿De qué región del Ecuador han sido la mayoría de los gobiernos de turno en forma concertada? ¡De costa y sierra pero sólo de la oligarquía! ¡Hagamos las cuentas y abramos los ojos!

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De este modo, con una propaganda secesionista y cínica, de modo calculado y dirigido, se reencaucha una derecha embaucadora que siempre estuvo en el poder y jamás arregló un solo problema social, económico y político. Las minorías dominantes y ensoberbecidas de Guayaquil ahora dicen amar a sus paisanos y residentes en el puerto principal; cuando el pueblo sabe y ha padecido sus diarios desprecios, quienes están excluidos de por vida de sus clubes y barrios exclusivos, amurallados «por seguridad», «por recelo», para no rozarse jamás con los humildes y desamparados, a quienes incluso, en singular acto de público desprecio, sus más importantes políticos los llamaron como masa de delincuentes y prostitutas en el proceso electoral de 1996!

Pero este desprecio de las «aristocracias» pudientes por los empobrecidos no sucede sólo en la provincia del Guayas y ciudad de Guayaquil; los ricos de Quito discriminan de idéntica manera y con similar desdén a los excluidos de la capital, resultando común escuchar todos los días términos proferidos por elementos de esta casta, tales como «indios», «cholos», «mitayos», «longos», «alzados», «pobretes», «atrevidos», «chusma», respecto a los demás residentes en la capital! Y esto también sucede en todo el país.

Pretenden estos mentirosos autonomistas hacer creer que el país se divide entre costeños y serranos, cuando la única división presente es la de la minoría acaparadora de la riqueza y el poder, saqueadora desalmada de la república, ubicada en todas las regiones, por una parte; y, por otra, una inmensa muchedumbre irredenta, saqueada y empobrecida al máximo, empujada masivamente por los tristes caminos de la migración forzada para no perecer, pero que ama con hondura infinita a este país crucificado por los malandrines antes referidos que infamarían hasta las cárceles, sólo de visitarlas, y hasta el merecido patíbulo!

¡Lo que pretenden repartirse de manera concertada los pelucones de todos los rincones de la Patria, de idéntica manera a como los homicidas se repartieron la túnica de Cristo, son áreas de absoluto poder para enseñorearse más todavía sobre sus propios conciudadanos y comprovincianos, así como disponer políticamente de las riquezas «autonomizadas» o «independizadas»! ¡Reparemos que no hablan de autonomía administrativa solamente, sino que persiguen una supuesta «independencia política», para consolidar más todavía su dominio, aunque para ello alienten la desintegración nacional sin ningún ocultamiento, pudor ni remordimiento!

¡Para la oligarquía y trinca opresora y despreciativa de los humildes de todos los confines, la Patria no es otra cosa que un becerro de oro y la capacidad de pisotear y saquear a sus propios conciudadanos desguarnecidos! ¡Siempre ha sido así! Igual sucede en Bolivia y en los demás países donde impera el capitalismo. ¡Oligarquía que no oprime y no roba, peca!

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¿No garantizan las autonomías una mayor liberalidad y ausencia de debido control a nivel de dicha región, departamento o provincia para quienes han sido y son en los hechos los ancestrales dueños y permanentes señores de la misma? ¿No se está garantizando la falta absoluta de control a nivel de ciertos feudos regionales? ¿De qué manera el pueblo guayasense se liberará de esta nueva coyunda en la que se refuerza el poder político de los dueños de los clubes exclusivos y ciudadelas amuralladas, así como de sus descendientes que siempre han heredado no solo el patrimonio económico sino el poder político y la impunidad para todos sus actos? ¡Despertad compatriotas! ¡El emparedado que os invitan a comer tiene gotas de cianuro! ¡Preveníos!

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¿Quiénes y de qué posiciones políticas encabezan las autonomías separatistas?

En Bolivia al igual que en el Ecuador están dirigiendo la lucha separatista o autonomista, según lo evidencia la propia prensa, los sectores políticos y dirigentes más reaccionarios, sobre todo de los departamentos secesionistas, y que siempre cogobernaron con la derecha y al servicio de las multinacionales. En el país del altiplano se aprecia a militantes de Alianza Democrática Nacional, ADN, del general fascista Banzer; del Movimiento Nacionalista Revolucionario, MNR, del gringo privatizador Gonzalo Sánchez de Lozada; y a empresarios cruceños afines, todos de derecha, como Germán Antelo, del Comité Cívico Pro Santa Cruz, Gabriel Dabdoud, de la CAINCO, los dirigentes de la CAO (Cámara Agropecuaria del Oriente), y miembros de la logia «Nación Camba», con fuertes vínculos con empresarios chilenos inversionistas en este departamento y que trabajarían como pantalla convenida de ciertas transnacionales allegadas a los más poderosos círculos financieros del planeta, todo ello para encubrir las verdaderas raíces de esta codicia frenética.

