La reunión del G-8 donde se congregan los países industrializados se celebra dos meses antes de la Cumbre Mundial de Nueva York en la cual los dirigentes de los países de la ONU se reunirán para tomar decisiones relacionadas con la situación, la seguridad y la dignidad de todos los seres humanos. Hace cinco años, los dirigentes de todo el mundo aprobaron la Declaración del Milenio, que ofrecía perspectivas de avances cuya concepción se profundizó en las Cumbres de Monterrey y de Johannesburgo de 2002.
Sabemos lo que hay que hacer para alcanzar los objetivos del milenio. Desde ahora y hasta 2015, podemos:
 Disminuir a la mitad el número de los que padecen hambre y miseria.
 Matricular a todos los niños del mundo en la escuela primaria.
 Eliminar las desigualdades entre hembras y varones en todos los niveles de la enseñanza.
 Reducir en dos tercios la mortalidad infantil y en tres cuartas partes la mortalidad materna.
 Detener el SIDA, el paludismo y otras grandes enfermedades.
 Impedir que se sigan agotando las riquezas naturales.
Para ello, los países en vía de desarrollo deben consolidar una buena gobernabilidad y combatir la corrupción. Por su lado, los países donantes deben contribuir más, profundizar más en la disminución de la deuda y establecer acuerdos comerciales que den verdaderas oportunidades a los países en vía de desarrollo. Asimismo, el G-8 debatirá sobre los cambios climáticos. Me siento complacido por ello, ya que dolorosamente carecemos del marco internacional que pueda estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero después del año 2012.
Por todo lo anterior, no puede haber prosperidad sin paz ni seguridad. Los hechos ocurridos desde la adopción de la Declaración del Milenio han ensombrecido las perspectivas que ésta ofrecía y creado más posibilidades de que el mundo se suma en un ambiente de caos y conflictos. Por tanto, es importante desarrollar la estrategia mundial contra el terrorismo. Tenemos que llegar a una concepción común de las reglas que rigen el empleo de la fuerza y llevar a cabo una acción colectiva que brinde una paz duradera y consolide las instituciones estatales en los países devastados o amenazados por la guerra. No obtendremos seguridad sacrificando los Derechos Humanos como podríamos sentirnos tentados a hacer. Por último, la propia Organización de las Naciones Unidas debe fortalecerse y contar con los medios necesarios para cumplir las tareas que le confían sus miembros en las esferas del desarrollo, la paz, la seguridad y los Derechos Humanos, la democracia y el Estado de derecho.
Los países del G-8 deben estar entre los Estados que conduzcan la reforma de la ONU.

Fuente
Le Figaro (Francia)
Difusión: 350 000 ejemplares. Propiedad de la Socpresse (creada por Robert Hersant, hoy es propiedad del constructor de aviones Serge Dassault). Es el diario de referencia de la derecha francesa.

«Renforcer les Nations unies», por Kofi Annan, Le Figaro, 6 de julio de 2005.