Dice Augusto Baertl Montori de Minera Antamina que el grave problema del Perú reside en la corrupción. Brama el empleadito de Hunt Oil, Carlos del Solar, porque se aplique mano dura contra los campesinos que en Huancabamba protestan contra la contaminación que produce Minera Majaz. Cuando el pueblo protesta hay “intromisión” de los narcos y del terrorismo. Esa es la única “verdad” que resaltan todos los inmorales enquistados en los medios de comunicación y muy bien sobornados por las empresas mineras. ¿De qué moral pueden hablar quienes se llevan, desde hace años, el dinero en cantidades ingentes y no cuidan el medio ambiente y destruyen al Perú, a su gente y envenenan su hábitat sin que nadie los toque?

¿No es corrupción, acaso, que el derrame de mercurio en Choropampa por culpa irresponsable de Minera Yanacocha, hasta hoy no haya sido reparado en las personas de quienes quedaron afectados y enfermos? ¿No fue delincuencial alquilar médicos, abogángsteres de toda laya, medios de comunicación en Lima y en Cajamarca, para presentar lo que fue un crimen como una “ayuda” a la comunidad? Si esto hubiera ocurrido en Estados Unidos, hace rato que Yanacocha habría sido cerrada. ¡Pero no! ¡La moral indescifrable y fabricada de los mineros ha producido todo lo contrario! ¿De qué moral hablan estos descarados?

Cada vez que las mineras o energéticas, a su paso de hunos redivivos, atentan contra el medio ambiente, siempre tienen diarios, radios o canales de televisión con esquiroles muy bien fletados en todos los programas, que les sacan las castañas del fuego. Los malos son los campesinos, los agricultores, los estudiantes y lugareños que protestan contra la pulverización de recursos no renovables y se los hace aparecer como “opuestos a la inversión”, “enemigos del progreso” y demás paparruchas. ¿De qué moral hablan las mineras?

He denunciado, desde hace años, como la construcción del gasoducto en el Valle de La Convención, Cusco, destruyó cabeceras de cerros, contaminó ríos y campos, generó la migración de poblaciones y la prostitución en determinados concejos menores pero nadie actuó porque Pluspetrol, TGP y Techint han comprado, como Yanacocha en Cajamarca, hasta a las piedras con tal que se silencien todas sus arbitrariedades. Hay muertos peruanos, colombianos, argentinos, que sucumbieron en Camisea por descuidos imperdonables. Pero, los jueces, dictaminan a favor de los poderosos mineros. ¿De qué moral hablan las mineras?

¿No son las mineras los que sobornan a los ingenieros del Ministerio para que evacúen falsos estudios medio ambientales siempre a favor de las “inversiones”, previa jugosa coima? ¿O acaso alguien cree que la planta de licuefacción gasífera de Pluspetrol en Pisco no daña el medio ambiente? Lo que ocurre es que muchas ONGs, infestadas de barrigones especialistas en vivir de dólares ajenos y de hablar en nombre de los pobres, atentando contra ellos, ya transigieron para dar patente de corso a cuanto desmán protagonizan las mineras.

Las mineras no pueden hablar de moral ni de honradez. Compran toda clase de favores y sinrazones, sufragan a muchos comentaristas vendepatria en diarios y canales, estimulan la división popular con la creación de organismos de fachada que tienen aseguradas las quincenas y fines de mes. Si tan sólo se pusieran al tanto de un diálogo franco y sincero en pro del Perú con las poblaciones lugareñas, acaso, se lograría un avance significativo. Sin ONGs, sin autoridades corruptas, sin parlamentarios venales, sin burócratas comprables, sin curas o religiosos cuestionables. Y hay que alentar la inversión sólo si favorece el desarrollo sostenible de los pueblos. Si es un negociado, hay que enterrarlo para siempre.

¡Atentos con la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!