Comencemos con algunas cifras de INEI para situarnos claros y precisos. En
1993 los jóvenes adultos entre 20 y 50 años eran el 58% de la población. Hoy
a casi 15 años de aquella medición los mismos son el 62% de la población.
Sin duda un crecimiento significativo. La pregunta sería: ¿por qué entonces
los jóvenes derivan en la calle de la ideología y no asoman a las ventanas
de los partidos políticos?

La globalización neoliberal, con su pensamiento único y su ideología del
apartamiento político ha manejado con sutileza a los jóvenes en dos
principales aspectos. El primero, desacreditando a los partidos políticos
con adjetivos diversos, igualando estos con sinónimos que no escapan a la
verdad: corruptos, siniestros, manejados por una cúpula y tradicionales que
no hicieron nada por la patria. Del mal desempeño de los mismos se ha
valido también para tener un punto a favor y una palanca de base para
criticarlos. El segundo aspecto es que armó un paralelo entre ¿clase
política? y ¿mala política? asustando a los jóvenes a no hacer política
porque es una ¿porquería?. Una generación se perdió de las calles y
protestas.

Ante tales avatares. ¿Qué han hecho los partidos políticos?. Nada esencial
en absoluto. Algunos empezaron a hacer cambios parciales, modernizando sus
cuadros, instruyendo a sus militantes, abriendo sus partidos a la población
en general, sin embargo los jóvenes sienten que ellos no son parte pues los
viejos líderes continúan arriba, otros apenas si tienen militancia, siendo
estos mayores de 35 años, cerrados en su ideología absolutista y pensando
aún en el reflujo después de la caída del muro de Berlín. A todo esto no ha
aparecido ningún líder que sea menor de 30 años ni hay uno en venida.

El Apra sigue bajo la dirección de García quien le dio vida y dirección en
las elecciones del año 2001. Despertó a un partido vapuleado que apenas si
tenía presencia en las calles. La izquierda continúa con los preceptos de
los viejos líderes del ochenta sin cambiar la forma como llegar a los
jóvenes ni el prisma con que ven la historia. La derecha no puede
constituir un partido sólido y jamás he visto una marcha política de jóvenes
orgullosos de ser de derecha.

El próximo gobierno será manejado nuevamente por la vieja militancia sin
respetar ni una palabra de un viejo anarquista como González Prada: ¡viejos a la tumba y jóvenes a la obra! Pensar que existió un mayo francés, una revolución cubana o rusa, y en Perú, una revolución en Trujillo en 1932, es saber que los jóvenes tienen el derecho de pensar y hacer política

Nuestro país necesita la frescura y vivacidad de los jóvenes, su
irreverencia y empuje para empezar a crear un nuevo país. Total ellos
tienen la imaginación. Cuando Haya de la Torre estuvo en Francia en aquel
mayo del 68 contó que leyó una pinta que decía: ¡la imaginación al poder!