¿Hemos olvidado el entusiasta apoyo de la burguesía cruceña a las dictaduras fascistas y a todos los regímenes sometidos al FMI y al Banco Mundial? ¿Han acelerado sus exigencias mezquinas y antinacionales la certera posibilidad que accedan al poder fuerzas políticas y sociales que han proclamado la nacionalización del petróleo, del gas, de la minería, empezando por el rico complejo ferroso de Mutún, y que derrotarían a los partidarios de entregar las mayores riquezas del país a las multinacionales?

En el Ecuador, cabe destacar, los mayores propiciadores de las autonomías han sido miembros del Partido Social Cristiano, entidad que ha cogobernado y destruido el país en más de medio siglo de control determinante, con el abogado Jaime Nebot Saadi, alcalde de Guayaquil, a la cabeza de este proceso; y junto a él han estado en esta cruzada autonomista elementos egresados de Harvard como Humberto Mata Espinel, dirigente máximo de Fuerza Ecuador (en alegoría a Forza Italia del neofascista Silvio Berlusconi) y Jorge Gallardo Zavala, ex ministro de Economía y Finanzas de los gobiernos de Rodrigo Borja Cevallos (1988-1992) y de Gustavo Noboa Bejarano (2000-2003).

¿Puede creerse que es una nueva casualidad que en Bolivia hubiese quedado de presidente otro egresado de Harvard (en 1988) como es Eduardo Rodríguez, al igual que lo son Alvaro Uribe, Alejandro Toledo, Jamil Mahauad, Carlos Salinas de Gortari, Domingo Cavallo, entre tantos otros productos de este nido de víboras especializado en desnacionalizar y deslatinoamericanizar los cerebros de aspirantes autorizados para ejercer el poder político en nuestros países al servicio de la metrópoli? ¡Abundan los naipes tapados, y se apoderan con antelación de todas las puertas de salida!

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No puede dejar de observarse que los argumentos utilizados para impulsar y justificar ante los ciudadanos las «autonomías» son falaces. Pretenden convencer a la gente usando las afirmaciones más inconsistentes y discutibles. Por ejemplo, una de las más usadas por los «autonomistas», en el Ecuador, es afirmar que España ha desarrollado sólo porque adoptó la modalidad de las «autonomías», ocultando otros motivos, y que en ese país habían elementos diferenciadores milenarios, culturales y étnico-sociales específicos, y donde no se destruyó el poder político nacional. Para empezar, en España existen grupos humanos no homogéneos, de diversas raíces culturales e idiomáticas, como Cataluña o Catalunya, donde hablan el catalán, uno de cuyos centros es la ciudad de Barcelona; o como el llamado país vasco o Euskadi (zona vascongada), donde hablan el euskera o vasco. Es decir que ni siquiera se habla un sólo idioma como muchos suponen. Este no es el caso del Ecuador. Y si esta lógica pretendiésemos emplear, mucho más derecho tendrían entonces las zonas donde la lengua vernácula es el quichua y donde sus habitantes son predominantemente indígenas. Si sinónimo de desarrollo garantizado sería establecer autonomías, por lógica esta modalidad la adoptarían todos los países, sin excepción; situación que no es cierta.

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Cabe destacar que cuando nadie los enfrenta los «autonomistas» se vuelven agresivos en sus propuestas, pero cuando se les devela el juego de los verdaderos intereses que esconden y encarnan, recurren a frases «amortiguadoras» que «flexibilizan» sus posiciones secesionistas, por ello tanto en Ecuador como en Bolivia, como si se hubiesen conversado, alegan, a veces, sólo a veces, que las autonomías no rompen la ecuatorianidad ni la bolivianidad, incluso, como frases calcadas, alegan que hasta «aceptan un estado asociado, libre, pacífico y políticamente pactado, para vivir juntos pero separados»! (El Universo, sábado 11 de junio del 2005, pág. 11A).

