Dos generales, norteamericano y chino, han protagonizado un estrepitoso escándalo internacional. El primero, Richard Myers, es jefe de la Junta de Jefes de Estado Mayor del Ejército estadounidense; y el otro, Zhu Chenghu, es catedrático de la Universidad Nacional de Defensa de la República Popular China.

El general estadounidense había criticado la declaración aprobada por la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS). En el documento se proponía definir los plazos de estancia de las bases militares norteamericanas acantonadas en los territorios de Uzbekistán y de Kirguisia.

Finalmente, las bases deberían ser retiradas de Asia Central. A juicio de Myers, la declaración de la OCS había sido aprobada bajo la presión de Rusia y de China y difícilmente resultaría «provechosa».

Las bases de EEUU, comentó, estaban emplazadas en Kirguisia «no sólo para apoyar la operación en Afganistán», sino también porque era una región importante para EEUU «en muchos aspectos». El Ministerio de Exteriores ruso, extrañado de tales afirmaciones del general, ha explicado oficialmente que «todas las decisiones de la OCS son aprobadas a partir de un consenso y reflejan la opinión colectiva de los países miembros».

El general chino, a su vez, había provocado una violenta reacción del Departamento de Estado de EEUU. Según comunica «The Financial Times», Zhu Chenghu había declarado a periodistas extranjeros que si los «estadounidenses apuntan sus misiles contra objetivos ubicados en territorio chino, se les responderá con arma atómica». «También recibirán lo merecido si intervienen en nuestras relaciones con Taiwán -advirtió-.

Estaremos preparados para perder todas las ciudades al este de la ciudad de Sian, pero que también estén preparados los norteamericanos porque destruiremos centenares de sus ciudades». El asesor del ministro chino de Asuntos Exteriores, Shen Guofang, ha tenido que desaprobar las declaraciones del general. Anunció que era una opinión personal que no reflejaba la postura oficial de China.

Con todo, Washington no consigue recuperarse después de una manifestación tan «poco diplomática» de un catedrático universitario que lleva insignias de general.

Claro que se puede pasar por alto esos escándalos relacionados con declaraciones improcedentes o, tal vez, premeditadamente violentas. Los generales a veces dicen cosas... Y no siempre sus palabras coinciden con el punto de vista oficial de tal o cual país. En Rusia, por ejemplo, también hay un general, Leonid Ivashov, que suele emitir opiniones poco halagüeñas tanto sobre EEUU como sobre China. Pero en este caso ni la cancillería rusa ni el Departamento norteamericano de Estado hacen declaraciones al respecto.

Simplemente porque Ivashov ya no cumple funciones públicas y es un general retirado -un particular como tantos-, y el Estado no puede ser responsable de lo que dice. Pero en el caso del general Myers, o el general Zhu Chenghu, ya es una cosa distinta. Estos dos prestan servicio militar y ocupan importantes cargos (la docencia también es servicio militar), y por ello sus palabras no pueden ser interpretadas como «opinión privada».

En ningún país civilizado y democrático se admite que sus jefes militares hagan declaraciones concernientes a la política nacional o internacional haciéndolas pasar por opinión oficial. Los políticos deben ocuparse de sus asuntos, y los militares, de los suyos.

¿Por qué, entonces, el uno y el otro han "osado" hacer declaraciones tan ásperas? Tal vez, porque las dos intervenciones han sido «semioficiales».

La intervención de Richard Myers es una reacción a la declaración de la OCS preocupada por la estancia de las tropas norteamericanas en Asia Central. Por una u otra razón, la reacción de la Casa Blanca había sido poco enérgica y por ello Myers recibió carta blanca para actuar.

En el segundo caso había tenido que ver el descontento de China con la constante intromisión de Washington en las relaciones entre Pekín y Taipei, y también con los intentos de la Administración USA de proceder como «juez árbitro», función que nadie le ha delegado.

A propósito, es precisamente lo que había obligado a la OCS a plantear el problema de la estancia de las bases norteamericanas en Asia Central. Y de allí, la advertencia del general chino de que EEUU no es omnipotente ni invulnerable al armamento estratégico de Rusia u otros países, incluida China.

Los dos mini escándalos son bastante provechosos. Los países del mundo ya deben ir abandonando la idea de que existe una sola fuerza con derecho a decidir el destino de los pueblos soberanos. Hoy día nadie podrá garantizar a nadie una seguridad absoluta, ni siquiera prevenir el empleo del armamento estratégico nuclear.

Por otro lado, hoy existen peligros mucho más palpables, como el terrorismo internacional y la proliferación de las tecnologías misilísticas y de las armas de destrucción masiva. Se debe aunar las fuerzas de toda la humanidad para poder rechazar esos peligros. Pero aunar de hecho y no de palabras, prestando oído a la opinión de cada país y de cada organismo internacional. Es la única garantía de que no se cometan errores fatales.

De vez en cuando hay que hacer recordar estas evidentes verdades a algunos generales, ya sea en forma diplomática o no.

Fuente
RIA Novosti (Rusia)

Ria Novosti 19 julio 2005