Sostuvo el ministro de Defensa, Roberto Chiabra, que en el tema de la Convención del Mar, hay que informar a la población para que cuando se tome una decisión, ésta cuente con el respaldo mayoritario. ¡Muy bien dicho! En sentido similar opinó la Comisión congresal que solicitó que el Ejecutivo debía hacer conocer al pueblo de qué se trataba antes de aprobar, a tontas y a locas, cualquier adhesión a un convenio internacional.

Pareciera entenderse que las morisquetas furibundas de ciertos regaladores del Mar de Grau que pretenden la mutilación de éste de 200 a 12 millas de soberanía y jurisdicción, son ociosas. No sólo eso: que una Comisión Consultiva de RREE haya propuesto al Congreso de modo extemporáneo la adhesión del Perú a la Convemar, con la creación ad hoc de una figura rarísima, deviene en una patinada de la que difícilmente podrá sacudirse, en sus horas postreras en el cargo, el canciller Manuel Rodríguez Cuadros.

Sin duda alguna que la población merece saber los lineamientos principales que propone la Convención del Mar, comenzando con su artículo 3ro que dice: “Todo Estado tiene derecho a establecer la anchura de su mar territorial hasta un límite que no exceda de las 12 millas marinas...”, y recordar, en todo momento, el artículo 54 de la Constitución del Perú que reza: “El territorio del Estado es inalienable e inviolable. Comprende el suelo, el subsuelo, el dominio marítimo y el espacio aéreo que los cubre. El dominio marítimo del Estado comprende el mar adyacente a sus costas, así como su lecho y subsuelo hasta la distancia de doscientas millas marinas medidas desde las líneas de base que establece la ley. En su dominio marítimo, el Estado ejerce soberanía y jurisdicción, sin perjuicio de las libertades de comunicación internacional, de acuerdo con la ley y con los tratados ratificados por el Estado. El Estado ejerce soberanía y jurisdicción sobre el espacio aéreo que cubre el territorio y el mar adyacente hasta el límite de las doscientas millas, sin perjuicio de las libertades de comunicación internacional, de conformidad con la ley y con los tratados ratificados por el Estado.”

Por tanto, una vez aclaradas las dudas que pudieran presentarse, también se podrá consultar a la ciudadanía para que opte entre las posiciones en disputa. Y en calles y plazas será un gusto ver a los propiciadores de la mutilación del Mar de Grau defendiendo la tesis antipatriota y regalona y a los contestatarios, defender la Constitución y la integridad territorial de la nación. ¡Así de simple!

Ni la delimitación marítima con Chile, aún pendiente, requiere de la Convemar, ni los chilenos están dispuestos a usar este convenio internacional para debatir cualquier cosa, toda vez que ellos niegan que exista algo pendiente entre su país y el Perú. Aquí, los farsantes y traidores, sostuvieron con terquedad que la Convemar servía para ese propósito, sin embargo, la falsedad quedó evidenciada sin que ninguno de los convemaristas saliese, en público o en blanco y negro, a debatir.

La colisión de la Convemar con la Constitución del Perú es un tema fundamental en cualquier polémica y por allí comienza el desbrozamiento de posiciones. Sería de lo más interesante que los partidos, organizaciones de la sociedad civil, clubes de madres, organizaciones de todo tipo y especie, pusieran en su agenda este tema. Y que llamaran o convocaran a los que sustentan ambas posiciones y que decidan al calor y franqueza y patriotismo, por qué camino transitan. Estoy seguro que el pueblo lo hará por las alamedas vigorosas de la defensa del territorio peruano y que abominará y escupirá a los traidores.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!