En un sector de las fuerzas democráticas, progresistas y de izquierda, la débil esperanza que este gobierno significaba, en torno a que protagonice cambios fundamentales, o que por lo menos “siente las bases para la refundación de la república”, se ha dado contra el piso. Hoy, el peso de las señales negativas no dejan ver las pocas positivas que pueden haber. El hecho reciente: por orden del presidente Alfredo Palacio, según reportó la prensa, el ministro de economía, Rafael Correa, votó por el actual presidente del Banco Internacional de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, reconocido artífice del ’Plan Colombia’ y de quien además se ha establecido una relación con la quiebra de dos instituciones financieras ecuatorianas: el Banco del Pacífico, de cuyo directorio fue miembro, y el Banco Andino, en Colombia, que a su vez estaba relacionado con la quiebra del Banco Popular en Ecuador.

Es un hecho significativo porque el ministro Correa era hasta hoy la mejor carta de presentación del gobierno frente a los sectores populares; mostraba una posición de dignidad nacional y gran sentido común para enfrentar la economía. Pero no solo este indigno voto ha minado la imagen de Correa; su posición frente al tema de la devolución de los fondos de reserva del IESS y su actitud frente al paro de Manabí han generado gran malestar e indignación entre los trabajadores y pueblos en general.

Sin embargo, de Correa no vienen los mensajes más negativos, sino del mismo Presidente de la República. En el tema de los fondos de reserva, Alfredo Palacio tuvo que reunirse primero con los empresarios más importantes del país para poder tomar una decisión; las causas: los principales afectados por la decisión del Congreso de devolver el 100% de los fondos de reserva son los empresarios que se acostumbraron a no depositar esos dineros de sus trabajadores en el IESS.

Palacio además, ha buscado insistentemente en estos días la bendición del Partido Social Cristiano para seguir gobernando. Está dispuesto a concederles todo gusto: entregó a Jaime Nebot el manejo de la seguridad en Guayaquil, para que la convierta en un lucrativo negocio, y solo eso, un lucrativo negocio, porque el problema de la inseguridad continúa agravándose y quienes han sido llamados a combatir ese auge delincuencial han sido las Fuerzas Armadas y la misma Policía, que ha dotado a esa ciudad de gran cantidad de elementos, a riesgo de dejar desguarnecidas otras ciudades del país.

Hace poco Palacio estuvo en Guayaquil y anunció que la construcción del Puente Pérez Perazo sería una realidad, gracias a un acuerdo con la Corporación Andina de Fomento, entidad que poco después desmintió al primer mandatario. Será su afán de no molestar en nada a Nebot, León.

Nebot pidió la administración del Registro Civil, lo cual no obtuvo ningún rechazo de parte del gobierno, fue más bien la lucha de los mismos trabajadores de esa entidad la que evitó que consume su propósito. Ahora quiere que todo Guayaquil sea una especie de Zona Franca, donde puedan entrar libremente todas las transnacionales, exoneradas de impuestos, a hacer su negocio. ¿Qué dirá el gobierno?

Palacio no solo que se olvidó de su promesa de someter a consulta el TLC, el Plan Colombia sino que aun más los ha ratificado plenamente y pretende una reforma política absolutamente regresiva, antidemocrática y que violenta su propia propuesta de recoger la opinión ciudadana.

La tendencia fundamental de este gobierno se afirma en la nefasta política neoliberal, odiada y rechazada por un pueblo que se ha levantado reiteradamente no solo para condenarla sino para echar del poder a quienes la han enarbolado.