No obstante, en la marcha a favor de la autonomía de Guayaquil y el Guayas, del miércoles 26 de enero del 2005, los medios de comunicación daban cuenta de la propuesta del alcalde profascista del Partido Social Cristiano, Jaime Nebot, quien anunciaba «Autonomía sin esperar reformas» (Primera página de El Universo, de Guayaquil, del viernes 28 de enero del 2003); el día previo en la misma primera página, del mismo rotativo, se titula otra frase del mismo personaje: «Nadie se burla de Guayaquil ¡Basta ya!» ¡Los mandamases del país en todos los gobiernos quejándose de desatención y de burla! ¡Qué chacota y qué cachaza! ¡Por eso no existe campeonato mundial de cinismo! ¡Nadie podría con los oligarcas del Ecuador, que se llevarían oro, plata y bronce en todos los eventos de éste y los subsiguientes siglos!

El jueves 27 de enero del 2005, diario Expreso de la misma ciudad, en su pág. 2, daba cuenta que: «Los gritos de ‘Guayaquil, Guayaquil’ y ‘Autonomía, Autonomía’, fueron los más coreados por los manifestantes». Diario El Universo, del mismo jueves 27 de enero del 2005, pág. 3A, testimoniaba que «Una bandera grande, celeste, que decía ‘Guayaquil República Independiente’ se flameó durante la Marcha Blanca». Todo ello bajo la dirección de Nebot, y donde su abusiva policía metropolitana no deja que nada suceda sin su personalísima decisión o consentimiento.

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¡Dicen que no existe dinero para las provincias por obra del «centralismo», que ha sido y es controlado por los mismos secesionistas! ¡Los dueños del poder total, que ahora se quejan para subordinar a los incautos de su región, es la misma casta apátrida que ha manejado y controla las tres funciones del Estado y que destina cada año cerca de la mitad del total del presupuesto fiscal al pago de una deuda externa que jamás favoreció ni utilizó el pueblo, sino que fue manejada por esos mismos partidos de la oligarquía. ¿Quiénes son tenedores de una parte de los papeles de la deuda externa, favorecedores y favorecidos de esta política? ¡Esa misma casta asociada a los círculos financieros internacionales!

¿Por qué ocultan estos dirigentes que han cogobernado el país por siempre que en los informes de todos los últimos años la Comisión de Control Cívico de la Corrupción, entidad existente en la Constitución del Ecuador, se calcula que no menos de dos mil millones de dólares fiscales se roban por año en las más altas esferas del poder? ¿Y quien los juzga si ellos mismo son los dueños de las Cortes, Congreso, Fiscalía General, Contraloría, Superintendencias y demás entes de control y fiscalización, así como de los más poderosos medios de comunicación? ¿Y no han sido feudos de los partidos políticos dirigidos por estas mismas castas los municipios, consejos provinciales y gobernaciones de las jurisdicciones que hoy pretenden emprender la aventura de las «autonomías»?

A los que farisaicamente dicen no tener rentas, habiendo manejado el país y sus inmensos recursos a su antojo, no sólo hay que recordarles que el grueso del dinero se va en pago de una deuda externa que sólo a ellos y a los propios acreedores ha beneficiado, sino que ésta se incrementa con nuevos préstamos, garantizados por los gobiernos títeres de turno, para lucimiento de sus alcaldías y prefecturas. Pero eso tampoco es todo; ellos, que han cogobernado siempre, deberían responder del manejo de más de tres décadas de jugosa explotación petrolera, que ha llevado a la extraña paradoja de que mientras más petróleo se ha explotado nos hemos vuelto más pobres. Cuando no había petróleo la salud y la educación eran gratuitas; ahora todo cuesta; en la actualidad el que no dispone de recursos se queda en la ignorancia y muere pronto. ¡Y tienen la osadía de advertir que la solución de los problemas, fomentados por ellos mismo, está en las «autonomías» que ellos mismo esperan dirigir!

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Por ello, porque no tienen ya nada nuevo que argumentar, porque siempre han engañado para recibir apoyo social, esta casta vendepatria y atrasapueblos, responsable directa de la migración angustiosa de millones de compatriotas empobrecidos, se inventa que ellos son los defensores de las regiones atrasadas y abandonadas (¡por su entera culpa!), y, remedando la historia del ladrón que corre gritando «¡cojan al ladrón!»... «¡cojan al ladrón!», para protegerse, ahora levantan las banderas de las «autonomías», para «defender nuestra tierra del abandono», que no son sino un pretexto adicional para asolar y debilitar al país para favorecer a sus socios permanentes, las multinacionales y círculos financieros internacionales que siempre han saqueado todos los recursos naturales de América Latina y el Tercer Mundo.