Fue trasladado de prisión, según “rutina”, Antauro Humala, el líder etnocacerista de beligerante presencia. ¿Es común trocar a los detenidos de centro penitenciario y, con ello, promover que cualquier “gatillo loco” le dispare o aniquile por tanta irresponsabilidad criminal? El señor Humala está siendo juzgado por los sucesos que iniciaron el año con hechos de sangre en Andahuaylas. Que el proceso siga su curso pero ¡no alentemos hechos que pueden llevarnos a lamentos tardíos y explosiones de indignación por un suceso sumamente peligroso!

No me extrañaría que los “vladimiritos” o fautores de psico-sociales a la usanza fujimorista y que bailan al son de los dólares que les paga el gobierno, hayan fabricado una cortina de humo con el tema Antauro Humala y su cambio de lugar reclusorio. Pero ¡el o los que juegan con fuego terminan quemándose a la larga o a la corta! Y se trata de un ser humano con sus virtudes o defectos. ¿Qué, no se le ha abierto proceso a Antauro Humala?

¡No hay rutina que valga ni lógica que la sostenga, si con ello se alienta la posibilidad de un accidente o un infarto calibre 45! Mi impresión sobre los tristes acontecimientos de Andahuaylas las emití al día siguiente en enero. Y sigo sosteniendo que cualquier acto insurgente si carece de plan estratégico, coordinación nacional y entrenamiento de combate, estará huérfano de apoyo popular y puede discurrir por las avenidas nada recomendables del aventurerismo o el petardeo de poca o mínima repercusión en las fibras íntimas del dolor de un pueblo. Todo indica que algo de eso ocurrió.

Ahora es imprescindible pedir opinión a los líderes políticos y que los medios reflejen esos sentires disímiles que retraten a sus emisores. Aunque parezca repetitivo: ¡no se está hablando o haciendo desmanes con objetos sino con la vida de Antauro Humala quien está siendo juzgado por la comisión de sus actos! ¡Y aún no hay nada claro porque no hay sentencia! Dura lex, sed lex. Dura es la ley, pero es la ley.

Los medios de comunicación, cuasi aherrojados al poder dinerario de las transnacionales, los bancos y sus cipayos locales, operadores de mil y un entuertos, han acostumbrado a la gente a condenar sin juicio y a zaherir sin probanza de los supuestos yerros o crímenes. Pero, es con algunos. Los otros, los vendepatrias que mal negocian el TLC, los burócratas insensibles que regalan el país desde los ministerios a través de las licitaciones o privatizaciones con nombre propio ¡son por el contrario ensalzados como pro-hombres republicanos cuando no son sino traidores miserables! Cierto partido político hasta está considerando poner al gringo PPK en su plancha presidencial. ¿No es esto un terrible insulto a todos aquellos que murieron en nombre de la justicia social y que purgaron decenas de años de carcelería por razón de sus ideas?

Puede endilgársele a Antauro Humala mil y un dicterios. De repente él podrá, con sus equipos, responder a las acusaciones. Pero tiene derecho, como cualquier peruano, a un proceso limpio que le condene o libere según la actuación de las pruebas más rigurosas. Que los vendepatria o corifeos en los medios le hayan condenado de antemano no vale nada porque esos defienden lo que sus mandantes comisionan a través de abultados sueldos contantes y sonantes.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!