Se está formando una alianza poco habitual. Los grupos evangélicos así como activistas y celebridades unen sus fuerzas para exigir a los dirigentes del G-8 que transformen la pobreza en historia antigua. Los conciertos Live 8 tenían como objetivo difundir la idea de extender a 0,7% del PNB la ayuda para el desarrollo hasta 2010, eliminar los subsidios agrícolas y erradicar las enfermedades. Se trata de un momento inusual en el que la reducción de la pobreza global ocupa la cima de la agenda mundial. Está de moda, es moral y es una política inteligente.
George W. Bush y el Congreso deben decidir cuánto están dispuestos a invertir para responder a este desafío. Claro está, el elemento más importante para reducir la pobreza es la buena gobernabilidad y la existencia de mejores políticas económicas, pero también es fundamental el mayor apoyo de los países ricos. El gobierno de Bush aceptó cancelar de manera limitada la deuda, inició un nuevo programa de prevención del paludismo pero no se comprometió a aumentar su ayuda y a eliminar los subsidios agrícolas. La pasada semana, el Presidente prometió duplicar la ayuda a África para el año 2010. De hecho, no se trata de nuevas ayudas sino de comenzar a aplicar las promesas de la Millenium Challenge Account y de la iniciativa para el SIDA. El Presidente dice que duplicó la ayuda a África en los últimos cuatro años pero teniendo en cuenta la evolución del dólar la ayuda real sólo aumentó en un 56%. Además, sólo se trata de ayudas de urgencia en materia de alimentos y no de ayuda para el desarrollo.
La pobreza fomenta crisis que constituyen amenazas para nuestra seguridad. Las redes terroristas como Al Qaeda pueden establecerse en los países más pobres y débiles ocultándose en ocasiones tras organizaciones humanitarias wahabitas. Las enfermedades también pueden desarrollarse a partir de los países pobres. Promover el desarrollo y la democracia en los países distantes constituye un imperativo del siglo XXI.

Fuente
Washington Post (Estados Unidos)

«We Must Put More on the Plate to Fight Poverty», por Susan E. Rice, Washington Post, 5 de julio de 2005.